Jesús Sancho Royo

 

Contenido:
- Algunas identidades, afinidades y confluencias entre el Páis Vasco-Navarro y La Rioja a lo largo de la Historia.
- Rumbos riojanos: El vascuence en La Rioja
- Sancho III, el Mayor. Rey vascón de Pamplona-Nájera.

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ALGUNAS IDENTIDADES, AFINIDADES Y CONFLUENCIAS ENTRE EL PAÍS VASCONAVARRO Y LA RIOJA A LO LARGO DE LA HISTORIA.

 

Jesús Sancho Royo.

          Introducción

 

     Desde la fundación de las actuales CCAA se ha venido produciendo un fenómeno generalizado en España consistente en que en cada una de ellas se han elaborado historiografías localistas tendentes a justificar pretendidas identidades históricas diferenciadoras. La Rioja no ha sido una excepción y aquí se han diseñado visiones riojanistas cerradas que han amputado sobre todo su componente vasconavarro, e incluso también el castellano, aunque con éste se lleva más cuidado desde las oficialidades dado su potencial en cuanto a atracción académico-turística (las glosas emilianenses vistas como cuna del castellano, etc) y por su connotación españolista, rasgo que desde La Rioja se quiere mantener frente al potencial peligro secesionista vasco.

 

     Sin embargo, ni  La Rioja es comprensible sin lo vasco-navarro, ni lo vasco-navarro es comprensible sin La Rioja. La historia se ha encargado de ensamblar los tres territorios con una cotinuidad sugestiva.

 

     Como puntas de iceberg históricas de las interconexiones entre los tres ámbitos se hallan los hitos siguientes:

 

     -En la Edad Antigua, los Berones, celtas o vasco-celtas posiblemente, que habitaban  la Rioja media y alta, y los Vascones, vascos con influjo celta, que habitaban en la Rioja media y baja, fueron las dos tribus con mayor territorio riojano. Esas mismas gentes beronas y vasconas poblaron parte del País Vasco-Navarro actual y mostraron conexiones estrechas con el resto de etnias de la región vasconavarra.

 

     -el Reino de Pamplona-Nájera (de Navarra o de Nájera) que englobó a Navarra, País Vasco, Bureba y La Rioja, con capitalidad en Nájera y Pamplona.

 

     -uniformidad lingüística transhistórica de esos territorios. En concreto, las glosas vascas y las glosas en romance navarro-riojano de San Millán de la Cogolla, que constituyen actualmente los primeros textos completos (con flexión verbal) escritos en esas lenguas de la historia. Tales lenguas, junto con el castellano, caracterizan al conjunto País Vasco-Navarra- Rioja a lo largo de la historia.

El euskera o vascuence y su interconexiones con el romance castellano y el romance navarro constutuyen un común denominador histórico específico de todo ese territorio. A este respecto hay que citar la llamada "fazaña" de Ojacastro; situada en el siglo XIII. Tal  "fazaña" constituye la primera defensa foral documentada de la historia del idioma vasco, defensa que fue riojana, y demostración científica estricta del uso del vascuence como idioma de cuna por los riojanos.

Abundando en este punto ha de citarse la riquísima toponimia vasca extendida por toda La Rioja (no sólo en el valle del Oja y Bureba), otra prueba irrefutable de que el idioma vasco ha sido idioma riojano autóctono.

 

     -la interpenetración económica, social, laboral, familiar, folclórica, deportiva, etc, entre las tres CCAA, País Vasco, Navarra y La Rioja, en la actualidad y de los territorios correspondientes con sus designaciones históricas desde siempre. Flujos económicos multidireccionales transhistóricos, regionalizaciones económicas, el vino como común denominador, industria hortofrutícola confluyente, interflujos migratorios poblacionales mutuos seculares, etc.((Iberplán, Barrenechea, Cambre).

Coincidencia en federaciones deportivas, coincidencia en deportes populares con la pelota vasca como buque insignia, folclore, etc.

 

     Estos hitos son eslabones importantes y sintéticos de la cadena histórica, pero por lo demás existen infinidad de índole muy diversa. Algunos de ellos se exponen seguidamente.

 

 

     El texto que sigue será sistematizado en apartados y numerado del 1 al 13, y tendrá una estructura sencilla y enumerativa de contextos y datos relevantes con acompañamiento de alguna  pequeña valoración historiográfica.

     El orden básico será el cronológico empezando en las tribus prerromanas o, mejor dicho, en las tribus que los autores grecolatinos describieron tras la llegada de los romanos a la Península Ibérica.

 

 

 

 

          1) Berones y vascones en La Rioja prerromana.

 

     El territorio actual de la CA de La Rioja estaba poblado cuando llegaron los romanos en el siglo II a.C. por dos tribus: los berones y los vascones. Probablemente en las sierras del sur habría enclaves pelendones y al oeste de la comunidad una  estrecha franja ocupada por los autrigones. 

     En consecuencia, los berones y vascones constituyen los ancestros étnicos riojanos principales más antiguos documentados textualmente.

 

 

 

          Los berones.

 

     Poblaban un área riojana que comprendía por lo menos las tres ciudades beronas de los textos grecolatinos: Libia (en Herramélluri), Tritium Magallum (en Tricio), y Vareia (en Viana, Navarra; la Varea actual riojana fue creación  romana posterior).

Hay datos sólidos de tipo arqueológico, epigráfico y filológico, que muestran que el pueblo berón habitaba, además, la actual Rioja alavesa y una extensión imprecisa de la Ribera navarra por Viana subiendo por la sierra de Codés hacia Estella, habiendo aquí una ancha franja de contacto con los vascones donde hay overlappings onomástico-toponímicos que quizá signifiquen mezcla de las dos etnias.

 

 

 

          Los vascones.

     Sintetizando lo que explican la profesora Villacampa en su obra de referencia Los Berones según las fuentes escritas, Schulten, Gobantes, Gómez Fraile y otros argumentarios, los vascones abarcaban en La Rioja una ancha franja que comprendía la Rioja baja y parte de la media por la ribera del Ebro, es decir desde Alfaro hasta Arrubal o quizá hasta el río Leza, llegando por el sur hasta incluir Arnedo, quizá la zona de Cervera (por Contrebia Leukade-Inestrillas) y zonas imprecisas de los Cameros Viejos.

Los vascones se extendían además por casi toda la actual CA de Navarra y, en algunas épocas,  por la Jacetania y el Ebro hasta Alagón en la provincia de Zaragoza.

 

     Diversos autores, con base más bien ideológica que científica, suelen limitar el tiempo y el espacio vascones en La Rioja para dárselo a los berones  en un intento de identificar la actual Rioja con lo berón-celta sacando fuera lo vascón-vasco que lo identifican con Navarra. Sin embargo, lo que crudamente dicen los textos grecolatinos es que Calahorra (Livio, Ab Urbe Cóndita-Desde la fundación de Roma. Libro 19; Estrabón, Geografía, III; Plinio, Naturalis Historia; Ptolomeo, Geografía) y Alfaro (Ptolomeo, Geografía) eran ciudades vasconas y que el vasconum agrum, 'campo vascón', se extendía por la margen derecha del Ebro por toda La Rioja baja y parte de la media hasta más o menos Arrubal o el Leza (Livio, Ibidem.).

Por otra parte se ha hallado onomástica vasca antigua en las cuencas altas de Cidacos y Leza.(Espinosa, Aznar, Gorrochategui) dependientes de Calahorra y, por lo tanto, vasconas.

 

     Todavía puede comprobarse lo vascón en Calahorra a principios del siglo V d.C. a través del poeta calagurritano Prudencio: "Nos vasco Hiberus...."..y   "Iamne credis, bruta quodam sacrum vasconum gentilitas..." de su himno I Peristephanon (Mañaricúa).

 

 

     Los pelendones, de lengua celta, poblarían áreas del sur de las sierras riojanas alternativamente con pobladores de lengua vasca como atestiguan las citadas estelas con nombres vascos y los restos arqueológicos sin vestigios celtas hallados en los castros riojano-sorianos del alto Cidacos y alto Leza. Aunque es más inmediato adjudicar estos textos a los vascones del distrito calagurritano, no es descartable que fuesen extensiones de los también próximos berones que, según diversos autores, también poseerían el vascuence desde antiguo (Aznar, Tobar). Los pelendones se extendían hacia el sur por tierras sorianas.

 

     Los autrigones a lo sumo habitaron alguna estrecha franja riojana al oeste. El grueso de su territorio se extendía por el este de la actual provincia de Burgos, el oriente de Cantabria y las Encartaciones vizcaínas.

 

 

 

 

          2) Idiomas de los berones.

 

     El idioma mejor demostrable de los berones es el celta según los testimonios epigráficos del yacimiento "La Custodia" (Vareia berona) en Viana (Labeaga), entre otros. También se muestra el idioma celta en los nombres de las ciudades beronas y por la toponimia en general. Además Estrabón (Geografía III, 4, 5 y 12)  les atribuyó conexión con lo celta explícitamente.

     Pero hay datos para pensar que bajo el étnico 'berón' de las fuentes se escondía una situación compleja producto de un dominio celta sobre gentes indígenas previas. Eduardo Aznar en su libro El Euskera en La Rioja. Primeros testimonios, así lo muestra. Este autor explica la posibilidad de un substrato vasco en distintos terminos toponímicos o teonímicos berones (Baelibio, Libia, Magallum, Vareia, Idubeda, etc). Para Aznar y otros el celta, lengua de la casta dominante, sería el idioma de la epigrafía, la toponimia y la numismática, mientras que el idioma de los estratos poblacionales dominados seguiría siendo el vasco. Es interesante esta perspectiva pues ayudaría a explicar la intensa toponimia vasca medieval y actual en la Rioja media y occidental, especialmente en  los valles Oja y Tirón, zonas sobre todo berona y quizá también autrigona, toponimia que vendría desde la Edad Antigua, sin necesidad de recurrir a las cada vez más matizables repoblaciones vascófonas medievales (Martínez).

 

 

 

          3) Idiomas de los vascones.

 

     En base a criterios epigráfico-toponímico-teonímicos, el idioma de los vascones era el vasco, con focos de bilingüismo ibero y especialmente celta, siendo éste último muy importante en el Ebro (Ramirez, Cantón).

 

     Vayamos con los datos toponímicos y los antroponímicos de los altos valles:

los nombres de las ciudades vaconas riojanas, Calahorra y Alfaro, y los nombres de persona en el Cidacos y Leza.

 

 

          Nombres de la Calahorra vascona.

 

     En La Rioja, el nombre de la Calahorra vascona, aparece escrito en códices y en epigrafías distantes espacial y temporalmente de la ciudad con alfabetos griego y latino y de formas variadas: kalagoris/kalagurris/kalagorris /calagurris/calagorris/etc. Sin duda eran latinizaciones del nombre real de la ciudad pues los escribieron lejanos autores grecolatinos que no la habían pisado.

     Sin embargo, conocemos una pieza de Verdulius, un alfarero calahorrano de la época perfectamente identificado, donde epigrafió Calagorri, término autóctono a priori más exacto que los anteriores latinizados.

     También tiene mucha importancia el celtizado Kalakorikos numismático escrito con caracteres ibéricos en la propia Calahorra.

 

     Entre ambos, el Calagorri del alfarero Verdulius y el Kalakorikos de las monedas, sintetizan perfectamente la probable situación étnica de la ciudad: vascona en origen y básicamente y posterior dominio celta.

     En efecto, a nivel lingüístico parece que sobre la raiz vasca Kalakori- de la epigrafía se ha añadido en las monedas la desinencia celta -kos. La grafía ibérica del Kalakorikos, por otro lado, esconde una pronunciación compatible con el Calagorri de Verdulius, con lo que ambas formas se avalan mutuamente.

 

     Etimológicamente Calagorri es fraccionable en -gorri, claramente vasco, que significa 'rojo', 'crudo', 'pelado', 'a la intemperie', etc, y la raiz Cala-, que nada tiene que ver con el Cala- árabe que vino a la península 1000 años después (Cala-mocha, Cala-tayud, etc). El Cala- de Calagorri es término interpretable desde una lengua pirenaica preindoeuropea e incluso desde el vasco (Dauzat, Velaza, Aznar).

 

 

 

          Nombres del Alfaro vascón.

 

     También en la Rioja aparece Gracurris/Gracouri, nombre de otra ciudad vascona localizada en las Eras de San Martín de Alfaro.

     Fue fundada por Sempronio Graco sobre la previa Ilurcis. Gracurris/gracouri ofrece similar planteamiento lingüístico que calagurris/calagorris/etc y es facilmente inteligible fragmentando  grac-urri-s o graco-uri, 'ciudad de Graco'  entendiendo urri/uri como el vasco antiguo-medieval  'ciudad'  paralelo a -uli (Caro).

 

 

          Las zonas vascófonas del alto Cidacos-Leza.

 

     Por otro lado, en zona del alto Cidacos-Leza se ha hallado un número significativo de estelas en los castro riojano-sorianos  de los  siglos I-II, con antropónimos vascos (Sesenco, Onse, Oandissen, etc.). Tal área era sufragánea de Calagorri/Calagurris. (Aznar, Espinosa).

     Ya se ha dicho antes que estas zonas, sobre todo las más occidentales, podrían ser también de influencia berona, pueblo en cuyos estratos más antiguos podría encontrarse el vasco.

 

 

     Recapitulando, estas epigrafías riojano-sorianas, los datos toponímicos y el contexto demuestran "científicamente" presencia de idioma vasco en la Rioja baja y media en la Edad Antigua.

     Pero además, todo ello avala la presencia del vascuence en la Rioja alta también desde la Antigüedad, dada la fácil conexión intervalles para sus pobladores habituales (Aznar). Según el profesor Espinosa, tales poblaciones castreñas debieron de persistir hasta los siglos VI-VII.

 

 

 

 

          4) Comunidad/Identidad de los pueblos del Norte de Hispania, Pirineo Occidental (Berones, Vascones, Autrigones, Caristios y Várdulos) en el Pre-Imperio y en el Imperio Romano.

 

     Los pueblos primitivos que se encontraron los romanos a su llegada a la península ibérica poblando lo que hoy día es el conjunto País Vasco-Navarra-La Rioja ocupaban respectivamente:

 

     Vascones, Navarra, un pico oriental de Guipúzcoa, Riojas media-baja y baja, alto Aragón y Ebro medio-alto.

     Berones, la Rioja alta y media-alta, Rioja alavesa y la zona de Viana hacia Los Arcos.

     Autrigones, Burgos oriental, Bureba, Miranda, Mena, Losa, alguna franja occidental riojana, Encartaciones vizcaínas hasta el Nervión y oriente de Cantabria; Caristios, Vizcaya desde el Nervión hasta el Deva y Álava occidental hasta la Sierra de Toloño.

     Várdulos, Guipúzcoa y Álava orientales.

 

     En estos pueblos se documentan abundantes datos que implican etnicidades próximas, coincidencias lingüísticas, asociaciones políticas, económicas y militares, etc, que habla a favor de raíces comunes entre ellos.

 

 

          a) Proximidades étnicas y religiosas.

 

     -Datos de confluencia étnica o tribal entre autrigones y berones (partícula AUT en las monedas beronas; (Beltrán)).

     -Datos textuales de proximidad étnica entre los pueblos de la cornisa cantábrica desde Santander al Pirineo, a veces englobados como "cántabros" por algunos autores grecolatinos; también aparecen cántabros coniscos junto a los berones y se citan cántabros en Calahorra (Juvenal, 15, 93).

     -Confluencias entre los panteones, berón, caristio y aquitano-pirenaico (dioses de los montes en Sáenz de Buruaga).

     -Área de las "aras taurobólicas", incluyendo el alto Cidacos y Leza (Canto, Espinosa, Aznar).

     -Semejanza de ritos en toda la zona, atestiguada en Estrabón, Geografía, III.

 

 

 

          b) Identidades lingüísticas

 

     -Fuerte impronta toponímica y epigráfica en lengua celta en berones, autrigones, caristios, várdulos y vascones.

     -Onomástica cantábrica berona común con la autrigona (Albertos).

     -Significativa presencia del numeral celta Tritium (tres) para designar tres ciudades, una en cada tribu, berona, autrigona y várdula.

     -El euskera, general en la zona, es más explícito en los testimonios vascones, pero aunque más debilmente también es detectable en estratos previos del resto, especialmente en algunos teónimos y topónimos.

 

 

 

          c) Estrategias militares comunes

 

     -Curiosamente, todas esas tribus siguieron un comportamiento unitario y diferenciado de los pueblos contiguos ante la irrupción del ejército romano.

     En relación a ello cabe decir que no se registra documentalemente ninguna respuesta armada de berones, autrigones, caristios, várdulos, ni vascones, contra los romanos, en llamativa diferencia con la feroz defensa que se documenta en celtíberos, cántabros y astures.

     El enfrentamiento, citado por Livio, ( Ab Urbe Cóndita-Desde la fundación de Roma. Libro 19), junto a Calahorra en el 185 a. C. fue entre celtíberos y los romanos de Manlio Acidinio. Nada se dice en la fuente de vascones calagurritanos. Es más, contra la opinión de los que afirman deductivamente que los celtíberos eran los calahorranos, puede indicarse con bastante fundamento que tales celtíberos no eran habitantes de Calahorra pues en este caso, dada la proximidad de la ciudad al campo de batalla, no hubieran necesitado del campamento militar móvil que se cita repetidamente en el texto.

 

     -Alianzas militares estrechas entre berones y autrigones (caballerías autrigona y berona en Vareia  esperando a Sertorio, enemigo de ambas, en Livio). (Livio, Ab Urbe Cóndita-Desde la fundación de Roma. Libro 19).

 

 

          d) Relaciones comerciales

 

     -Intensas relaciones comerciales vascón-beronas como testifica la gran proporción de monedas vasconas en el yacimiento berón de Vareia en Viana (Labeaga), hecho que también puede significar algún tipo de unidad política. Ha de recordarse que el Ebro era navegable hasta Vareia lo que hacía de esta ciudad berona centro comercial  de donde partirían hacia el Mediterraneo productos de exportación no sólo berones sino vascones, autrigones, etc, e inversamente para la importación.

 

 

         e) Coincidencia de las tierras vasco-navarro-riojanas en macrorre-

giones étnico-naturales prerromanas y en provincia administrativa romana.  

 

     El área de berones-autrigones-caristios-várdulos y vascones, se hallaba en una subregión de la Iberia peninsular en sentido amplio, llamada también Iberia en sentido limitado, la cual comprendía el valle del Ebro con Cataluña (Gómez Fraile y muchos otros), región diferenciada de la Celtiberia (García Bellido y Schulten). Tal Iberia estaba poblada mayoritaramente por gentes de hablas preindoeuropeas, ibero y vascón, con superposición del celta en determinadas zonas. La Celtiberia, al sur de la Idubeda, era poblada por gentes de hablas indoeuropeas.

 

     Posteriormente, con Diocleciano (284-315), la Iberia prerromana en sentido limitado se transladó a la organización territorial del Imperio como provincia Tarraconense, de tal forma que autrigones, caristios, várdulos, vascones y berones siguieron juntos. Con ello, a las cohesiones de tipo étnico, etc. ya citadas de estas tribus se añadió una fuerte articulación administrativa que perduró más allá de las primeras invasiones bárbaras en Hispania en el 409 d.C., hasta la conquista del visigodo Eurico antes de 472 d. C.

 

 

 

 

          5) Cantabria y Vasconia Tardoantiguas.

 

     Con el oscurecimiento del Imperio Romano en el siglo V cambiaron las circuncripciones territoriales en la zona que nos ocupa y surgieron en ella dos entidades de límites mal definidos en las fuentes: Cantabria y Vasconia.

 

 

          Cantabria Tardoantigua.

 

     La Cantabria tardoantigua no era la misma que la Cantabria sometida  en 29-19 a.C. por Augusto, ya que esta última comprendía franjas costeras y partes montañosas de las actuales CCAA de Asturias y Cantabria.

     Sin embargo, varios siglos después,  s. VI d.C., del santo riojano por excelencia, San Millán, se escribe que vivía por la Rioja alta en una región de "cántabros" (Vita Aemiliani, de San Braulio). Por otro lado también se escribió que una entidad geográfico-política llamada Cantabria fue atacada por Leovigildo en 574 d.C. (San Braulio, Biclarense, Historia Gothorum de San Isidoro).  Hay por lo tanto varias Cantabrias en el tiempo y en el espacio.

     Muchos autores (González) piensan que la región cántabra atacada por Leovigildo fue la zona de Amaya en el norte de Burgos y que la Cantabria tardoantigua de San Millán era esencialmente la prerromana costera extendida hacia el sur (Nota 39, llamada de Cantabria, del código emilianense). Diversos autores (González, García Moreno) creen que es entonces con Leovigildo cuando Toledo sometió e integró a la región en la estructura del reino godo.

     Para complicar más el rompecabezas, algunas noticias de las crónicas Albeldense y Rotense apoyan la creación de un ducado de Cantabria bajo el control de un dux en el  siglo VII. Diversos autores deducen que a tal ducado pertenecerían Rioja, Vizcaya, Álava occidental, norte de Burgos y la Cantabria antigua oriental (Llorente, Sánchez Albornoz).

 

     Pero no se acaba aquí la reiteración histórica con entidades y territorios confusos llamados Cantabria. Bastante más tarde, s. XI, se atestigua la existencia también de un ducado o distrito de Cantabria en la Rioja del Reino de Pamplona. En efecto, encontramos en 1016 al noble tenente de la familia riojana de los Fortuniones, Fortún Ochoiz, senior de Viguera y senior de Cantabria.Y en el siglo XII, Alfonso I el Batallador, rey de Aragón y Pamplona (incluida Rioja) funda la ciudad de Cantabria de la que quedan restos en el Monte Cantabria junto a Logroño (también hay estrato previo, época berona) (Pérez Arrondo). Hay que constatar que de alguna manera esta Cantabria plenomedieval riojana avala la previa Cantabria Tardoantigua en La Rioja.

 

 

 

          Vasconia Tardoantigua.

 

   En el post-Imperio y Tardoantigüedad se manifestó una Vasconia ultrapirenaica, Gasconia/Gascuña, que alcanzó el rango de ducado dentro de la esfera merovingia, zona hoy pertenenciente a Francia.

 

    En la península ibérica no se recalca una Vasconia prominente pero sí se resaltaron cronísticamente los indómitos vascones en territorios diversos, incluidos los de Cantabria, efectivamente sin nombrarse profusamente el topónimo étnico Vasconia. Se alude a "Vasconias" (en plural) en Hydacio, Chron. 132, en Bicl., XIII ( partem Vasconiae) y en el Cosmógrafo de Ravena, donde viene una Spanoguasconia de límites muy confusos. Dice el Cosmógrafo que Spanoguasconia por tres lados estaba rodeada por montañas, ¿Pirineos, S. Ibérico, Cordillera Cantábrica?, y por otro había mar (Cantábrico).

 

     Los vascones, siempre rebeldes contra el Toledo visigodo, aparecen en diversas crónicas: Hidacio, Biclarense, Historia Gothorum, Zaragoza, San Gregorio de Tours, Fredegario, Historia de Wamba, etc., durante los siglos VI y VII, sin concretar nunca sus dominios, sugiriéndose movilidad e incluso nomadismo En general los vascones parecen centrados hacia el Pirineo y subpirineo occidentales, con presencias en Álava (Victoriaco), Olite, el Ebro y la Cantabria Tardoantigua.

     En la actualidad se están valorando necrópolis como Aldaieta, Finaga y San Pelayo (Älava y Vizcaya), con materiales del siglo VI de carácter franco, y de Pamplona y Buzaga (Navarra) de carácter aquitano, como indicadoras indirectas de población vascona (Azcárate, Martín Viso, autores que no entran al problema de la etnicidad). Algunos de estos elementos se han hallado también en el Ebro y, en concreto, en Parpalinas (Pipaona, valle de Ocón, La Rioja) (Espinosa).

 

 

 

          Relación entre la Cantabria Tardoantigua y la Vasconia Tardoantigua Cispirenaica.

 

     De la lectura de las crónicas no se deduce una delimitación exacta de esas dos entidades ni su separación. Los autores han intentado diferenciarlas con poco éxito (García Moreno, González Echegaray, Balparda). Así, el profesor García Moreno dibujó un mapa de la Cantabria tardoantigua que ha servido de referencia pero que, sin embargo, es mera especulación. Dicho mapa comprende La Rioja alta desde el actual monte Cantabria junto a Logroño, hacia la provincia de Burgos y el norte de Palencia. 

    A la Vasconia Tardoantigua se la ha restringido a ámbitos pirenaicos y subpirenaicos occidentales. Pero la separación entre ambas se ha basado en criterios de exclusión y diferencia, cuya validez no está demostrada ni mucho menos. Otros diseños han acogido en la  Cantabria Tardoantigua a la Rioja entera, la Ribera navarra hasta Tudela, parte de Álava, parte de Vizcaya, el centro y norte de Burgos (Balparda, Sánchez Albornoz, matizadamente).

 

     Lo que se infiere de las fuentes es que ambas entidades pudieron estar solapadas en todo o en parte. Por Cantabria Tardoantigua parece nombrarse en los cronicones mayormente un territorio heterogéneo procedente de las antiguas Autrigonia, Beronia, Caristia, Cantabria prerromana y partes de los Vacceos y Turmogos; o sea un sector de tradición étnica mixta, con implantaciones vasca y celta antiguas y fuerte romanización. Entre otros motivos, la secuencia de desaparición en las fuentes de los étnicos tribales sugiere esa solución. La última aparición del étnico 'berones' es en el siglo II d.C. Hidacio, siglo V, en su cita del ataque de los hérulos, nombró a cántabros y várdulos y silenció a caristios, autrigones y berones, probablemente asimilados o englobados por los cántabros (Sánchez Albornoz).

 

     En lo que se refiere a la Vasconia ibérica, o para hablar más fielmente según las Crónicas, los vascones de la península ibérica parecen ser más homogéneos étnicamente en su origen, vascón-celta, homogeneidad que se trastoca sobre todo cultural y políticamente en la Tardoantigüedad. Procedían de los antiguos vascones más o menos celtizados en la época prerromana y romana que ocuparon Navarra, parte de las actuales vascongadas, la Rioja baja y media y alto Aragón, y no hay datos para pensar que dejaron de estar en esas mismas regiones tras el Imperio.

     Pero mientras los vascones pirenaicos habían sido poco romanizados, los de las Navarras de Pamplona, media y Ribera y los riojanos lo fueron intensamente. La resistencia a Toledo fue más explícita en los pirenaicos, pero hay indicios de que en el Ebro tampoco hubo excesivo entusiasmo "toledano", aunque sí épocas de dominio discontínuo visigodo. Suintilia acuñó moneda en Calahorra durante una campaña contra los vascones rebeldes y los obispos calahorranos acudieron a bastantes concilios de Toledo.

     No obstante hay que pensar que algunas diferencias que ofrecen el Pirineo y el Ebro vascones tardoantiguos parecen estribar, en parte,  en el tratamiento historiográfico visigodo que, aparentemente,  atribuía el étnico vascón solamente a los pirenaicos insumisos, quizá con ánimo propagandístico intentando separarlos de sus parientes del Ebro. Otro aspecto discriminante desde fuera debía ser el hecho lingüístico pues el euskera vascónico estaba muy vigente en el Pirineo, mientras que en el Ebro coexistía en retroceso con un latín poderoso evolucionando al romance navarro.

 

 

 

 

 

          6) Ámbito mixto excindido "Banu Casi del Ebro-

Arista pirenaicos-Distrito de Álava del reino de Asturias".

Los Banu Casi gobernadores en Pamplona, en la Ribera navarra y en La Rioja.

 

     Los Banu Casi, influyente dinastía muladíe, lideró el Ebro medio-alto durante los siglos VIII y IX. Su caudillo más genuino fue Muza ibn Muza, el 'moro Muza' de la leyenda.

A lo largo de los siglos gobernaron en Pamplona, Olite, Deio (Monjardín), Nájera, Viguera, Grañón, Calahorra, Tudela, Borja, Tarazona, y sus comarcas respectivas, es decir, en la antigua Berón-Vasconia del Ebro, que luego fue el distrito tudelano de la Frontera Superior de al-Andalus.  Incluso llegaron a gobernar en Zaragoza. Tudela fue la capital "provincial" y Arnedo residencia fija de la familia.

     

     Sin duda el componente religioso islámico y la lucha por el poder y la subsistencia fueron  directrices de los bravos Banu Casi, pero muchas veces se comprueba en su conducta el peso de su componente étnico originario y la fraternidad con el mundo vascón del 'Pirineo-Pamplona'. En efecto, durante muchos decenios caminaron juntos Íñigo Arista, el primer rey de Pamplona, y Muza ibn Muza, caudillos emblemáticos; ambos fueron hermanos de madre vascona pirenaica y, además, se registran múltiples cruces matrimoniales entre ambas estirpes. Y ambos líderes, en alinza fraterna, bascularon inteligentemente entre el poder musulmán cordobés y el cristiano de Asturias. Su impronta histórica iba a determinanar la edificación posterior del territorio genuino de Navarra pudiendo ser considerados como los arquitecto de la "Prenavarra", territorio que comprendía las tierras de los antiguos vascones y berones principalmente.

 

     En esta fase muchos enfrentamientos se registraron en el distrito de Álava, en aquella época dependiente del reino de Asturias. Con el nombre de Álava en las crónicas, en ese momento, cabe suponer denominada una región que incluiría Álava Vizcaya y parte de Guipúzcoa. Es decir el territorio de los antiguos autrigones, caristios y várdulos.

 

     La familia Banu-Casi descendería más probablemente de las antiguas estirpes de possesso-

res hispanorromanos, es decir de los vascones romanizados del Ebro. Su antroponimia cristiana, aparte de la islámica, y otros datos así lo atestiguan. (Cañada Juste), a pesar de su tipificación gótica cronística.

 

 

 

 

          7) El Reino de Navarra.

 

     La proximidad/complementariedad étnica, ideológica, cultural, militar y política entre las tierras riojanas y las navarras del Pirineo, fue fraguando unidades políticas parciales desde la Antigüedad hasta el binomio Banu Casi-Arista de los siglos VIII-IX y cristalizó naturalmente en el Reino de Pamplona-Nájera en el 923-925 (Martín Duque).

     Con la dinámica dinastía Jimena en el poder en Pamplona, las tierras del Pirineo, Pamplona, Nájera, San Millán, Calahorra, Tudela, etc, es decir toda La Rioja y Navarra llegaron a estar juntas en un estado común que compartieron junto con las provincias vascongadas en diversos tramos históricos. Este estado alcanzó la máxima cohesión y homogeneidad con el rey riojano García el de Nájera, que representó la primera ocasión de la historia en que la mayoría de tierras euskaldunas cispirenaicas, incluidas las riojanas, estuvieron bajo el mismo poder (Lacarra). El reino-estado navarro prolongó su existencia entre el 923 y 1076, y posteriormente con interrupciones hasta 1179-1200. La fractura del bloque fue debida a la política militar agresiva de una Castilla emergente y vital que terminó dominando en  La Rioja, Bureba y Vascongadas.

 

     Formando parte nuclear del Reino de Navarra (llamado también según historiografías diversas, Reino de Pamplona, Reino de Pamplona-Nájera y Reino de Nájera) la sociedad riojana consiguió el máximo protagonismo, social y político de su historia, llegando Nájera a ser capital del reino tras establecer los reyes navarros su sede en la ciudad. Sancho Garcés III, el Mayor, "señor de los vascos" para los cronistas árabes, llegó a controlar toda la Hispania cristiana del momento y su hijo el rey García Sánchez III se denominó García el de Nájera denotándose con claridad su origen riojano.

 

     En la casi toda segunda mitad del siglo XII se produce un largo enfrentamiento militar entre Navarra y Castilla, discordia donde ambas naciones pugnaban por el control de Vizcaya, Álava, Guipúzcoa y La Rioja. Sancho VI el Sabio y Sancho VII el Fuerte reinaron en Navarra y Alfonso VIII en Castilla.. Tras vicisitudes diversas donde jugaban múltiples factores además de los bélicos, en 1179 el laudo arbitral de Enrique II de Plantagenet, suegro del rey castellano Alfonso VIII, al que habían acudido Castilla y Navarra, dictaminó la propiedad castellana sobre la Rioja, arrancándola de Navarra. Tal decisión venía a validar incomprensiblemente la presencia coercitiva en Nájera y Calahorra del ejército castellano de Alfonso VI  en 1076 tras el asesinato del rey navarro Sancho de Peñalén. Esa presencia militar castellana, con toda la familia real navarra atrapada en su sede de Nájera, había imposibilitado la sucesión legítima según las leyes navarras en vigor.

A propósito del laudo arbitral de Enrique II hay que subrayar que las plazas riojanas en discordia previamente las había otorgado como arras matrimoniales el rey castellano Alfonso VIII a su futura esposa Leonor de Aquitania, hija de Enrique II de  Plantagenet, lo cual imprimió al laudo del monarca inglés de un sospechoso aroma de regalo de boda paterno. Todo ello y el diferencial de potencia militar de Castilla sobre Navarra, explican la expropiación.

 

     Dentro del mismo proceso de confrontación castellano-navarro, en el último cuarto del mismo siglo XII, Castilla logró hacerse primero con Vizcaya, y en el 1200 con Álava y Guipúzcoa. Hay que anotar también la importancia que en toda esta transición de poderes tuvo el papel jugado por las noblezas de los distintos territorios.

 

     Para acabar este punto, y resumiendo, puede decirse que los largos enfrentamientos entre Castilla y Navarra en los siglos XI y XII, el bloque formado por Vizcaya, Guipúzcoa, Álava y Rioja pasaron de Navarra a Castilla.

     Navarra quedaba debilitada en extremo; amputada de su rico componente del Valle del Ebro y sin la vía natural de expansión conquistadora hacia tierras musulmanas debido al tapón que Castilla había conseguido imponerle precisamente con la conqusita de la Rioja.

 

 

 

 

          8) Comunidad linguística medieval del área vasco-navarro-riojana.

 

     Ya se ha hablado de esta cuestión al principio, como uno de los hitos principales de la comunidad antropológica de las tres entidades.

     Efectivamente, en la Edad Media originalmente se registra en La Rioja, Navarra y País Vasco, la coexistencia de varias lenguas: el euskera en las tres zonas, el romance navarro-aragonés-riojano en Navarra y la Rioja, y el romance castellano en el País Vasco y en La Rioja. El vascuence era el componente unificador, y como descendientes del latín también lo eran los romances navarro y castellano, cuestión que se reafirmó con la supremacía del castellano en todas las zonas romances.

 

     El scriptorium de San Millán de la Cogolla tiene el título honorífico de haber redactado en forma de glosas los primeros balbuceos textuales escritos en euskera y en romance riojano (Alvar llamaba así al romance navarro-riojano-aragonés). Además, en el valle riojano del Oja  se documenta  por medio de la "fazaña de Ojacastro" la primera prueba fehaciente del uso del idioma vasco como idioma de cuna por riojanos. En dicha fazaña se describe meridianamente la primera defensa foral del vascuence de la historia. Tal defensa se realizó, no sorprendentemente,  por y para riojanos, con la aprobación posterior del fuero del rey de Castilla, Fernando III, hacia 1239-1243.

 

    No se sabe hasta cuanto perduró el euskera en las tierras riojanas. Cabe deducir que todavía se hablaría en el siglo XVI,  momento en que Axular escribió su obra Gero, donde aludía sin citarlas a otras tierras euskaldunas fuera de Navarra y el País Vasco.

 

     Aunque pocas veces se reconozca explícitamente, puede decirse, por tanto, que La Rioja ha formado parte de Euskal Herría (País del Euskera) en sentido estricto ya que ese término se acuño en el siglo XVI (Pérez de Lazárraga, 1564-1567) para el conjunto de tierras y sus pobladores hablantes del vascuence. Y parece que en ese momento todavía persistían islotes vascófonos en la Rioja. Pero, en cualquier caso, es seguro que La Rioja ha formado parte de Euskal Herria  avant la letre.

 

    Estas circunstancias lingüísticas sitúan a las tierras riojanas del medievo dentro de la "nación cultural pirenaica occidental" junto a Navarra y País Vasco y como corolario de estos aspectos cabe recordar que el insigne Menéndez Pidal afirmó y explicó que la Rioja era esencialmetente de raíz navarra.

 

 

 

 

          9) Los señoríos nobiliarios de la Rioja y sus relaciones con Navarra y las Provincias Vascongadas.

 

     Veamos someramente la evolución de la nobleza riojana a través de unas fases temporales comenzando por el momento en que la mayor parte del territorio riojano formaba parte del Reino de Navarra en los siglos X y XI, después la fase castellana del XI-XII, posteriormente la interfase pamplonés-aragonesa y navarra de nuevo y, para terminar, en su estadio en Castilla.

 

          La Rioja en Navarra de los siglos X-XI

 

     La nobleza riojana a partir de 923-925 fue de origen autóctono quizá continuación de la banucasiana anterior, o bien alavés, vizcaíno o pamplonés-pirenaico, con abundantes interconexiones dada la homogeneidad del reino. Se registran personajes tales como Diego y Fernando Díez, Álvaro Arramelliz conde de Álava con extensión riojana quizá hegemónica (Herramélluri), Nuño Álvarez, Gutier Assurez., Gutier Erméndez, el conde Laín Bermúdez en Viguera, el cual pudo estar entroncado con los Señores de Vizcaya, Fortún Galíndez de la familia pirenaica de Ribagorza, conde de Nájera entre 928 y 978 que casó con Belasquita, hija del rey pamplonés Sancho Garcés I.

En 973 dominaron en La Rioja los Velas, casa alavés-riojana.

En 1016 vemos a un Fortún Ochoiz, riojano, que será el primer representante de una larga y poderosa dinastía, los Fortuniones. Ochoiz es el patronímico de Ochoa, 'lobo' en euskera.

En 1045, en la conquista de Calahorra por García el de Nájera, los Fortuniones mandaban en los castillos de Arnedo, Autol, Jubera y Ocón, una tenaza rodeando la vieja ciudad vascona.

En 1068 se añadieron al cuadro nobiliario riojano-navarro los señores de Vizcaya, al parecer residentes en La Rioja y con ramas riojanas antiguas, que gobernaron Najera tras la muerte de Fortún Sánchez, al que llamaban eitán (palabra vasca derivada de aita-ata, padre, que venía a significar padrino, tutor) del rey García el de Nájera en Atapuerca.

Con Sancho de Peñalén seguían los Fortuniones dominando en Cameros.

 

 

 

          La Rioja en Castilla. Siglos XI-XII

 

     Cuando Alfonso VI de Castilla entró con su ejército en Nájera, 1076, aprovechando el asesinato del rey navarro Sancho de Peñalén las dos casas nobiliarias más poderosas de La Rioja, los señores de Nájera-Vizcaya y los Fortuniones, bascularon hacia el castellano. Alfonso VI confirmó a los de Vizcaya en el gobierno riojano pero los transladó al señorío de Haro, de donde tomaron el nombre; posteriormente, en 1300, un sucesor de esta rama, López de Haro, fundaría Bilbao. En Nájera, Alfonso VI dejó a su hombre de confianza, García Ordóñez de la Casa de Aza, que se casaría "estratégicamente" con una hermana del rey navarro asesinado, Sancho.

     En 1095, se confirmó el Fuero de Logroño por Alfonso VI y se ve cómo Viguera y Cameros seguían bajo el gobierno de los Fortuniones.

 

 

 

          La Rioja en la esfera de Pamplona-Aragón. Siglo XII.

 

     Cuando Alfonso I de Aragón-Pamplona casó con la castellana Urraca, hija de Alfonso VI, las tierras riojanas pasaron otra vez, sin resistencias, al ámbito navavarro. Con el rey navarro-aragonés siguieron los Fortuniones en Cameros-Viguera y los señores de Vizcaya volvieron al gobierno de Nájera. Tras el conflicto político-matrimonial entre Alfonso y Urraca, en 1111,  las tierras riojanas confirmaron su inclusión en el ámbito navarro-aragonés, pero Alfonso I trajo al conde Caixar (Cajal) a sustituir en Nájera a los procastellanos señores de Vizcaya y a los Fortuniones en Cameros-Viguera. Tras la muerte de Urraca, 1126, La Rioja siguió en el ámbito navarro-aragonés, y gobernarían en La Rioja los Ladrón de Guevara.

 

 

 

          La Rioja y las Vascongadas otra vez en Castilla, 1179-1200

 

     Hacia algo más del 1200, las tierras navarras de La Rioja y Vascongadas, y antes Bureba, ya habían quedado  incluidas en la Corona de Castilla, produciéndose un vuelco en las tenencias riojanas y vascongadas. Así, a las viejas casas dominantes en Nájera, Cameros, Calahorra, etc, de dominio navarro-riojano con expansión vascongada de la Rioja navarra, en la fase castellana les sucederán otras de dominio riojano-vascongado con expansión castellana (la Castilla Vetulla y la soriana camerana sobre todo).

 

     Fueron tres las más importantes familias nobiliarias gobernantes en la Rioja de Castilla a partir del siglo XIII: los Fernández de Velasco, los Manrique de Lara y los Ramírez de Arellano.

 

         a) Los Fernandez de Velasco.

     Esta estirpe tienee un origen controvertido entre riojano, cántabro, vizcaíno y castellano viejo. Lo cierto es que (Ladrero) en el siglo XI se pueden rastrear ancestros de la familia en una amplia zona: Asturias de Santillana, Trasmiera, Vizcaya hasta el Nervión, valles de Mena, Losa, Vadegobía y Valdivielso, cuenca de Miranda, Bureba, Rioja occidental y central, bloque montañoso Cameros-Demanda y valles del Arlanzón y Arlanza. O sea por la vieja Cantabria TardoAntigua.

     La lingüística ayuda más a situar a los Velasco y arroja algunos datos que también apuntan a un origen difuso de la saga. El nombre y apellido Velasco es vasco según Michelena, de vela 'cuervo', velasco 'lugar con muchos cuervos'. Según Menéndez Pidal vendría del visigodo Vigila. Y hay quien lo trae del latino Blas/Blasius.

     Recapitulando, es posible una génesis híbrida: raiz Vela(s)- o Bla(s)- latina , y desinencia vasca sea -co genitivo 'de',  sea el -sco diminutivo, o contractivo abundancial 'mucho'. Se corresponde esa hipótesis híbrida con el hecho de que  el ámbito donde se extendía el antropónimo Velasco en el siglo XI era dominio lingüístico doble: vasco y castellano.

     Los Fernández de Velasco, junto a sus posesiones riojanas en la Rioja alta, tenían señoríos en gran parte de Álava y Vizcaya, y por el este de Burgos y Palencia. Fue familia de gran influencia durante siglos en Castilla, donde fueron condestables.

 

          b) Los Manrique de Lara

     Esta saga fue una bifurcación del prolífico linaje de los Lara castellanos.

    Alcanzaron el dominio de Nájera reinando Enrique IV en Castilla con Pedro Manrique de Lara V, Duque Forte, 1466. Ateniéndose a una supuesta concesión real de 1465, Pedro Manrique se apoderó a la fuerza de la ciudad. Los Reyes Católicos confirmaron esa posesión en 1476 y 17 años más tarde le concedieron a Pedro Manrique el título ducal.

      Los miembros de la familia que transmitían la titularidad se denominaban a sí mismos con-
des de Treviño, duques de Nájera y señores de la larga serie de villas y lugares que integraban su mayorazgo y que incluían posesiones en La Rioja y los Cameros (Navarrete, Ocón, San Pedro de Yanguas, Villoslada, Lumbreras, Ortigosa), Palencia (Amusco), Burgos (Redecilla del Camino) o Navarra (Genevilla y Cabredo).

     Ostentaron el importantísimo virreinato de Navarra en su creación. (Guinea y Lerena).

 

          c) Los Ramírez de Arellano.

     El Señorío de Cameros siguió bajo los Fortuniones riojanos en la fase de Rioja castellana, hasta que en los reinados de Alfonso X y Sancho IV pasó a Juan Alonso de Haro I, de la Casa de Vizcaya, en la cual persistió hasta Juan Alonso de Haro III, momento en que el rey castellano, Enrique II de Trastámara, traspasó el señorío a Juan Ramirez de Arellano, de origen navarro; era el 1366. Juan Ramírez de Arellano había ayudado a Enrique II contra su hermano Pedro el Cruel en la pugna por la corona de Castilla.

Juan Ramírez de Arellano era mariscal de Navarra, señor de Arellano, Subiza, Allo, Cárcar, Lerín, Lodosa y Ujué y otros lugares del reino pirenaico. La dinastía era de origen real navarro y ostentaba el dominio en La Sonsierra, La Solana, Vidaurreta y otras comarcas navarras. El estado de los Arellano en La Rioja no sólo fue riojano-soriano camerano sino que fue adjuntando pueblos y territorios de diversos lugares de la Rioja media y baja como Murillo, Ausejo, Alcanadre, etc, y villas navarras como Sartaguda, etc. Su extensión llegó a ser inmensa a ser muy grande. Con el tiempo se fue atomizando por las sucesiones sucesivas. (Moreno).

 

     En conjunto, los dominios de estos linajes riojanos ofrecen un carácter riojano-vascongado con extensión castellana vieja. o sea una impronta vasco-cántabra según la Cantabria pensada por el Vasco-Cantabrismo (ver más adelante), territorios que coincidían con las tierras del previo Reino de Navarra tomadas por Castilla. Respecto al origen de los nuevos linajes, vemos que abarcaba los ámbitos riojano, vascongado, cántabro, la Castilla primitiva, e incluso, caso de los Arellano, su extracción era puramente navarra.

 

     Visto con suficiente perspectiva la sucesión de la nobleza riojana, sus ámbitos y sus raíces, se  detecta por lo tanto una suerte de continuidad  en los poderes señoriales regionales de esos territorios riojanos y vascongados, incluso tras el paso de la órbita navarra a la castellana.

 

 

 

 

          10) Unidad riojano-vasco-navarra multisecular en instituciones eclesiásticas medievales y modernas.

 

     A lo largo de la Edad Media y Moderna una institución eclesiástica, la Diócesis de Calahorra y otra mixta, la Inquisición, prestarán unidad administrativa, religiosa y civil, a las Provincias Vascongadas, Navarra y La Rioja.

 

 

          a) La Diócesis de Calahorra

 

     La diócesis abarcó durante casi 1000 años, La Rioja, Álava, Vizcaya, la franja guipuzcoana occidental desde el Deva, pueblos de la Ribera navarra, pueblos de Burgos oriental y pueblos del norte de Soria, acercándose el conjunto, curiosamente, al territorio del reino de Navarra con García el de Nájera en el siglo XI más las comarcas de Alfaro y Tudela (complementado, claro está, con el de la Diócesis de Pamplona).

En 1862 se creó la diócesis de Vitoria que incluyó las provincias vascas y en 1956 se desgajaron de Calahorra los pueblos navarros y sorianos.

 

     El espectro territorial vasco-navarro-riojano de la diócesis calahorrana durante mil años implicaba profundas vinculaciones transhistóricas entre esas comarcas, y en un sentido "efectual" la generación o persistencia de lazos ideológicos dada la gran importancia de la Iglesia como creadora de superestructuras e identidades. En la práctica supuso, además, un contínuo transvase de gentes de unas zonas a otras dentro de ese ámbito (clero, familiares de clérigos, funcionarios, canteros, etc).

En otro orden de cosas, aunque en relación a este hecho, hay que mencionar la actitud respetuosa de los obispos de Calahorra hacia el euskera hablado en su diócesis al facilitar la predicación y la edición de catecismos en el idioma vasco en el siglo XVI. (Brioso, Asín)

 

 

          b) El Tribunal de la Santa Inquisición de Navarra

 

     Este tribunal tuvo sedes sucesivas en Calahorra, 1492, Durango 1499, Estella 1513, Tudela 1516, Calahorra de nuevo 1521 y Logroño 1570.

El territorio de su competencia abarcó las Provincias Vascongadas, Navarra, La Rioja, franjas orientales de Cantabria y Burgos por la sierra de Oca hasta San Vicente de la Barquera, y el obispado de Tarazona por Soria hasta el límite de Aragón  Tal territorio coincidía llamativamente con las tierras del reino de Navarra de García el de Nájera más las comarcas de Alfaro y Tudela. El Tribunal tuvo asiento riojano durante más de 300 años.

     Se llevaron a cabo innumerables procesos siendo el más conocido el de "las brujas de Zugarramurdi" tras el que seis mujeres del Pirineo navarro fueron quemadas en Logroño.

Entre las competencias de la Inquisición estaba el control ideológico de la población a su cargo, o sea, la represión de las grandes herejías judaizantes, arabizantes, protestantes, de la solicitación, la bigamia, etc; de los delitos contra el Santo Oficio, y, a partir del siglo XVI, de toda producción escrita subversiva que circulase. Tuvo importancia, sin duda,  el carácter fronterizo de la jurisdicción, dadas las corrientes protestantes en Francia y en la Baja-Navarra. Además, en relación a esta última, la Inquisición desarrolló un papel disuasorio de los intentos de rebelión en la Alta-Navarra tras su reciente conquista por Castilla.(Torres).

 

 

     Así pues, la duración multisecular de ambas instituciones en el área vasco-navarro-riojana no fue meramente avatar administrativo, su larguísimo tiempo de vigencia lo contradice. La Diócesis y el Tribunal fueron una expresión de uniformidad ideológica multifactorial (lengua, historia, tradiciones, constumbres, etc) en el conjunto y además contribuyeron, junto con las casas señoriales y el vasco-cantabrismo, a mudar la identidad riojana desde lo navarro-riojano de la Edad Media hacia lo riojano-cántabro-vizcaíno de la Edad Moderna.

 

 

 

 

 

          11) La "identidad riojana" en la Edad Moderna: El Vasco-Cantabrismo y la "Nación Vizcaína"

 

     En la Edad Moderna las tierras de la actual CA de La Rioja no formaban una unidad ni sus habitantes sentían una identidad riojana como tal.(Gómez Urdáñez). Sin embargo hay datos que sugieren la existencia de sentimientos identitarios específicos en los riojanos de los siglos XV, XVI, XVII.

     Tales datos son:

-la comprobada militancia de riojanos ilustrados en el credo vasco-cantabrista.

-la inclusión de La Rioja en unidades religioso-administrativas generadoras de identidad (jurisdicciones vasco-navarro-riojanas de la diócesis de Calahorra y de la Santa Inquisición ya descritas antes).

-la pertenencia de muchas tierras, ciudades y villas riojanas a señoríos de raiz o espectro macrorregionales (vasco-navarro-castellano viejo-riojano), cuestión ya tratada antes. 

-pertenencia de los estudiantes riojanos en Salamanca a la "Nación Vizcaína".

-el mapa de Tomás López en 1750.

-etc.

 

     El sentimiento identitario riojano de la Edad Moderna fue el riojano-vasco-cántabro o riojano-vizcaíno.

 

          El Vasco-Cantabrismo.

     Durante los siglos tardomedievales y en la Edad Modederna se gestó una teoría que trataba de explicar el porqué y las circunstancias generatrices del pueblo vasco. Partía del Tubalismo que, en ambientes vasco-navarro-riojanos, comprendía diversos apartados como el vascoiberismo, el monoteismo ancestral de los vascos, y el vascocantabrismo.

     Ya se ha hablado antes de la gran problemática que ha existido y existe en la interpretación de las diversas Cantabrias históricas. El Vasco-Cantabrismo explicaba que la Cantabria que nunca se rindió a Roma en la Antigüedad era en realidad el nombre que los autores clásicos daban al País Vasco Antiguo; y que tal autonomía había otorgado al pueblo vasco su carácter y peculiaridad y había posibilitado la pervivencia del euskera, isla lingüística preindoeuropea en Europa.

     Militaron en el vascocantabrismo autores de la talla de Garibay, Poza, Larramendi, Pérez de Elezárraga o el riojano padre Mateo de Anguiano. Desde el principio aquella Cantabria antigua ideada en la Edad Moderna tuvo impronta vizcaína.  Así pues, lo cántabro era igual a lo vasco y lo vasco era igual a lo vizcaíno; la lengua cántabra, por tanto, era la lengua vasca o vizcaíno. En el vascocantabrismo militaron autores vizcaínos, guipuzcoanos, alaveses, navarros, vascos ultrapirenaicos y riojanos. Para muchos de ellos la Euskal Herría Primitiva comprendía las tres provincias vascongadas, Navarra, el País vasco-francés, La Rioja, e incluso, Bureba, Mena, Losa de Burgos y Cantabria del Este hasta Castro. Curiosamente, ámbito coincidente grosso modo con el reino de Navarra de García el de Nájera más las comarcas de Alfaro y Tudela.

 

     En La Rioja se afiliaron al vascocantabrismo Alvia de Castro, el padre Fray Mateo de Anguiano, González de Tejada, López de Zárate, etc. Mateo de Anguiano escribía: Difta la Estrella legua y media de la Villa de Haro, y en confirmacion de lo dicho, hallamos en el contorno de effa Villa, los lugares de Ollauri, Ciguri,Remelluri, Oxanduri,Saxazaharra, y otros muchos femejantes, y tambien los pagos de Pazeta, Motullere, y otros, cuyos nombres soon todos Vizcaynos, con mas ò menos corrupcion del antiguo Vafcuence; y ello mifmo hallamos en varios pagos, pueblos y fitios del Valle de Ezcaray, seis leguas mas arriba de la Eftrella, y cafi en toda la Rioja, alta, y baxa.

 

     Con independiencia de la validez/invalidez de la teoría vascocantabrista, lo interesante es que vemos a riojanos ilustres de los siglos XVI, XVII y XVIII pensar y sentir la unidad ancestral de La Rioja, País Vasco y Navarra en la Cantabria Antigua, lo cual indica sin duda que tal ideología , manifiesta o latente, era ampliamente aceptada, siquiera tácitamente, en las tierras riojanas.

 

          La Nación Vizcaína.

     Otro dato documentado que avala ese carácter identitario riojano-vizcaíno de los riojanos de la Edad Moderna es: la afiliación a la "Nación Vizcaína" de los estudiantes riojanos en Salamanca (Huarte). En efecto, en la Universidad de Salamanca, la masa estudiantil se dividía en "naciones" de cara a ciertas actividades y alianzas. Allí funcionaban la Nación Castellana, la Gallega, la Aragonesa, la Vizcaína, etc. En la Nación Vizcaína se incluían los estudiantes vascos, navarros y riojanos.

     Dentro de este parámetro, también se cita que el Marqués de la Ensenada, siglo XVIII, riojano de Hervías, superministro de los Borbones, se alineaba en la corte madrileña con el "partido vizcaíno" con ilustres políticos y cortesanos vascongados (Gómez Urdáñez).

 

     En este orden de cosas hay que añadir el mapa del cartógrafo Tomás López en 1750, entre otros, que desmarcó a La Rioja de Soria y Burgos y la incluyó delimitada en la demarcación de Vizcaya junto con Álava también delimitada, y Guipúzcoa, Vizcaya y parte de Cantabria, no delimitadas,  etc.

 

 

 

          12) Siglo XIX. Guerra de la Independencia.

Creación de la Provincia de Logroño. "La gran Rioja".

     En el siglo XVIII comenzó a fraguar una identidad riojana diferenciada.

La idea de una Rioja separada de Soria y Burgos se había venido asentando dando lugar a la constitución de la Real Sociedad Económica de Cosecheros de la Rioja Castellana (para diferenciarla de la Rioja alavesa), sociedad con intenciones manifiestas de tipo económico, preferentemente, como su propio nombre indica. La entidad promovió la construcción de caminos carretiles para  facilitar la comunicación con las provincias vascongadas y Santander y, particularmente, los intercambios comerciales y el transporte del vino (Llorente).

 

     La idea fue creciendo dándose la circunstancia de que en la Guerra de la Independencia, 1808, pertenenciendo La Rioja administrativamente a las provincias de Soria y Burgos, se constituyeron "Juntas Locales de Insumisión" por toda La Rioja y una en Soto de Cameros con pretensiones globalizadoras denominada "Junta de la Comisión de Armamento e insurrección General de La Rioja" presidida por don Juan de Arbizu. Paralelamente y de.forma espontánea había nacido la "Junta de Rioxa y Álava".  Pero desde Cádiz, poder central de la España antinapoleónica,  se decretó la integración orgánica del organigrama juntero riojano en la estructura militar con mando en Soria y Burgos.

 

     En diciembre de 1812, todavía en guerra, se produjo el hito de la Asamblea de Santa Coloma con representación de 59 pueblos riojanos en la que se solicitó del Consejo Supremo de Regencia la creación de la Provincia de La Rioja. Fue el primer intento importante y organizado de creación de la provincia.

     Después de esto, en 1822, en pleno trienio liberal/constitucional, La Rioja consiguió el estatus de provincia en el proceso global de la nueva división provincial del estado español.

 


          La "Gran Rioja"

     Aquella provincia, provincia de Rioja al principio, llamada provincia de Logroño finalmente, comprendía:

-la actual CA riojana.

-la Rioja alavesa.

 -la Riojilla burgalesa (Belorado, Pradoluengo, San Miguel de Pedroso, San Vicente del Valle, etc.).

-la Riojilla soriana (parte de la tierra de Yanguas, Agreda, San Pedro Manrique, etc).

-parte de la Rioja navarra (Viana, Tudela, Cintruéñigo, Fitero, etc).

 

     No se definieron macrorregiones multiprovinciales.

 

    Vemos pues que la segregación riojana de Castilla en el XIX estuvo ligada en origen a la tendencia riojana de ligazón con las provincias vascongadas, anhelo en principio manifestado en clave comercial (Llorente, Merino), aunque cimentado sin duda en criterios ideológico-etnológicos más o menos explícitos. Se logró plasmar, pues,  la Gran Rioja que incluía una buena parte de su ámbito histórico-geográfico-antropológico natural.

 

    Sin embargo, diversos avatares políticos, entre ellos la reacción absolutista y la primera  guerra carlista, operarían a la baja para que por Decreto de 1833, en una nueva reorganización provincial, La Rioja viese reducido su ámbito provincial a prácticamente su extensión actual, denominándose  'Provincia de Logroño', incluida en una macrorregión, Castilla la Vieja. Hay que hacer notar que tal inclusión de la Rioja en Castilla la Vieja,  en realidad no tenía ninguna funcionalidad orgánica ni administrativa.

 

 

 

          13) Siglos XIX y XX.

Intentos vasco-navarros de construir una Euskal Herría/Euskadi/Navarra con La Rioja.

Intentos riojanos de construir un País Vasco-Navarro-Riojano.

 

     Desde que La Rioja fue arrancada definitivamente al reino navarro en el siglo XII,  Navarra intentó la recuperación de la Rioja luchando en el campo de batalla y reclamando oficialmente los territorios arrebatados. Desde Castilla, por otro lado, personalidades relevantes, movidas por intereses políticos, prometieron repetidamente  la devolución al reino navarro de La Rioja, Vascongadas y  Bureba. Todo ello se documenta en testamentos de reyes castellanos, peticiones navarras, manifiestos, pactos político-militares, promesas, etc,  sin que finalmente nunca se llegara a nada concreto.

     Quizá el más importante acontecimiento de los intentos de vuelta de la Rioja a Navarra fue la recuperación por Carlos II de Navarra de algunas plazas riojanas, Logroño, Calahorra, Alfaro, Navarrete, etc, en el siglo XIV, posesión que pudo mantener durante unos pocos años.

 

     La historia sería inmisericorde con la territorialidad de Navarra y más tarde, en el siglo XV Castilla se comería otro bocado navarro al conquistar la llamada Sonsierra Navarra, pasando entonces las últimas plazas riojanas (Rioja alavesa, y las actuales villas de la CA, San Vicente de la Sonsierra, Ábalos, Briñas, etc) definitivamente a Castilla.

     Más tarde, en 1512, en el marco de una complicada política europea, con Francia, el Vaticano, Inglaterra, Castilla, etc,  jugando sus bazas respectivas, las tropas castellanas al mando del Duque de Alba y siguiendo la directriz política del habilísimo Fernando el Católico que controló de cerca la campaña desde Logroño, entrarían al territorio navarro. La superioridad militar castellana era flagrante y Navarra sufría la crónica fractura entre agramonteses y beamonteses, siendo estos últimos procastellanos. Tras diversas resistencias militares y políticas navarras, sobresaliendo la de Tudela, Navarra pasaría a la corona de Castilla. Hay que decir que en las tropas castellanas invasoras militaban abundantes contingentes guipuzcoanos, vizcaínos, alaveses y riojanos.

 

     A título recapitulativo y como si fuera una abstracción del pasado, parece haber persistido en el substrato ideológico de los pueblos vasco, navarro y riojano una cierta memoria de los tiempos pretéritos y de la historia, con todos sus avatares unidades, lisis y contradicciones.  Quizá por todo ello, además de por otros factores más concretos y precisables, se han producido durante los siglos XIX y XX  varios intentos de reunificación política entre las tres entidades. Algunas partieron del mundo vasco-navarro otras del riojano.

 

 

          A) Intentos del mundo vasco-navarro para integrar a La Rioja.

 

          a) "Proyecto Serafín Olave", siglo XIX.

 

     El anteproyecto de Constitución Navarra de Serafín Olave, Representante de Navarra en la Asamblea Nacional del  Partido Federal de Pi Margal, se había presentado en Tudela y Calahorra. En dicho anteproyecto en la Base 2ª constaban varios puntos de los cuales entresacamos el 1º y el 4ª:

 

     1º/ Navarra, dentro de sus actuales límites, se constituirá en región, porque está dispuesta a admitir una libre reincorpotacióin de los territorios de Rioja, Vascongadas y sexta Merindad de Ultrapuertos (hoy francesa), que antes fueron navarros; constando ya que, en algunos de ellos, existe la patriótica tendencia a tan fraternal y conveniente unión, cuando las circunstancias lo permitan.

     4º/ Con el fin de auxiliar la tendencia de reincorporación a Navarra indicada el el párrafo 1º, se conceden los derechos de ciudadano navarro a los riojanos, vascongados y navarros franceses de la sexta Merindad de Ultrapuertos que lo soliciten, con rebaja de la cuarta parte del tiempo en cada caso de los especificados; y residencia en los expresados territorios, donde pueden prestar gran servicio a la propaganda de la idea anexionista, se considera  como dentro de Navarra para todos los efectos legales. (Los subrayados en negrita son míos).

 

     El proyecto de Olave tuvo su recíproco en La Rioja con la "Constitución Republicana Federal del Estado Riojano", en Haro, el 23 de abril de 1883, que contemplaba la unión federalista con Navarra (Díez).

 

 

          b) Anteproyecto de Constitución Vasca de 1940.

 

     En el siglo XX, tras la guerra civil española, el gobierno vasco en el exilio londinense representado por el Consejo General Vasco  bajo la presidencia de don Manuel Irujo, hombre ilustrado, dirigente político del PNV y  ministro de la II República Española, preparó un anteproyecto de Constitución Vasca donde se lee:

Artículo I. Euzkadi, la Nación Vasca, se constituye en Estado, bajo el régimen de una República Democrática.

La República constituye un Estado integral compatible con la autonomía de las Regiones y de los Municipios.

Artículo 2. Todos los vascos son iguales ante la ley.

Artículo 3. La lengua nacional vasca es el euzkera. Los idiomas oficiales del estado Vasco son el Euzkera y el castellano, en régimen bilingüe. Todas las disposiciones oficiales serán publicadas en ambas lenguas para su validez.

Artículo 4. La capital de Euzkadi es Bilbao.

Título I: Organización del Estado

Artículo 5. El territorio vasco es el integrante del histórico Reino de Navarra, dividido en las Regiones de Navarra, Vizcaya, Guipúzcoa, Álava, Rioja, etc....... (los subrayados en negrita son míos).

 

 

 

 

          B) Intentos riojanos de formación de una entidad politica conjunta con País Vasco y Navarra.

 

     Además del citado anteriormente "Constitución Republicana Federal del Estado Riojano", en Haro, el 23 de abril de 1883, que contemplaba la unión federalista con Navarra, seleccionaremos dos procesos importantes, ambos acaecidos en el siglo XX::

 

a) El movimiento de unificación vasco-navarro-riojano iniciado en junio de 1931 por la Cámara de Comercio de Logroño y

b) Las propuestas generadas en La Rioja por grupos políticos, asociaciones y personalidades riojanas diversas en la Transición española de los finales años 70 para integrar a La Rioja en una CA unitaria con el País Vasco y Navarra.

 

 

 

          a) Propuesta de la Cámara de Comercio de Logroño, 1931. (Navajas)

 

     En 1931, la proclamación de la II República reciente, se inició la reorganización territorial del Estado, y fue entonces cuando la Cámara de Comercio de Logroño publicó una circular donde se proponía la integración de La Rioja en una región administrativa autónoma junto con el País Vasco y Navarra. La circular se envió a los organismos oficiales, políticos y económicos riojanos, ayuntamientos, sindicatos, etc. En el escrito se aducían "motivaciones históricas y económicas". La acogida fue cálida con adhesiones múltiples en el mundo político, periodístico, intelectual, económico, y religioso y en todo el espectro ideológico riojano a lo largo del mes de junio . También se alzaron voces en contra más o menos matizadas que oscilaban entre la pretensión de una Rioja en solitario y la unión con Castilla.

Paradigmas de las adhesiones fueron, la del alcalde de Logroño don Amancio Cabezón, que apoyaba la propuesta en base a "razones de raza, económicas y comerciales", o la del industrial conservero calahorrano Pedro Baroja que mostraba su simpatía por la propuesta "por añoranza racial y por conveniencia económica".

    En menos de un mes se adhirieron oficialmente a la propuesta los representantes municipales de una cuarta parte de la población rionana, entre ellos los ayuntamientos de Logroño, Nájera, Soto, Quel, Fuenmayor, Murillo, Alberite, etc, organismos como el Ateneo Riojano, el Consejo Regulador de la marca 'Rioja', el obispo de la diócesis, el Monasterio de Valvanera, el Colegio Odontológico Riojano, la Asociación del Magisterio de La Rioja, etc, y múltiples personalidades riojanas a título particular.

 

     Se transmitió la propuesta a la Diputación riojana, que asumió la dirección del proceso, y a las Diputaciones  de las provincias vascongadas y navarra, llegándose a tratar en la guipuzcoana conjuntamente las incorporaciones al País Vasco de La Rioja y Navarra.

 

     Convocada por la Diputación Provincial riojana se realizó una asamblea en el Instituto Sagasta de Logroño participando todas las corporaciones municipales cabeceras de partido, aprobándose por mayoría el estudio y valoración del plan y nombrándose  comisiones de estudio, de acción, comités y subcomités por toda la región, etc

 

     A primeros de junio se publicó el anteproyecto del Estatuto Vasco en Bilbao, el cual contemplaba en principio cuatro territorios, Vizcaya, Guipúzcoa, Álava y Navarra, y admitía la adhesión de territorios contiguos al País Vasco en clara referencia a La Rioja, exigiendo mayorías adhesionistas amplias.

Concurrió más tarde la problemática navarra al respecto, lo cual detuvo todo el procedimiento.

Finalmente la autonomía de Euzkadi estuvo formada por Vizcaya, Guipúzcoa y Álava, sin Navarra ni La Rioja.

Sin embargo en 1936 todavía se registraron algunos  conatos riojanos "adhesionistas".

 

 

 

          b) Movimientos políticos en La Rioja hacia Euskadi y Navarra en la Transición.(Aguirre).

 

     En la llamada Transición Democrática en España, 1975-1982, se produjo la ordenación territorial del estado en Comunidades Autónomas.

En La Rioja las fuerzas políticas y sociales plantearon tres alternativas:

-comunidad uniprovincial.

-unión en una CA con País Vasco y Navarra.

-unión a Castilla la Vieja.

 

     Los partidos Socialista y Comunista riojanos y personalidades varias de la UCD, ante la insegura viabilidad de una autonomía uniprovincial manifestaron su tendencia a la unión con País Vasco y Navarra.

     AP y UCD mostraron su apetencia por Castilla.

     Otros partidos menores de izquierda y derecha apostaron por la autonomía uniprovincial aunque la situación era compleja y las decisiones paradójicas. Es el caso del Partido Carlista Riojano que oficialmente apoyó la autonomía uniprovincial y, sin embargo, en su órgano oficial Esfuerzo Común se venían escribiendo artículos como el que se titulaba en gran grafía: "La Rioja es tierra vasca".

     En realidad ocurría que en toda aquella avalancha de juicios, declaraciones y proclamas en pos de la autonomía, aunque en las manifestaciones de las diversas personalidades políticas o sociales provasco-navarras se aducían motivaciones fundamentamente económicas, había una inteligencia subyacente que comprendía otras causalidades de tipo político, histórico, étnico, etc.

 

  Respecto a las asociaciones, sobre todo los activísimos "Amigos de La Rioja" y movimientos de masas por fuera de los partidos, muy importantes en el proceso, se apuntaron diversas tendencias dominando los aspirantes a la autonomía uniprovincal y los que ansiaban la unión con el País Vasco y Navarra o ambas opciones  según en qué condiciones.

 

     Finalmente se admitió desde Madrid la autonomía uniprovincial.

 

 

 

 

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Rumbos riojanos: El vascuence en La Rioja.
Publicado en la revista del Colegio de Médicos de La Rioja. nº

     Se sabe hoy día que el vascuence es uno de los idiomas propios riojanos. Es decir uno de los idiomas maternos, de cuna, que se ha hablado en la Rioja durante siglos en amplias áreas de su geografía y por proporciones considerables de población riojana autóctona. Los otros idiomas propios riojanos son el celta, el latín, el árabe, el romance riojano y el castellano. El vascuence, el castellano y el árabe se mantienen vivo hoy. Por otro lado pudiera ser el vascuence el idioma primigenio de la Rioja, un idioma que se perdería en la noche de los tiempos, quizás en el Neolítico.
     El debate que la historiografía y las ciencias filológicas tienen al respecto no se plantea sobre la esencia de la primera afirmación sino sobre la última, es decir sobre la exacta extensión en el tiempo y en el espacio del euskera en la Rioja. Muchos autores se han ocupado de este tema y en todos es posible encontrar datos valiosos. Entre las autorías, sin intención de agotar la nómina, cabe destacar a Menéndez Pidal, Rittwagen, Hubschimd, Casimiro Govantes, Emilio Alárcos, Antonio Tovar, Manuel Alvar, Caro Baroja, Bosch Gimpera, A. Irigoyen, L. Michelena, Ricardo Ciérbide, G. Ollé, etc. Entre los regionales, J.B.Merino Urrutia (1), Alfredo Gíl del Río (2), M. Lecuona, J.B.Olarte, Cesáreo Goicoechea, Jimeno Urío, Rufino Gómez, Saínz de Pezonaga, Rodríguez de Lama, etc. Y una larguísima relación de actuales profesores riojano como C.García Turza, Urbano Espinosa, A.González Blanco, González Bachiller, Balbina Rodríguez, Carmen Ortíz, A.Sánchez Vidal y otros.

     La Toponimia
     Un indicador del uso de un idioma en una región cualquiera es su onomástica. La Onomástica es la ciencia lexicológica que estudia los nombres propios de una región, y una parte de ella es la Toponimia, o sea el estudio de los nombres de los lugares. En la Rioja la mayor densidad toponímica euskérica se da en la cuenca de los Oja-Tirón y en la Sierra de la Demanda, sin que se halle restringida a estas comarcas. En estas zonas la toponimia mayor en vascuence de las cuencas bajas ofrece un predominio de términos con desinencias -uri, uli, -urri (pueblo o villa de) tales como Ollauri, Herramélluri, Cihuri, Galbárruli, Ochánduri, Cuzcurrita, Naharruri (actual Casalarreina), etc. También se dan palabras sin tales desinencias, Sajazarra, Zarratón, etc. Hacia el sur y ascendiendo casi desaparecen esas desinencias, y así encontramos topónimos poblacionales tales como Ayabarrena, Zaldierna, Azarrulla, Ulizarna, Uyarra, Anguta, Amunartia, etc.; Zamaca, Guisalza, Arto, Oja, etc. como toponimia fluvial, y en la orotoponimia se dan las Sierras y/o Picos de Arandio o Arandia (la actual Demanda, documentada por Merino Urrutia, s.XVIII), Urbaña, Chilizarrias, Ormazas (Ormazabal, documentada por Merino en s.XVIII) etc.
     En el apartado de la toponimia menor de estos ámbitos hay que acudir sin duda a Merino Urrutia que reunió la toponimia menor actual y la que entresacó del Catastro de Ensenada (1751-52) de donde comprobó la gran disminución de las denominaciones en vascuence entre las dos épocas. Ello le dio pie para afirmar que la densidad toponímica eusquérica en la zona era un fenómeno dinámico a la baja. En cualquier caso el número de "microtopónimos" vascuences recogidos por Merino tan sólo en el conjunto de Ezcaray, Ojacastro, Zorraquín y Valgañón, supera los mil doscientos.
     La densidad toponímica eusquérica en la Rioja va decreciendo a medida que recorremos la comunidad hacia el este. Igualmente se comprueba que las cifras de términos documentados en el pasado superan ampliamente las del presente. No obstante es llamativa la relativa regularidad de "orotoponimia" vasca en las grandes sierras y picos del sur, mojones naturales meridionales de la Rioja. Vaya una somera relación: Sierras de Urbión, Hormazas (doc. Hormazabal), Achena, Urguilla, La Hez (doc. como Alaiz y Laiz en mapas de amojonamientos, Arnedo s. XVIII,), Peña Isasa, etc. Quizás esto se deba a la calidad de hitos sin dueños y altamente referenciales de los picos y sierras, lo que dificulta un cambio radical y aleatorio de sus denominaciones, estando entonces más sujetas a la lenta evolución lingüística de las gentes y a la fosilización de voces ancestrales.
     Respecto a la toponimia mayor eskérica poblacional de la geografía riojana fuera del área Oja-Tirón los vocablos están muy alterados y el estrato vasco es lejano y a veces poco perceptible, fruto sin duda de su erosión y remodelación por hablantes no vascófonos en celta, latín, árabe, romance y, principalmente, en castellano. Entre estos términos cabe citar Uruñuela, Lueza, Buzarra, Arrubal, Peroblasco (Velascurri, doc. s. XII), Calahorra (la Calagurris vascona del siglo I a. C. y posteriores), la Ilurcis-Gracurris vascona en los mismo tiempos (en la actual Alfaro), Igea, etc.
     La toponimia mayor fluvial es problemática, pero Leza, Iregua, Tirón y Oja parecen tener substrato vasco. Najerílla remite a Nájera y aquí hay mucha discondarcia (árabe, latín y vasco son los más apoyados), Cidacos es más probablemente celta y Alhama es claramente árabe.
     También la toponimia menor vasca de la parte riojana fuera del área Oja-Tirón-Demanda, es decreciente hacia el este y hacia el Ebro, y ello quizás refleje la intensidad de la celtización, la romanización y de la implantación árabe. De todos modos nunca desaparec y sirva de ejemplo el de un pueblo querido y entrañable para mí, Alcanadre, mi pueblo. El "macrotopónimo" Alcanadre es claramente árabe (del plural fracto Algamater, según Vernet Ginés y Asín Palacios). la mayoría de sus topónimos menores son de etimología castellana o latina, algunos otros son de naturaleza dudosa y susceptibles de interpretación diversa, y hay unos pocos con elemento vasco claro: Valdarrete, los Arrachales (al lado de otro denominado La Laguna; arranchale es pescador en vasco), Soto Gorría en Aradón, posteriormente Soto Rojo, "lo de Imaz", en común con Mendavia, y alguno más.

     Fuentes documentales
     Las Glosas Emilianenses son los textos más antiguos conocidos en romance y en vascuence, datando del siglo X. El texto romance, los primeros "balbuceos" del castellano (aunque quizás sería más correcto decir romance riojano-navarro-aragonés) delatan tanto como los textos en vasco la calidad vascófona del monje glosador. Este monje que se hallaba en el escritorio copiando textos latinos, posiblemente para entenderlos mejor, escribió al lado de las líneas en latín traducciones en romance y en vascuence, los idiomas propios de la calle y entornos del río Cárdenas..
     En Gonzalo de Berceo, excelso escritor riojano, nombrado el "primer poeta en lengua castellana", es posible encontrar palabras, giros y estructuras sintácticas, etc., que delatan influencia del vascuence. Quizás Berceo fuese bilingüe ya que utiliza voces de ambos idiomas, pero las vascas son una minoría. Es bastante probable que para esas fechas, s XIII, esta lengua se hallase en declive en el valle del Cárdenas..
     En diversos archivos medievales se hallan en las relaciones de nombres de gente riojana, tratamientos familiares vascos, principalmente aita o eita (padre), ander (señor), ama (madre), anaya (hermano), amuña (abuela), términos que se llegaron a convertir en antropónimos.
     Merino Urrutia dentro de su persistente y valiosísima labor investigadora en los archivos riojanos dio con un texto, "fazaña", en el que se obligaba en el s.XIII a respetar un fuero de los habitantes de Ojacastro (entonces Ojacastro abarcaba amplias zonas del valle del Oja y Ezcaray era lugar dependiente). Por este fuero, en los juicios de faltas, los habitantes de la comarca podrían expresarse en vascuence para mejor defenderse. Lo cual prueba la existencia de población monolingüe en vascuence y bilingüe en castellano y vascuence. Posteriormente, dada la supremacía del castellano, idioma de la administración y de los poderes públicos, el vascuence iría decreciendo en la Rioja y se admite como fecha probable de desaparición alguna no posterior al siglo XVI (3).

Debate Historiográfico (4).
     Las distintas posturas sobre la historia del vasco en la Rioja se sistematizan en tres grupos.

1. Tesis repoblacionistas medievales.
     C. Sánchez Albornoz supuso a la Rioja Alta tierra despoblada hacia el 900 (estrategia de la "tierra de nadie", muralla defensiva de los reinos cristianos contra los árabes). Así que como región perteneciente al reino de Navarra, fue repoblada por gentes vascófonas, principalmente alavesas y vizcaínas. En esa línea, Emilio Alarcos postuló que el sufijo -uri (pueblo de..) hallado en la toponimia mayor poblacional de la cuenca baja del Oja-Tirón (Ollauri, Herramélluri, Cihuri, etc.) era evidencia de gentes alavesas que designaron de esta forma a sus nuevos lugares de asentamiento. Por ejemplo Herramélluri sería "pueblo de Herramel", siendo Herramel, antropónimo celta, el nombre de un señor alavés asentado allí. En realidad estas tesis necesitan, además de otras fundamentaciones, de un escueto y enigmático texto de Estrabón, geógrafo griego del s. I d. JC, que sitúa en la Rioja central a los berones, de los que afirma que son "producto de la transmigración cética". También se exige que la celtización hubiese sido total, con borramiento de cualquier residuo cultural previo.
     Pero tales posturas pasan por ato diversas consideraciones. Una es que investigación reciente disiente sobre la pretendida despoblación de La Rioja Alta. Otra es que no se sabe realmente el grado de celtización en el territorio riojano ni el de aculturación que ella pudo traer respecto respecto a la situación anterior. Otra es que una franja occidental de la Rioja era de los austrigones, tribus que ocupaban hasta el Cantábrico en Vizcaya, y que la Rioja Baja y parte de la media era de los vascones, tribus a las que suponer un idioma celta atrae muchas contradicciones, etc.

2. Tesis repoblacionistas precoces.
     Mantenidas fundamentalmente por L. Michelena, el cual fundándose sobre todo en criterios filológicos adelanta el asentamiento del idioma vasco en la Rioja a la época visigoda, en concreto a un periodo amplio de los siglos V al VIII, merced a hipotéticas repoblaciones del área riojana por gentes originarias de más al norte.
Esta perspectiva disminuye las dificultades lingüísticas con respecto a las anteriores pero no elimina las historiográficas.

3. Origen prerromano.
     Con diversos matices esta posición ha sido defendida por grandes figuras de la filología, etnología y antropología española como Antonio Tovar, Manuel Alvar y Caro Baroja entre muchos otros.
     El riojano Merino Urrutia es también uno de sus principales valedores, y se opone a Alarcos argumentando por ejemplo que las desinencias -uri ("marcadoras" de repoblación) ya no se hallan en la cuenca alta del Oja, y que las conclusiones de Alarcos quizás válidas para las tierras bajas, ya no son aplicables en los amplios solares del valle medio ni en el área serrana.

Estelas funerarias de época romana en las Sierras Riojanas
     Unos hallazgos relativamente recientes pueden dar luz y orientar el anterior debate historiográfico, favoreciendo la tercera de las posiciones anteriores, la del origen en estadios prerromanos. Se trata, como dice Martín Martínez Saenz de Jubera en su trabajo "Onomástica Vasca en La Rioja", de un original conjunto de estelas funerarias de época romana recogidas en las publicaciones del profesor Urbano Espinosa Ruiz. Estas estelas se han hallado en las cuencas altas del Leza y Juber, y en las del Cidacos y Linares en la Rioja Soriana.
     El trabajo de Martínez Saenz de Jubera trata del análisis de diversos términos que aparecen en tales estelas. Para ello sigue la metodología que el alto especialista en la materia J. Gorrotxategi utiliza en el análisis de las ya emblemáticas estelas aquitanas, en el que quedó definitivamente demostrado que el vascuence era el idoma propio de la Aquitania francesa desde épocas prerromanas (Estudio de la Onomástica vasca en Aquitania. Joaquín Gorrotxategui. Bilbao. 1984). El trabajo de Martínez Saenz de Jubera analiza pormenorizadamente varios términos de las estelas (posteriormente han surgido nuevos trabajos al respecto), concluyendo y probando su naturaleza eusquérica o protoeusquérica. Las palabras analizadas son: CAERICI(ON); AR (-2-3) THAR; AGIRSENI; ARANCISIS; LESURIDANTAR; ONSO; OANDISSEN (---), en las cuencas anteriormente citadas. Además hay que reseñar otra, AGIR(s)AR de igual importancia pero de especial significación, hallada en una oficina lapidaria del alto Iregua, que extiende sugestivamente la geografía de términos euskoibéricos en la Rioja.
Esta interpretación, dice Martínez Saenz de Jubera, "pone en entredicho la afirmación de que la celtización de La Rioja fuera total desapareciendo cualquier vestigio de idioma propio". Y avala el hecho de que en época romana gentes de la Rioja extendidas en amplias áreas poseían un idioma vasco o protovasco.

Epílogo
     Con lo expuesto anteriormente, viene a decir Martínez Sáenz de Jubera, un modelo coherente de la evolución del vascuence en la Rioja, parte de la asunción de su presencia en todo el solar riojano desde momentos remotos e imprecisos de los tiempos prerromanos, con posteriores, ininterrumpidas e irregulares restricciones a lo largo de la historia, debidas a la presión de idiomas introducidos por pueblos y ejércitos poderosos con culturas dominantes, como fueron el celta, el latín, el árabe y el castellano, quedando un último reducto en las zonas menos accesibles, y menos celtizadas y romanizadas, del eje Oja-Tirón-Demanda.

NOTAS
1. José J. Bautista Merino Urrutia es un insigne autor, riojano de Ojacastro, liberal en tiempos y ambientes no liberales, ya fallecido, que dedicó su vida a la investigación de múltiples facetas de la historia, sociedad, cultura, arte, etc. en La Rioja. Par el tema que nos ocupa su obra más significativa es "La lengua vasca en La Rioja y Burgos".
2. Erudito de temas riojanos, de un talante poético entrañable, incansable buceador en el alma profunda de La Rioja, autor de innumerables obras, y "alma mater" todavía para muchos años de las representaciones dramáticas de "Las Crónicas Najerenses".
3. Tras la presumible y práctica extinción del vascuence en la Rioja hacia los siglos XV-XVI nunca han faltado riojanos que hablasen el idioma, aunque siempre minoritariamente. En la actualidad están surgiendo grupos y actividades por la Rioja que intentan recuperar un idioma que se considera propio. Quizás pueda hacerse mención de la Asociación Cultural Riojana "Laminiturri", donde hoy día puede contemplarse como riojanos charlan tranquilamente en eusquera en la Rioja.
4. Este punto y el siguiente son acredores de los planteamientos y enfoques de un excelente trabajo del riojano Martín Martínez Saenz de Jubera ("Onomástica Vasca en La Rioja". Fontes Lingüae Vasconum". Martín Martínez Saenz de Jubera, José María González Perujo. Pamplona, 1998).


Sancho III El Mayor.
Rey vascón de Pamplona-Nájera

Dr. J. Sancho Royo. Servicio de Anatomía Patológica. Hospital San Millán
Publicado en la revista del Colegio de Médicos de La Rioja. nº


     En el secular viaje a través de la historia de nuestra querida Rioja desde el todo identitario hasta la nada trivial y sinsustancia, la condición fundamental es el olvido.
     La amnesia colectiva sobre el más grande rey propiamente riojano de todos los tiempos, Sancho Garcés III el Mayor, forma parte de ese requisito. Este año 2004 se cumple el primer milenio del comienzo de su reinado y no se tienen noticias en la Rioja de conmemoraciones relevantes de hito tan fundamental. Y sin embargo se trata de una figura histórica gigantesca cuya actuación determinó el devenir de los pueblos de la península ibérica.
     Sirva este trabajo en nuestra liberal “Rioja Médica” como humilde tributo y mínima reparación de las carencias susodichas y como compensación frente a la aburrida ideología vigente uniformizadora y estandarizadora y, en lo referente a la Rioja, pertinazmente ninguneadora.

Foto: Homenaje al rey Sancho, en Hondarribia-Gipuzkoa, detrás Hendaia, país vasco-francés.

     Contextos personal, familiar y dinástico de Sancho III el Mayor.
     Sancho debió de nacer hacia el 992. Era hijo de García Sánchez II y nieto de Sancho Abarca de la Dinastía Jimena del reino pirenáico vascón de Pamplona/Nájera. Su madre Jimena era hija de Fernando Bermúdez, magnate leonés y de Elvira. Su abuela materna era Urraca, hija del conde de Castilla Fernán González. Casa hacia el 1010 con la hija del conde de Castilla Sancho Garcés, Munnia, que más tarde aparecerá en la documentación como doña Mayor (era la mayor o primogénita).
     Sancho III tenía su residencia habitual en Nájera, en su castillo-palacio donde nacieron varios de sus hijos, entre ellos el primogénito y heredero del regnum, García el de Nájera.
     Sancho III era el quinto monarca de la Casa Jimena, que había sustituído a la anterior y primigenia del reino, la Casa Arista. Por la Casa Arista reinaron Enneco Ennecones ”Arista el Vascón”, García I, García II Ennecones y Fortun “el Monje”. Por la Jimena, García Sanchez I, Sancho Abarca, García Sanchez II, Sancho Garcés III el Mayor (1004 al 1035), García el de Nájera, Sancho el de Peñalén que fue asesinado. Con diversas alternativas y vicisitudes esta línea sucesoria acabará con Sancho VII el Fuerte (1194-1234). Éste murió sin descendencia y se tuvo que acudir una derivación dinástica franco-navarra encabezada por Teobaldo I, hijo de Blanca, hermanana de Sancho VII.
     A partir de 1512 el Viejo Reino acabará su historia como reino independiente y será tomado por una combinación de fuerza militar, maquiavelismo y engaño por Fernando I el Católico, hombre de estado astuto y sin escrúpulos, que lo anexionará a Castilla.

     Situación de Hispania en el año 1000
     La Hispania de la época era un concepto estrictamente geográfico. Designaba el territorio de la península ibérica. La Hispania Árabe era predominante y el Califato de Córdoba abarcaba el sur y el centro de la península totalmente, además de todo Levante , Poniente con las tres cuartas partes meridionales de Portugal y todo Aragón menos una estrecha franja pirenáica. El resto ,aproximadamente un tercio o menos del total, se lo repartían el Condado de Barcelona, el Reino Pirenáico de Pamplona/Nájera, el Condado de Castilla, El Reino de León y el Reino de Galicia. Éstos tres últimos atravesaban alternativas diversas de simbiosis y fricciones. Cuando Sancho III finalice su mandato en 1035 prácticamente todos los reinos del norte peninsular estarán bajo su férula y Nájera registrará el máximo esplendor de toda su historia.
     Para llegar a esta hegemonía Sancho tuvo que combatir, ejercer una finísima diplomacia, maniobrar hasta lo inaudito con estrategias matrimoniales, y, sobre todo, poseer una inteligencia y un instinto de equilibrio de fuerzas fuera de lo común. Pero es muy importante considerar que su dominio nunca sería con afánes imperialistas sino que tendría como substrato intencional el mantenimiento de la integridad vascona. Su poder, en efecto, nunca fue anulante sino matizante ,tuvo muchas veces un papel compensatorio y siempre buscó el arreglo equilibrado entre los pueblos.
     Los frentes político-militares en que la acción de Sancho Garcés III rey vascón de Pamplona/Nájera pueden sistematizarse son: el mundo islámico; el Condado de Castilla y el Reino de León; Sobrarbe, Ribagorza y el Condado de Barcelona ;y Gascuña.
     Las grandes empresas socioculturales que llevó a cabo son resumibles en dos apartados: Cluny y el Camino de Santiago.
     Estos dos trascendentales procesos, la reforma cluniacense y el Camino de Santiago enlazaban con un sustrato esencial que iluminaba a las dinastías vasconas y que no era otro que el de continuidad con el imperio romano. En efecto, se consideraban guardianas y herederas de la civilización y culturas de Roma sobre todo ante la obliterante expansion goda. Siempre hubo distancia con el Toledo visigodo y luego con sus herederos ideológicos Oviedo y León. Con los árabes hubo curiosas y paradógicas aproximaciones políticas así como numerosos cruces dinásticos. Ello a veces tenía una motivación estratégica y defensiva ya que el reino pronto experimentó los zarpazos procedentes de sus vecinos y correligionarios contumazmente proclives a la fagocitosis. De otro lado se documenta un fuerte influjo árabe en la ribera desde Calahorra a Tudela, donde colonias moriscas persistieron sin mayores problemas.
     Así pues, la memoria romana de Pamplona-Nájera llevó a Sancho a mirar hacia Europa, es decir a tierras , gentes, ideas y costumbres del antiguo imperio que tendrán las puertas abiertas y los caminos expeditos por todo el reino.

     La Hispania Musulmana
     Almanzor, tras una fuerte dictadura en Córdoba y un furioso belicismo contra los territorios cristianos, muere en 1002.Un poco antes, durante una de sus violentas incursiones había llegado hasta San Millán asolándolo. Todavía hoy, el visitante puede ver su huella en piedras calcinadas de nuestro Monasterio de Suso. Tras Almanzor se suceden contínuas pugnas por el poder cordobés con beligerancia de diversas etnias, berberiscos, árabes, eslavos, etc .En el transcurso de estas crisis será califa nuestro paisano Abd al-Rahman, hijo de Abda, princesa Navarra, hija de Sancho Abarca, y esposa de Almanzor.
     Sancho consiguió mantener un dificilísimo equilibrio de fuerzas con el califato cordobés. Fortaleció las fronteras y consiguió asegurar las débiles posiciones por el Valle de Funes por donde los sarracenos penetraban en sus razias. Cuenta Moret en “Anales del Reino de Navarra” una anécdota que da fe del espíritu de justicia que animaba al monarca. Dice Moret que los habitantes de Funes, llevados por la ira y el deseo de venganza asesinaron a diez musulmanes sin combate. Al enterarse, el rey Sancho castigará severamente a los de Funes ,pues “sólo, la muerte se da en el fragor de la lucha”.
     Córdoba era hegemónica y en Zaragoza, una de sus provincias, había un fuerte poder musulmán, gobernando Mundhir ibn Yahaya, de la familia de los Tudchibíes, que guardaban la Frontera Superior. Ven en Sancho una creciente amenaza e intentan aislarlo propiciando alianzas matrimoniales entre Castilla y Cataluña con celebración de esposales en Zaragoza. Sancho acude cortésmente a uno de estos y un cronista árabe escribe una preciosa semblanza sobre la calidad del personaje:”no he visto entre los cristianos guerreros como los de Sancho;el único que puede compararse es el Sancho el hijo de García y Señor de los vascos”.
     A la muerte de Mundhir Sancho III intentará influir en la sucesión moviendo sus piezas en Zaragoza favoreciendo al rebelde Ybn Hud, aliado suyo, tratando así de desplazar al hijo de Mundhir, Yahya. Éste aguantará el embate y ,en represalia,emprenderá una campaña depredatoria contra Nájera.
     Mientras tanto el poder musulmán en Córdoba seguía en inveterada disputa con cruentas guerras intestinas. La inestabilidad crónica desembocó en la conversión de Córdoba en ciudad-estado gobernada por notables. Finalmente la fragmentación fue inevitable y en el 1026 el brillante califato se atomizará en las Taifas, pequeños estados mal avenidos que para asegurar su supervivencia debían pagar impuestos o parias a sus protectores cristianos. La política de equilibrio peninsular de Sancho se verá facilitada de entonces en adelante.

     El Condado de Castilla y el Reino de León.
     Las siempre tensas relaciones entre Castilla y León sufrierón una crisis en el 943 cuando Fernán Gonzalez, personaje y héroe histórico-legendario castellano y Diego Muñoz conde de Saldaña se sublevan contra el rey leonés Ramiro II. Posteriormente hay una época de relativa tranquilidad hasta la agresividad el conde castellano Sancho Garcés, suegro de Sancho III, quizás motivada por la acogida que León siempre daba a los enemigos del conde. Castilla había alcanzado en este tiempo un poder considerable y su independencia de León era un hecho.
     En 1016 los dos Sanchos, suegro y yerno, trazaron la muga entre Castilla y el reino vascón. Según consta en la documentación de San Millán, en la Concordia y Convenentia, intervienen Nuño Álvaro por Castilla y Fortún Oggeriz por Pamplona-Nájera. La raya iba por la sierra de la Cogolla,río Valvanera, Granneto, Pennanegra, nacimiento del río Razón y río Tera por Garray, expansión de riojanos de habla vasca en la meseta.
     En el 1017 moría el Conde Sancho siendo su sucesor legítimo el “infant García”,niño de 7 años, cuñado de Sancho III . Alfonso V de León presiona entonces en Cea aprovechando la circunstancia pero Sancho apoya al legítimo sucesor. Tropas de Castilla y Navarra recuperan para Castilla Cea y Pisuerga y en la expedición comandan bajo Sancho el rey, su madre la leonesa Jimena, el infant García y su tía la abadesa Urraca de Covarrubias. Con esta campaña se aseguraron las fronteras. Sancho III por otro lado con su inteligencia política cultivaba relaciones cordiales con la nobleza e iglesia castellanas.
Posteriormente reestableció relaciones con el leonés Alfonso V y, acudiendo al método de las alianzas matrimoniales, favoreció el casamiento de su hermana Urraca con el rey leones en 1024.
     Alfonso V murió en 1028 y le sucedió Bermudo III (1028-1037), niño de 11 años, al principio asistido por sus tías Elvira, Teresa y Sancha, por su hermanan Sancha y por la reina viuda Urraca su madrastra y hermana de Sancho. Luego Bermudo casará con Jimena en 1035, hija de Sancho Garcés, o sea hermana de del infan García y de doña Munia esposa de Sancho.
     En 1029 el infante García iba a ver a Bermudo III para tratar de su matrimonio con la hermana de éste, acompañado por su cuñado Sancho el rey . En el viaje Sancho se quedó en Sahagún mientras que el infante continuó hasta León. Aquí estaban los Vela que guardaban viejos agravios contra los condes castellanos desde los tiempos de Fernán Gonzalez. Los Vela fueron al encuentro del infante estoqueándolo hasta la muerte cuando entraba a por misa en la iglesia de san Juan Bautista, luego de San Isidoro . Sancho persiguió y sitió a los Vela en el castillo de Monzón, degolló a todos los defensores y mandó quemar vivos a los hermanos tras aplicarles tormento. Pero con la muerte del infante García se extingue la estirpe castellana de Fernán González por linea de varón. En ese instante Sancho III se ve autorizado para tomar posesión de los estados de Castilla en nombre de su mujer, heredera legítima, Munia/Maior, primogénita de Sancho Garcés y hermana del infante. En Burgos, poco después, una asamblea de notables reconoció a Sancho voluntaria y pacíficamente. Pero hay que recalcar que Sancho no se tituló rey de Castilla, ni siquiera conde. Esto lo reservó para su hijo Fernando, heredero legítimo a traves de su madre doña Munia/Mayor mujer de Sancho.
     En la cumbre del prestigio de Sancho, Bermudo, todavía niño, desde León le pide protección, dada la situación de anarquía entre los distintos territorios y la nobleza. Sancho tutela a Bermudo gobernando en León mientras el leonés lo hace en Galicia y Asturias. En 1034 entra en León como pacificador. Luego restaura la sede de Palencia y gestiona el matrimonio de Bermudo con su cuñada Jimena.
     Finalmante, al volver a Nájera por sus tierras de la Bureva muere en un lugar ignorado el 18 de octubre de 1035. Tiene 43 años. Su mujer Mayor lo llevaría a enterrar al monasterio de Oña. De allí su hijo Fernando gobernando ya en Castilla lo llevaría a la catedral de León donde este gigante de la historia todavía yace.

     Sobrarbe , Ribagorza, Pallars y el condado de Barcelona.
     En 1018 Sancho III suma a su reino Sobrarbe tras duras campañas de conquista en los asentamientos musulmanes de las zonas llanas que dependían de los moros Barbastro. La parte montañosa era de Navarra desde García Sanchez I o quizás desde su padre Sancho Garcés (905-925), y antes de los francos. Hacia el este en los valles del Esera, Isábena, y Noguera Ribagorzana, en el condado de Ribagorza había habido dominios de dinastías propias, musulmanes etc. Sancho hizo valer los derechos de su mujer Mayor contra el conde de Pallars, expulsando luego a los moros, fuertemente infiltrados en la región. Así pues, los tres territorios que más tarde le dieron consistencia a Aragón fueron aglutinados por Sancho III.
     En el condado de Barcelona los poderosos moros de Zaragoza y Lérida presionaban frecuentemente a Berenguer Ramón I, casado con una hermana de Mayor, la mujer de Sancho, por lo que el conde catalán pidió la protección de Sancho que se la concedió a cambio de vasallaje.

     Gascuña.
     El ducado de Gascuña se extendía desde el Garona a los Pirineos. Los linajes del ducado estaban mezclados intricadamente con las casa reales de Pamplona/Nájera. En 1009 el titular gascón era Sancho Guillermo(1009-12032),tío de Sancho III. Sancho Guillermo era hijo de la infanta Navarra Urraca y había residido en la corte de Nájera en los tiempos de Sancho Abarca y García Sanchez II. A tío y sobrino les unía una buena amistad. En 1032 muere el duque sin sucesión y Sancho el rey vascón se intitula desde entonces tenente en Gascuña, incorporada pues a la esfera de Pamplona-Nájera.

     Los dominios de Sancho III.
     De todo lo dicho se entiende cómo Sancho extendía su autoridad por todo el norte peninsular desde Galicia hasta Cataluña, es decir por toda la Hispania no musulmana más la Gascuña. En la única moneda conocida acuñada de su reinado, que en el reverso dice NAIARA (Nájera),en el anverso pone Imperator. Pero los hechos demostraron que este dominio lo ejerció con unas reservas muy significativas y que Sancho no albergaba pretensiones fagocitarias ni imperialistas sino que seguía la ancestral línea de resistencia vascona, espíritu necesario en un reino que nunca sucumbió definitivamente a las dominaciónes visigoda, franca o árabe. Su motivación intrínseca era sobre todo de supervivencia ante poderes adyacentes mucho más poderosos y agresivos. Sólo más tarde caería ante la conjunción de Aragón y Castilla.

     Cluny
     El movimiento cluniacense, de gran importancia cultural e ideológica en la Edad Media, tuvo su origen en la Abadía de San Pablo en Francia. Esta abadía fue fundada por Guillermo I el Piadoso, duque de Aquitania, en el 910. En dicha abadía fue donde se creó la primera congregación de benedictinos cluniacenses. El movimiento propugnaba la vuelta a la estricta observancia de la regla de San Benito; pretendía la independencia del poder temporal y del episcopal y establecía una relación directa con Roma. Con todo ello se sustraían los nombramientos de sus abades a la influencia feudal y señorial, con lo que se acrecentaba el poder de Roma en detrimento de la jerarquía autóctona y de la nobleza. Roma volvía tras muchos siglos a ser cabeza y faro.
     Sancho III contactó con el abad San Odilón por intermedio de su tío el duque de Gascuña Sancho Guillermo. En el reino navarro las abadías eran de fundación real pero Sancho atrajo a monjes refugiados en Cluny y puso al frente del monasterio San Juan de la Peña al abad Paterno que llegó a Pamplona en el 1024. Formalmente la reforma comenzó en el Viejo Reino con un acto religioso en el Monasterio de Leire. Posteriormente se vieron involucrados los cenobio de Irache, San Millán, Cañas, Oña, etc.

     El Camino de Santiago
     Desde que en el 812 se descubrió la tumba del santo en el Campo de la Estrella estelas de peregrinos surcaban Europa y sobre todo Francia. Tres rutas se consolidaron en tierras galas, la que venía de Notre Dame de Puy, la de Vezelay y la de San Martín de Turs. Los tres confluían en Ostabat y aquí el camino se bifurcaba hacia el valle de Valcarlos por un lado y por la ascensión por el Puerto de Cisa por otro. Luego ambos paraban en Roncesvalles y de aquí bajaban hasta Pamplona.
     Antes de Sancho a partir de Pamplona el camino transcurría aprovechando la antigua calzada romana por Huarte Araquil, Salvatierrra, Alegría, Desfiladero de Pancorvo, Briviesca, Monasterio de Rodilla, Rabé de la Calza de Castrojeriz y Sahagún. Así pues, el camino no entraba en la Rioja. Fue Sancho III quien enderezó su curso hacia las tierras riojanas del reino vascón fundando Puente la Reina, repoblando Estella, consolidando Los Arcos y haciéndolo pasar por el diminuto Logroño de la época (la primera documentación sobre Logroño aparece en el 924) y luego por su corte de Nájera.
     Los efectos en el territorio riojano fueron duraderos y profundos pues afectaron decisivamente en la economía, la población, el arte y la cultura de la tierra.

     Carácter, naturaleza y sucesión del regnum
     En la trasmisión de sus dominios, como explica el profesor Lacarra, Sancho actúa siguiendo los dictados del derecho consuetudinario pirenaico propio de la Vasconia. Utiliza la fórmula del primogénito condición que poseía García el de Nájera, el cual hereda el regnum en su integridad, es decir el núcleo originario y secular que curiosamente se aproxima a lo que había sido la Vasconia primitiva en el trascurso de los siglos. Éste regnum abarcaba la Navarra y Rioja actuales, la Bureba, Álava, Vizcaya y Guipúzcoa. El profesor Lacarra concluye que estas áreas constituyen fundamentalmente la geografía de habla vasca en la época.
     A los demás hijos les traspasó los territorios de ampliación del regnum nuclear. A Ramiro, hijo que tuvo con la noble Sancha de Aibar antes de su matrimonio con Mayor, le da la tenencia del condado de Aragón; a Gonzalo le deja las tierras de Sobrarbe y Ribagorza en vasallaje. Alguna connotación distinta tenía la trasmisión del condado de Castilla ya que Fernando lo heredaba en realidad por línea materna.

(1) Obras consultadas:
”La Navarra marítima “ de Tomás Urzainqui; ”Navarra sin fronteras impuestas” de Tomás Urzainqui. ”Historia de la Rioja” tomo II, Reino de Nájera, de Justiniano García Prado . ”La Rioja desde sus albores” de Alfredo Gil del Río. ”Historia de Navarra” de Jaime del Burgo. ”Historia Navarra del Estado Vasco” de Mikel Sorauren. ”Historia de Euskal Herría” tomo I de Mikel Orella. ”Historia de España”, Edad Media, de A. Ubieto. ”La Rioja, libro del alumno” de Balbina Rodriguez. ”Historia de la Villa de Alcanadre y de su término de Aradón” de Daniel Alonso García.

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