Biografía.
Nacido en Logroño, el 23-11-1934.
Licenciatura en Derecho por la Universidad de Zaragoza.
En su juventud militó en el
Partido Carlista con su ideología fuerista-socialista-autogestionaria.
Colaboró en varias revistas
universitarias políticas y culturales.
Fundador de la Asociación AMIGOS
DE LA RIOJA, de la que fue Secretario General durante varios años.
Profesor de Filosofía del Derecho
en la UNED. Licenciado en Psicología por la UNED. Escribe
artículos de opinión en el periódico La Rioja
y en varias revistas.
Pertenece a Comunidades Cristianas
de Base. Miembro del Grupo Local de Amnistía Internacional
en La Rioja. Colabora en varias ONGs.
Defensor de la personalidad plural de La Rioja que abarca tanto
las raíces islámicas de los Banu Kasi, muy fuertes
en las zonas de Cervera y Arnedo como de las euskéricas,
tan fuertes en los valles del Tirón, Oja y Cárdenas.
Impulsó el homenaje
a Juan Bautista Merino Urrutia, investigador del euskera
en La Rioja, en su villa natal de Ojacastro, en el centenario de
su nacimiento, en 1986. También intervino en el homenaje
a Juan Baustista Merino Urrutia que en colaboración con el
Instituto de Estudios Riojanos, se celebró en Logroño,
en mayo de 2002.
Propuso un camino cultural
de la Lengua Vasca desde Sara (donde se escribió
el primer libro en este idioma) hasta San Millán
de la Cogolla. En sus escritos ha denunciado repetidamente
la falta de relaciones fluídas entre los Gobiernos de Euzkadi
y La Rioja.
Al producirse su jubilización,
inició sus estudios de euskera en la Universidad Popular
de Logroño.
arriba
Mi
evolución personal
Artículo publicado en el periódico La Rioja, el jueves
19 de octubre de 2006
El articulista repasa su propia evolución
política y personal en línea con los acontecimientos
vividos durante los dos tercios finales del siglo XX. «Me
gusta la democracia pero creo que la que tenemos es todavía
muy incompleta», dice
Me encontré con un antiguo amigo de mis
años juveniles de inicios de carrera, quien me dijo que leía
mis escritos y que se sorprendía de mi evolución.
De ti para mí, añadió, me gustaría que
me la explicases. Me parece que me juzgaba desde una etiqueta antigua
y que hoy me achacaba otra actual.
Nací a finales del año 1934. Mi primera socialización
fue pues en el ambiente hermético del nacionalcatolicismo
de la posguerra. Superé el candor de mi niñez y adolescencia
y, a través de lecturas, diálogos, reflexiones y vivencias
personales pasé de una fe angustiada en un Dios justiciero
y de obediencia ciega a una jerarquía infalible a la confianza
en el Dios del Amor que predicó Jesús y al desarrollo
de mi conciencia personal. Viví con ilusión y esperanza
el acontecimiento del Vaticano II. Las lecciones de Panikkar; González
Faus, Torres Queiruga, Leonardo Boff, Ellacuría y un largo
etcétera maduraron en mí una fe adulta que hoy vivo
dentro de una comunidad de base.
La gestación de mi inquietud política se fraguó
en mis lejanos 14 años. En mi cuadrilla éramos cuatro
amigos: dos riojanos un navarro y un vasco, los dos últimos
ya fallecidos. El guerniqués había mamado el nacionalismo
vasco en su casa. El afecto que sentía por él y la
incomprensión hacia su postura ideológica me llevó
a una reflexión profunda que me alejó de la concepción
unitaria de España que me habían inculcado. Descubrí
que todas las naciones políticas son un invento basado en
las fronteras y en la oposición dialéctica nacional-extranjero.
Desde entonces defiendo un sistema de patrias escalonadas, desde
lo local a todo el planeta, sin que ninguna de ellas deba alzarse
con la preeminencia, cerrándose al exterior. La identidad
de la persona ha de depender de la complementariedad de todas ellas.
Hoy sigo pensando sustancialmente lo mismo y más en esta
hora de la globalización. Por eso defiendo un pactismo federativo
que nos aleje tanto de la imposición desde arriba como del
aldeanismo disolvente.
Al alcanzar mi despegue político, rechacé la dictadura
en la que vivíamos, pero sin ir hacia el individualismo liberal
ni hacia el colectivismo marxista. A través de mis lecturas
de Berdiaev, Buber, Mounier y luego Levinas, descubrí el
horizonte de un personalismo comunitario, en el que la personalidad
se fragua libre y responsable dentro de la sociedad. No ha cambiado
mi anclaje ideológico y permanezco en esta orientación.
Creo en las propiedades públicas, controladas democráticamente,
y en la privada, si nace del trabajo honrado y reconoce su hipoteca
social (como la denominó el papa Woytila).
Por eso, en un lejano escrito defendía la municipalización
del suelo urbano, expropiado por el valor de su rendimiento rústico,
sólo podría privatizarse el derecho a edificar sobre
él. Y no creo en el dogma de la propiedad colectiva de los
bienes de producción, ni en su contrario de la propiedad
capitalista de los mismos. Ambas pueden coexistir, sujetas a reglas
democráticas en su funcionamiento externo e interno, pero
prefiero el tercer sector de la economía, el social, en que
los trabajadores son titulares de la empresa. Y aborrezco de la
adicción consumista y me alarmo ante el rumbo de nuestro
desarrollo, destructor del equilibrio de la naturaleza y de su biodiversidad.
Soy socio de Amnistía Internacional y defiendo los Derechos
Humanos en toda su plenitud. Derechos para ejercer responsablemente
y exigir su cumplimiento ante las innumerables violaciones de los
mismos que se dan, en mayor o menor grado, en todos los países
del planeta. El clamor de las víctimas nos ayuda a descubrirlos
en toda su dimensión y es el faro capaz de iluminar una ética
universal.
Me gusta la democracia pero creo que la que tenemos, aun siendo
mucho mejor que su ausencia, es todavía muy incompleta. El
voto debe ser sólo el primer escalón de una participación
ciudadana a todos los niveles. El monopolio de la cosa pública
por los partidos, las listas cerradas y bloqueadas, la ausencia
de mecanismos populares de consultas abundantes y de control desde
la base son océanos de cortapisas oligárquicas. Unos
medios de comunicación, al servicio de poderes económicos
o políticos no permiten una opinión pública
informada y racional. Sólo una ciudadanía consciente
y adulta es capaz de estabilizar una democracia auténtica.
Ese es el periplo de mi andadura de creencias e ideas. Fiel a la
inspiración clave de mi despertar racional, y abierto a los
cambios que descubro en la realidad. Utópico y pragmático
a la vez, sigo aprendiendo: estoy vivo.
Foto: Con Jonan Fernández, en la presentación
del libro de este, en la librería Santos Ochoa, en Logroño.
arriba
DO EL OSO MATÓ
A FAVILA
Pedro Zabala
Es conocida la historia o leyenda de aquel monarca astur,
cazador empedernido, que murió destrozado por un oso. En recuerdo
de aquel suceso, un grupo de cachondos asturianos erigió hace pocos
años un monumento a aquel oso, fabulando el lugar donde pudo ocurrir.
Y, desde entonces, cada 14 de abril, como buenos republicanos históricos
se reúnen en aquel lugar. Dados los siglos transcurridos desde aquel
luctuoso lance cinegético, la reivindicación política
se reviste de un indudable aire bufo.
En estos tiempos crispados en que los fanatismos bastardean los intentos
de recobrar la memoria histórica, es bueno acompañar de un
espíritu de humor la búsqueda de la verdad. El apasionamiento
contra las falsedades no debe impedirnos relativizar tanto dogmatismo que
emponzoña la lucidez y nubla la convivencia.
El pasado 14 de abril se cumplieron 75 años desde la proclamación
de la 2ª República española. Se ha vuelto a
hacer alusión a las elecciones municipales que la precedieron y en
las que el número total de concejales monárquicos superó
al de los republicanos, obviando el hecho de que la mayoría de estos
fueron de zonas rurales donde el caciquismo electoral hacía estragos,
mientras que en las capitales y en los grandes núcleos de población
el triunfo de las candidaturas republicanas fue incontestable. Al clamor
popular que llenó las calles y plazas en aquellos días se
le llamó golpe de estado, con manifiesta impropiedad. Hoy podemos
entenderlo mejor si lo comparamos con las revoluciones naranja que en antiguos
países comunistas derribaron aquellos regímenes caducos tras
una farsa electoral. Lo que ocurrió es que la monarquía estaba
carcomida y ni uno sólo de los poderes fácticos apoyó
al monarca. Así Alfonso XIII, cuyo peor error político no
fue sólo su traición constitucional al apoyar la dictadura
de Primo de Rivera, se vió obligado a abandonar España, camino
del exilio. Y de la cárcel salieron políticos republicanos
para gobernar España. Mientras que sectores claves de esos poderes
fácticos que abandonaron a su rey no dudaron enseguida en conspirar
antidemocráticamente para derribar al nuevo régimen.
Lo que intentó el régimen republicano
fue pasar de una sociedad corrompida, anclada en el pasado, a una
moderna y europea. Varios eran los temas claves a abordar:
la cuestión religiosa, la territorial, la social y la cultural.
Es verdad que la oposición reaccionaria no le dejó
desarrollar sus objetivos, aunque incurrió, a mi juicio,
en errores graves de planteamiento. Quiso separar el Estado de la
Iglesia pero por no reconocer la libertad religiosa, (en la que
tampoco creían la mayoría de los católicos
de la época) cayó en el sectarismo antieclesial. Dibujo
un Estado unitario con las excepciones de Cataluña y País
Vasco, a las que luego se sumaría Galicia, si bien más
tarde se proyectaron también en otras zonas Estatutos de
Autonomía. No pudo realizar la necesaria reforma agraria
por la oposición feroz de los intereses latifundistas. Y
la guerra impidió la espléndida labor educativa y
cultural que había emprendido. No supo asegurar el orden
público, tolerando desmanes injustificados o abundando en
la represión como en los sucesos de Casas Viejas y Arnedo.
Un cuadro de luces y sombras muy marcadas se ha dicho, pero cuyo
balance tiene que ser aceptable, sobre todo si lo comparamos con
la monarquía que le precedió y el totalitarismo que
le siguió.
Bienvenidos sean los estudios que hoy se acerquen a aquel período
histórico, tan injustamente denostado por 40 años
de dictadura. Lo que desde luego es difícil de entender tanto
los histéricos que se oponen a cualquier revisionismo como
los que la idealizan intentando convertirla en bandera política
para hoy. En democracia, cualquier opción política,
planteada pacíficamente, es legítima. El cambio de
forma de gobierno puede ser deseable, pero teniendo muy en cuenta
que estamos en el siglo XXI. La sociedad actual es muy distinta.
Y una 3ª República habrá de ser muy distinta
de las anteriores.
arriba
Confieso
mi perplejidad. La Rioja. 29-01-2006.
Pedro Zabala Sevilla/
Sobre la cuestión de la LOE, como sobre otras que tantas
pasiones despiertan, veo más dosis de prejuicios y sectarismo
en las opiniones que se suelen verter que exposición razonada
de ideas y juicios.
Leo y oigo a varias personas afirmar que ataca a la enseñanza
concertada. Sin embargo, el secretario general de FERE-CECA tajantemente
afirma que no hay razones objetivas para oponerse a la ley de Educación
y cree que «los centros concertados son respetados en sus
aspectos fundamentales». Puntualiza que esto se ha logrado
gracias a la presión social y que todavía es mejorable.
También se critica que vaya a existir una Educación
para la Ciudadanía obligatoria para todos y que esto vulnerará
el derecho de los padres y madres a elegir la educación moral
de nuestros hijos. Es una lástima que no sea una Educación
en Derechos Humanos (y no un sucedáneo) que sí debe
imponerse a todos. Negarse a ello supondría abrir la puerta
a cualquier fundamentalismo tribal que, en nombre de ese derecho
de los progenitores (que tampoco es absoluto), pueda oponerse a
que las futuras generaciones se empapen de esa ética cívica
común que son los Derechos Fundamentales.
arriba
Los
malos modos. La Rioja. 2-02-2006.
Pedro Zabala Sevilla/
Uno
de los Derechos Humanos es la libertad de expresión. Durante
bastantes años se nos privó de ella. Era el poder
quien hablaba y el pueblo sólo podía callar o aplaudir
cuando se le ordenaba. Llegó la democracia, para muchos como
llovida del cielo, porque no habían hecho nada para conseguirla.
A partir de entonces, tenemos el derecho de hablar, discutir y criticar.
¿Sin límites?. Jurídicamente, pocos. Pero racionalmente
hay uno muy importante: hay que pensar antes de abrir la boca. Por
no hacerlo así, se oyen muchos rebuznos saliendo de bocas
humanas. De ahí el papel del silencio en toda conversación
digna de tal nombre. Para formular y poner en orden nuestras ideas.
Y para escuchar. ¿Cómo puedo responder a lo que me
han dicho, si no he entendido las palabras?. Las frases realmente
pronunciadas, no las que yo haya imaginado o preferido que hubiese
dicho mi interlocutor.
Parecemos un país de sordos.
El volumen de nuestras voces es atronador. ¿Acaso pensamos
que si gritamos convencemos a los demás?. ¿Desde cuándo
los decibelios sustituyen a los razonamientos?. A los chillidos
suelen unirse los improperios. Las disputas de políticos
y contertulios suenan a insultos de patio de chiquillería
en el recreo. Y tú más y tú cien veces más
es el argumento máximo que oímos. A esa educación
para la ciudadanía hay que mandar antes a los adultos que
a los niños. ¿Lograremos algún día desterrar
los malos modos y empezaremos a ser civilizados?.
Foto: En la charla que dió
Juan Mari Atucha, Consejero de Interior del Gobierno Vasco, en el
Ateneo, el 31-05-1995
arriba
Conciencia,
moral, jerarquía y política. La Rioja.
7 de septiembre de 2004.
Pedro Zabala Sevilla/
EL relativismo moral es erróneo y fuente de graves
males e injusticias. Comparto la creencia de que existen reglas objetivas
que marcan la diferencia entre el bien y el mal éticos. Precisamente
la gran tarea del ser humano es no abandonar el camino de la búsqueda
de esas reglas. Extraviarse es fácil, aunque hay que reconocer que
gracias a haber seguido una ruta equivocada y ver sus funestas consecuencias,
podemos volver al camino recto con más seguridad y bríos.
Quizá por eso, el absolutismo moral, el aferrarse dogmáticamente
a lo que uno cree justo y tratar de imponerlo a los demás es otra
fuente de abundantes errores y de atormentados sufrimientos para uno mismo
y los demás.
La conciencia personal es mucho más que el criterio último
de moralidad. Supone la exigencia de que como seres libres la moral en el
fondo es autónoma, no impuesta arbitrariamente desde fuera. Y esto
no merma la exigencia de regla universales, cons-ciencia, ya lo sabían
los clásicos, es saber juntos. El individualismo es una postura equivocada
en el plano social, también en el ético. Descubrimos esas
reglas objetivas, no aisladamente, sino en comunidad y al hallarlas las
hacemos propias. Y esto no vale sólo para una ética secularizada.
También rige en la moral católica. Lo dijo hace siglos el
gran Agustín de Hipona: «Ama y haz lo que quieres». Así
formulado en indicativo y no en un subjuntivo -mala traducción- lo
que quieras, que abriría el campo a las arbitrariedades de deseos
inconsecuentes.
Desgraciadamente no parece pensar así la jerarquía católica.
¿No formula sus juicios morales aislada de la comunidad eclesial
y en vez de formar conciencias personales libres, no da la impresión
de pretender ahogarlas, imponiendo dogmáticamente sus criterios?.
(El caso del mayor moralista cristiano del siglo XX, Häring, con su
arbitraria condena por el Vaticano no es un ejemplo claro de esa prepotencia).
Lo cual no quita para que las comunidades cristianas a la hora de avanzar
en la búsqueda de las verdades morales no deban tener en cuenta el
magisterio jerárquico. Claro que de una manera crítica, analizando
sus razonamientos y no acatando sumisamente sus postulados. A estas alturas
del siglo XXI, el cristiano formado sabe que ese magisterio ha incurrido
con alguna frecuencia en errores comprensibles. sin embargo no lo es la
contumacia en los mismos, el creerse intérpretes de la Voluntad divina,
y por lo tanto definidores absolutos del bien y del mal.
Dos ejemplos claros de graves equivocaciones:
- La afirmación mantenida durante siglos de que "fuera de la
Iglesia no hay salvación". Esta arrogancia que desconoce la
esencia del Mensaje de Jesús, la realidad de que el Espíritu
sopla donde quiere y que la salvación es una oferta ofrecida a todos
los seres humanos por todas las vías que la buena voluntad pueda
hallar.
-La no admisión de la libertad religiosa que se reclamaba para sí
misma y se negaba para los demás con el sofisma de que el error no
tiene derechos.
Y citaré además casos en que, a mi juicio,
actualmente se ejerce ese magisterio de forma autoritaria e incapaz de respetar
el papel de la conciencia.
-La pretensión, en contra de expertos seleccionados por el propio
Vaticano, de que todos y cada uno de los actos sexuales tienen que estar
abiertos a la procreación para ser moralmente lícitos. Juicio
que la mayoría de los matrimonios católicos vulnera y que
los formados le niegan carácter obligatorio.
-La prohibición de acceso de la mujer al sacerdocio y a funciones
de jurisdicción dentro de la Iglesia con argumentos no convincentes
de carácter bíblico y sobre una irracional teoría sobre
la condición femenina.
-La diferente perspectiva con se enfocan los temas morales: para la mayoría,
unos principios generales que admiten gran flexibilidad en su aplicación
en la práctica; y para la sexualidad, prescripciones minuciosas y
detalladas, sin margen de interpretación alguna. ¿No siguen
pensando que en esta materia no cabe parvedad de materia y que todo resulta
pecado mortal? (¿Cabe mayor absurdo que célibes obligatorios
-y muchos reprimidos- pretendan dar lecciones de moral sexual?).
La propuesta del gobierno socialista de admitir el matrimonio para parejas
homosexuales ha desatado de nuevo la polémica. La jerarquía
ha salido a la palestra emitiendo su juicio contrario ya que, dicen, atenta
contra la estabilidad de la familia, y reclamando que los parlamentarios
católicos voten en contra. Daré mi opinión al respecto:
-Si la orientación sexual -hetero u homo-
no es fruto, en la mayoría de los casos, de una opción,
sino de una inclinación natural y Dios es en última
instancia el autor de la naturaleza, ¿hemos de pensar que
Dios quiere la castración afectiva de quienes se sienten
atraídos por el mismo sexo?. ¿En nombre de qué
Dios se les puede invalidar moralmente para el amor?
-¿Por qué seguir tratando de ocultar los casos que
aparecen en la Biblia, sin ninguna condena, de amor homosexual?.
Y ¿aquellas bendiciones que se daban en la Iglesia primitiva
para "uniones de semejanza"?.
-¿Por qué no escuchar las experiencias de aquellos
homosexuales cristianos que se han empeñado en seguir a Cristo,
en todas las dimensiones de su vida, también en la amorosa?.
- Si la realidad social es cada vez más compleja y heterogénea
y aumenta el fenómeno de la desjuridificación de la
vida sexual entre adultos, con el rechazo de la formalización
pública de las relaciones de pareja -uniones de hecho- ¿cómo
se pretende coaccionar la formación de reglas jurídicas
por quienes -los legisladores- deben conocer mejor esa realidad?
¿O no tienen pleno derecho las conciencias de esos parlamentarios
-creyentes o no- a descubrir sin imposiciones, las reglas éticas
aplicables? ¿Por qué esos pastores creen que tienen
un rebaño de ovejas y actúan cual grupo de presión
o poder fáctico?.¿Cuándo empezarán a
defender lo justo desde el misma desvalimiento e independencia con
que actuaba Cristo?.
-Entiendo, sin embargo, que es derecho de las parejas heterosexuales
a que se reserve el nombre de matrimonio, de acuerdo con su origen
etimológico, a sus uniones estables legitimadas formalmente.
Creo también que el Estado debe reconocer jurídicamente,
con similares derechos y obligaciones, a las uniones homosexuales
que así lo deseen.
arriba