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alguna relación con los objetivos de esta página web.
Historia
del Monasterio de Aritxeta-
Santa María de la Estrella.
San Asensio-La Rioja.
La
Virgen se apareció sobre una encina al lado de una fuente.
Una capilla de pequeñas dimensiones fue el germen de este
santuario de Nuestra Señora de Aritxeta.
Desde la Alta Edad Media hubo culto
a la Virgen de la Encina. Con la llegada de los Jeronimos comenzó
a llamarse Monasterio de la Estrella. La Virgen se asienta en una
encina que tiene grabada una estrella en la sección de las
ramas cortadas: reúne así los emblemas de la Virgen
de la Encina y de la Virgen de la Estrella.
La ermita de la Virgen de
la Encina, en el año 1.060,
fue donada por el rey Sancho García de Navarra al obispo
alavés de Armentia; pasó (1.088) a la jurisdicción
del obispado de Calahorra, que lo cedió a los monjes Jerónimos
de San Miguel de Morcuera (año 1.403).
El Monasterio altomedieval se desarrolló
en torno a un pequeño claustro de forma trapezoidal e irregular,
adaptado al terreno en el lugar de la aparición.
A partir de la bula del papa Martín
V (1149), la Virgen de la Encina se constituyó en Monasterio
de los Jeronimos. La fábrica fue renovada adaptándose
a la planimetría de los edificios precedentes, que nos transmiten
una estructura singurlar, desarrollada en torno al claustro. De
esta época data el dormitorio de los monjes, formado por
un gran salón rectangular dividido por tres pilastras cuadradas
y arcos apuntados, en dos naves de cuatro tramos cubiertos con bóveda
cuartipartita (siglo XV). En el muro sur se conservan algunas ménsulas,
arranque de los nervios de la crucería de la bóveda
del desaparecido claustro trapezoidal.
Los monjes de la Morcuera, trajeron
consigo a la Virgen de la Estrella. Se trata de una talla gótica
de la Virgen sedente con niño, del siglo XIV, hoy en la iglesia
de Briones.
Diego Fernández de Entrena, arcediano de Calahorra (1.422)
emprendió la construcción de un nuevo monasterio en
la línea de los cenobios de su época. El resultado
fue un monasterio con la iglesia y con las dependencias monásticas
distribuidas en torno a un claustro.
La nueva iglesia se comenzó
en el año 1.423 y se terminó
en 1.430. Al sur, el claustro cuadrado,
con seis tramos por cada lado, bóvedas cuartipartitas sobre
ménsulas y pilastras; abierto al exterior mediante arcos
apuntados. Dos salas al este; la del arco carpanel moldurado, posiblemente
la sala capitular; al Oeste, una sala cuadrada cubierta con bóveda
de terceletes debió de ser la entrada principal al Monasterio,
hoy "Puerta de los Caballeros".
La iglesia, de grandes dimensiones;
en el presbiterio tuvo su tumba Diego Fernández de Entrena:
es un sepulcro gótico de la primera mitad del XV (ahora se
encuentra en el cementerio).
A la fachada norte del dormitorio
se trasladó la Fuente Santa (también conocida como
"Fuente de Felipe II", enmarcada por dos columnas acanaladas
con el tercio inferior decorado y frontón triangular, lleva
empotrado un busto de caballero, posiblemente Felipe II. Obra manierista
del siglo XVI.
Los Reyes Católicos
visitaron la Estrella. El monasterio se vio favorecido
por el rey Felipe II. Se asegura que lo visitó y que estaba
al corriente de las realizaciones en él de su pintor de corte,
el riojano Juan Fernández de Navarrete, el Mudo.
La desarmortización
de Mendizabal (1.835) supuso la dispersión del patrimonio
del monasterio, la destrucción de su fábrica y la
depredación de sus ruinas.
La sillería gótica del
Monasterio de la Estrella pasó a la iglesia de San Esteban
de Ábalos: sillería de finales del siglo XV, con respaldos
góticos en la parte alta, salvo los tres centrales que llevan
el escudo del monasterio.
En
1.951, se instalaron los Hermanos de La Salle en las ruinas del
monasterio, para levantar el noviciado de su Distrito de
Bilbao. Tuvieron que reconstruir casi todo: la iglesia, totalmente
destruida, el claustro que conservaba sólo el primer piso.
La reconstrucción respetó escrupulosamente todos los
restos antiguos, como el claustro cuadrado y el dormitorio del claustro
trapezoidal; la iglesia, nueva, según las trazas de la primitiva.
La ampliación moderna
del monasterio, en la planta baja, reprodujo miméticamente
las aperturas del claustro gótico, es decir, arcos apuntados
entre contrafuertes; recorre esta iglesia las fachadas Sur y Este
del recinto. El resto de la construcción es neogótico
funcional que armoniza muy bien con las estructuras antiguas; también
se crearon dos estructuras, simulando torreones, en los dos esquinazos
de la fachada Sur y levantaron al Sur del prebisterio, una torre
de planta cuadrada con cubo resaltado que termina en un campanario
octogonal rematado en un almenado liso, que es el elemento más
emblemático del cuarto Monasterio de la Estrella.
Cuatro monasterios: primero, el
cenobio altomedieval, la cueva y humildes edificios; el
segundo, el Monasterio de los Jeronimos en torno
al claustro trapezoidal; el Monasterio del Arcediano
a partir del claustro cuadrado, el tercero; conoció su esplendor
entre los siglos XV y XVII; después del terrible expolio
del siglo XIX (que asoló el cenobio y afectó gravemente
al patrimonio riojano, el cuarto, la reconstrucción de mediados
de presente siglo que ha hecho del Monasterio de la Estrella en
San Asensio un conjunto donde conviven en armonía elementos
altomedievales, con otros tardomedievales, sobre un sustrato modernista.
Éste es el convento de La Salle.
Texto: folleto del propio monasterio.
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Discurso
de Jose Antonio Ardanza
Lehendakari del Gobierno Vasco, en
San Millán de la Cogolla en el homenaje a la lengua castellana.
Año nov-1992
Jaun erregea, andere erregiñak, jaun andreok,
majestades, autoridades, señoras y señores.
Tomar
hoy la palabra en nombre y representación de todos los pueblos
que constituyen y simbolizan la pluralidad cultural de España,
con el patrimonio y la utilización de lenguas distintas del
castellano, representa para mí un gran honor. Apelo además
en este recinto milenario, donde la lengua propia de mi pueblo,
el euskera, actuó por así decirlo de partera en el
alumbramiento del romance-castellano y le asistió como nodriza
en sus primeros balbuceos constituye así mismo, un motivo
de orgullo y de especial emoción. Participar finalmente en
este acto en el que el homenaje a una lengua se concibe desde la
vertiente de nuestra convivencia económica, desde la perspectiva
en suma del enriquecimiento reciproco, es una razón añadida
de profunda satisfacción.
(Foto: tomada de la prensa en el 2007)
Pocos lugares como este del Monasterio
de Yuso, en San Millán de la Cogolla, en efecto, podrían
resultar más apropiados para homenajear el valor universal
de la lengua castellana, sin que tal homenaje pudiera ser mal interpretado
como un acto de olvido, o incluso de marginación, de las
otras lenguas peninsulares, que la han acompañado y enriquecido
desde su mismo nacimiento. Porque si en ningún sitio, mucho
menos aquí en estas tierras del río Oja, caben olvidos
o exclusiones, solo cabe aquí hablar de convivencia tranquila
y de asociación provechosa.
Justo tras esas montañas
que nos quedan al oeste, es donde dejó el vascuence medieval
riojano las huellas toponímicas más abundantes y duraderas,
desde Ayabarrena y Ezcaray, hasta Cihuri. Es la lengua de los hombres
del norte, incrustada aún hoy en las tierras que repoblaron
tras la reconquista. La lengua sin duda de aquellos vascones que
tropezando con el latín, contribuyeron a transformarlo en
el nuevo y todavía vacilante romance-castellano. No es por
ello casual, sino por el contrario muy significativo, que sea precisamente
en las Glosas Emilianenses escritas en este monasterio, por un monje
sin duda bilingüe, donde aparecen por primera vez en armoniosa
compañía las primeras frases escritas del ya milenario
vascuence y las mas antiguas expresiones del todavía balbuciente
castellano.
Como son también expresivos de esa misma convivencia armónica
y colaboración mutua entre las dos lenguas, los numerosos
vestigios que aquel euskera medieval fue dejando en otros documentos
de monasterios riojanos y en el candoroso cantor de Santa María,
Gonzalo de Berceo.
La lengua no es sin
embargo una realidad abstracta e independiente, hace siempre referencia
por su misma naturaleza a quien la habla, al hombre, de cuya personalidad
forma parte indisoluble. Por ello no es tampoco casual que fuera
aquí en estas nobles y abiertas tierras de La Rioja y más
concretamente en el vecino municipio de Ojacastro donde el hombre
vascoparlante gozó, por primera vez que sepamos, de lo que
pudiéramos llamar “Fuero lingüístico oficial”.
Ahí el Merino Mayor de Castilla reconoció en tiempo
de Fernando III el Santo, que los lugareños tenían
derecho a expresarse y a ser respondidos en vascuence en los actos
de justicia, porque nos dice la vieja Fazaña o Sentencia
riojana “ De Siso o Morial, que en verdad Fuero habían
los de Oia Castro”.
El lugar en que
nos encontramos y la historia que recordamos me han obligado a hacer
estas referencias, a la convivencia entre el euskera y el castellano.
Otros muchos lugares de la península habrán sido escenarios
de hechos similares, porque en todos los lugares la lengua va siempre
ligada al hombre. Precisamente porque la lengua va siempre ligada
al hombre, de los comportamientos de este, depende también
la evolución de aquella, porque no son las lenguas las que
conviven, sino los hombres, y los hombres son también y no
las lenguas, los que se agreden y compiten entre sí. Los
que en definitiva se reconocen o se niegan derechos, sus propios
derechos humanos. Hubo un tiempo al parecer, y un lugar, el tiempo
y el lugar al que me he estado refiriendo, en que diferentes lenguas
pudieron convivir porque los hombres que las hablaban, quisieron
convivir. No siempre ha sido así, ha habido también
tiempos en que la arrogancia y la intolerancia de unos, aprovechándose
de la inferioridad, la indefensión, y porque no decirlo incluso
de la desidia de otros, han transtocado ese equilibrio armonioso
y se han cebado en las lenguas de estos últimos, con el deseo
de anular su signo mas elocuente, ese fuero que asiste a todo hombre,
el fuero de agitar espiritualmente la lengua propia como si fuera
el propio hogar, les ha sido a veces negado en razón de principios
tan poco humanos como la abolición de toda diferencia y la
imposición de la propia uniformidad.
Hoy nos toca a nosotros superar los efectos perniciosos y sobre
todo restañar las profundas heridas de esos tiempos felizmente
pasados.
La armonía
puede y debe volver a reinar entre nuestras lenguas, el respeto
debe y puede imponerse a la agresión y al resentimiento.
La idea del enriquecimiento reciproco, de la colaboración,
de la convivencia en provecho mutuo, puede y debe sustituir a la
de la competencia, pero para ello habremos de recuperar el espíritu
que inspiró al antiguo habitante de Ojacastro, la lengua
es siempre la lengua de un hombre, y todo hombre dispone de un fuero,
el fuero de su propia lengua.
Desde el hombre por tanto,
desde la recuperación democrática de los derechos
más íntimos e inalienables de la persona humana, me
sumo hoy con ustedes a este homenaje de la lengua castellana y lo
hago gozosamente en este lugar en el que hombres de otras lenguas
supieron y quisieron colaborar a su alumbramiento y desarrollo.
Estoy convencido, de que es, ese mismo deseo de colaboración,
de armonía y hasta el de generosidad, el que anida en todos
los que aquí estamos, y que será ese deseo el que
logre hacer de la convivencia armónica entre todas nuestras
lenguas, el reflejo fiel del respeto y de la convivencia que estamos
empeñados en consolidar entre todos los ciudadanos que las
hablamos.
Muchas gracias. Eskerrik asko.
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IGNACIO
HIDALGO DE CISNEROS
El militar republicano a que no le gustaban las guerras
Ikusager publica las memorias de este aristócrata
metido a comunista y que fue jefe de la aviación republicana.
En
1966 murió en la soledad del exilio rumano el militar Ignacio
Hidalgo de Cisneros, jefe de la aviación republicana
durante la guerra civil española. Homenajeado por las autoridades
soviéticas, olvidado por las españolas. A su sepelio
acudió su sobrino Ignacio, con quien tanto se quería.
Y en el panteón de ilustres personalidades de Bucarest juró
honrar la memoria de su tío: “Yo me hice dos propósitos.
Traer sus restos a Vitoria, su ciudad natal, y publicar sus memorias.
Las dos cosas las he cumplido”.
Los restos descansan desde 1994 en
el panteón familiar de Vitoria. Las memorias las acaba de
reeditar la editorial Ikusager, después de años de
olvido. Un libro esencial para entender de dónde venimos
los españoles. Se titula Cambio de rumbo.
Un título acertado porque refleja el viraje ideológico
de un hombre de una trayectoria vital atípica. Nacido en
el seno de una familia aristocrática y educado en la disciplina
férrea del ordeno y mando de las academias militares, el
aviador Hidalgo de Cisneros viró la brújula de su
existencia para acabar siendo un destacado miembro del Comité
Central del Partido Comunista.
Recuerdo de Canillas
La semana pasada presentaron estas memorias en Logroño en
un acto cargado de emotividad. Porque Ignacio Hidalgo de Cisneros
siempre guardó una deuda de profundo agradecimiento hacia
La Rioja. Las raíces de su pensamiento y
sus convicciones se hunden en nuestra tierra. Su madre,
una rica terrateniente logroñesa, le llevaba todos los veranos
al palacio de Canillas, así como a la hacienda de Cidamón.
Y ahí, entre curas y chocolates, entre tertulias aburridas
y polvos de rapé, comenzó a despertar su conciencia
ante las desigualdades sociales. Unos tanto y otros tan poco, debió
de pensar el crío, quien se mezclaba de igual a igual con
la servidumbre y escuchaba arrobado las pláticas encendidas
contra los señoritos de su amigo el “Tejero”,
el bolchevique del pueblo.
Pîloto de raza, hombre de acción,
la autobiografía de Hidalgo de Cisneros representa un relato
centelleante para comprender la historia de la primera mitad del
siglo XX español. Estuvo en primera línea en todos
los frentes y de todos ellos dejó constancia. Combatió
en África; fue cabecilla de la fallida sublevación
de Cuatro Vientos; defendió la II República. Conoció
en persona a los personajes ilustres y menos ilustres de su época
y los retrató con sinceridad y humor. De Franco dijo que
fue un ser antipático desde que fue célula; de Mussolini,
que parecía un cómico entrado en carnes; a Stalin
le aconsejó que, por favor, cambiase de la mesa el vino ruso
por un Rioja.
Dos hermanos en guerra
Su
vida, marcada por el compromiso al ideario republicano, le enfrentó
contra los principios de su propia clase. Su familia no aceptó
que contrajese matrimonio sin pasar por los altares con una nieta
divorciada de Maura. ¡Se trató de la primera boda civil
de la República y todo un escándalo contra la moral
cristiana! Pero fue en la Guerra Española, cuando el enfrentamiento
alcanzó tintes cainistas. En la contienda, Ignacio combatió
contra su querido hermano Paco. Cada uno alineado en un bando. Cada
uno ocupando puestos de responsabilidad en el escalafón militar.
Paco ganó; Ignacio perdió. Pero se perdonaron. “La
actitud de los dos hermanos es un buen ejemplo a seguir en estos
tiempos en que los enfrentamientos nacionalistas abundan por doquier”,
afirma el sobrino Ignacio, alertando sobre la necesidad de aprender
las lecciones del pasado para no repetir en el presente errores
fatales. Incluso Paco Hidalgo de Cisneros, que llegó a ser
director de la Academia General Militar de Zaragoza, movió
hilos e influencias para rescatar a Ignacio del destierro. No lo
logró. Su hermano nunca renunciaría ya a su nuevo
rumbo. Fue una de las voces más escuchadas de la mítica
Radio España Independiente y frecuentó el circulo
de intelectuales exiliados, afines a su ideología. Algunos
tan conocidos como Alberti. Quien le dedicó un soneto elogioso,
que abre las memorias.
A
Ignacio Hidalgo de Cisneros se le nota en algunos momentos como
arrastrado por el frenesí de los acontecimientos, como si
se erigiese en héroe a su pesar; pero ni en las horas buenas
ni en las horas malas perdió el optimismo y la vitalidad,
dos cualidades que todos destacaron en su forma de ser. Le gustaba
la buena mesa, la camaradería: era un bont vivant. Hombre
cordial, cercano, no exigia de nadie más que fuese buena
persona. Y como todo hombre bueno, fue un hombre moral. En la introducción,
Tuñón de Lara, lo definió como “un militar
humanista”, un militar a quien no le gustaban las guerras.
Y debió ser verdad. En las memorias cuenta que en levantamiento
de Cuatro Vientos, cuando se dirigieron con las avionetas a bombardear
el Palacio Real, se echaron para atrás a otear niños
en la plaza.
Ricardo de la Cierva calificó
Cambio de rumbo como el libro más
divertido escrito sobre la guerra civil española por la frescura
de su lenguaje. En sus páginas, Hidalgo de Cisneros no intenta
justificar nada, ni pontificar; se limita a contar lo que vivió,
sin el envaramiento de un escritor; con la espontaneidad y picardía
de un chaval de Canillas. Las memorias terminan justo con la derrota
del ejército republicano. No quiso proseguirlas relatando
su experiencia en el exilio. Quizás para no ensanchar más
la brecha abierta entre las dos Españas. Ignacio siempre
abogó por la reconciliación. Sin renunciar a sus ideales,
pero sin guardar rencor: “Nunca ha sido mi intención
hacer un relato de los horrores de la guerra, pues estoy convencido
de que no ganamos nada los españoles ahondando en la herida”,
dejó escrito en sus memorias. Y sus últimas líneas
se pueden leer como un preludio de la transición española:
“Para mí es muy importante saber que en España
hay una adhesión creciente y activa a lo fundamental de los
ideales democráticos por lo que nosotros, al ser agredidos,
tuvimos que combatir. La lucha por la democracia prosigue en otras
circunstancias”.
José Mª Lander. La Rioja, 12
de junio de 2002.
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James
R Jump: Por el español y la República
Por Jim Jump
Estos
poemas (que se encuentran en el libro, el cual se puede comprar
en Logroño, local
de Piedra de Rayo, c/ San Juan, 28, tlf. 941.23.53.55) fueron escritos
en castellano y en inglés por un británico que dedicó
su vida al estudio y a la enseñanza del idioma español,
que se casó con una española , vivió años
en España y que, en plena juventud, ofreció su vida
para defender la democracia en España…
Excepto dos, todos los poemas fueron
creados en los últimos 15 años de la vida de mi padre…
El fin de la dictadura permitió
ofrecer el debido reconocimiento y homenaje en España al
papel desempeñado por los brigadistas internacionales que
vinieron a España, para defender la República española
contra la rebelión militar del general Franco, respaldada
por los fascistas,…
Esta pusilanimidad (la no intervención
de los gobiernos Inglés y Francés, en apoyo a la República,
contrariamente a lo que habían hecho los gobiernos Italiano
y Alemán, apoyando a Franco) llevó a Jump y a otros
muchos a entrar en el Partido Comunista, semanas antes de que arribara
desde Bilbao al puerto de Southampton un buque repleto de refugiados
de la España republicana. A bordo llegaba su futura esposa.
El barco de pasajeros Habana
había sido requisado por el gobierno regional vasco para
trasladar a casi 4.000 niños y niñas a un lugar seguro
en Gran Bretaña… Una de las 120 señoritas encargadas
de cuidar a los niños, junto con 95 profesores y 15 sacerdotes,
era Cayetana Lozano Díaz, de 23 años… había
huido de San Sebastián justo antes de que ésta cayera…
uno de sus primos ya había sido ejecutado después
de que los rebeldes tomaran Logroño, al comienzo de la guerra.
Celestino Nalda Lozano, de 20 años, originario del
pueblo de Lardero, cercano a Logroño, fue abatido
a tiros el 19 de agosto de 1936. Su hermano de 32 años, Manuel,
corrió su misma suerte en noviembre de ese año…
La familia de Cayetana era de La Rioja,
como se denomina hoy la provincia de Logroño. Su padre, Celestino
Lozano, un granjero anarquista de Lardero, se casó con Rosa
Díaz López, cuya familia procedía de Haro…Se
trasladó a San Sebastián (donde nació Cayetana)
para buscar trabajo, al igual que muchos otros riojanos que emigraron
a las grandes ciudades a principios del siglo XX…
Cayetana y James, el joven idealista
inglés, tres años más joven que ella, se conocieron
y se enamoraron en Worthing, donde se estableció
una de las “colonias” para alojar a los niños
refugiados… En Worting, James se ofreció voluntario
para echar una mano en la colonia, donde sus conocimientos de español
resultaban muy útiles… Al principio ella rechazó
sus insinuaciones, pero la caída de Bilbao y después
la de Santander, acabaron con los sueños de regresar pronto
a su hogar… pero tuvo el efecto contrario en Jump y la “llamada
de España” se fue haciendo cada vez más poderosa…
Su vuelta a Londres se realizó en diciembre de 1938.
James y Cayetana se casaron en 1940,
estando ya reclutado por el ejército británico…
Cayetana volvió a San Sebastián
en 1950 y volvió a Inglaterra en el 53. Como profesor, mi
padre disfrutaba de una largas vacaciones veraniegas, que pasábamos
en San Sebastián en el apartamento que mi abuela tenía
en calle Vergara, donde vivió hasta su muerte en 1974 a la
edad de 82 años…
Algunos veranos también viajábamos
al sur, a Logroño y a La Rioja. Me subían a lomos
de Perico, el burro de la granja de mis tías abuelas de Lardero
…
Mi padre, tanto en San Sebastián
como en La Rioja, parecía sentirse en casa, donde pertenecía.
Le encantaba lo sociable que son por naturaleza los españoles,
con quienes entablaba conversación y hacía amigos
con facilidad.
La ofensiva del Ebro apareció
en 1975, el mismo año que falleció Franco. Vendieron
la casa de Kent, y durante casi un año se alojaron en un
hotel de El Espolón, la plaza arbolada del centro
de Logroño, … por fin encontraron un amplio
apartamento en la cara norte de El Espolón, con bonitas vistas
a la plaza… Pasaron cinco años juntos en Logroño,
hasta que su enfermedad convenció a Jump de volver a Inglaterra
en 1983.
Cayetana falleció a la edad
de 87 años, en el año 2.000.
Jump murió el 29 de noviembre
de 1990 en el hospital de Southend, su ataud, envuelto en la bandera
republicana española…
Texto y fotos del libro “Poemas
de guerra y de paz” de James R Jump, edición de Jim
Jump y la revista Piedra de Rayo.
1. Portada inglesa del libro.
2. El buque Habana con algunos de los 4.000 niños refugiados
a bordo a su llegada a Southampton, el 23 de mayo de 1937.
3. James R Jump y Cayetana con niños vascos refugiados en
Worthing, en 1937.
4. Cayetana (segunda fila, tercera por la izquierda) en la playa
de Worthing con niños vascos en 1937 o 1938.
5. Jim Jump, hijo de James, en la presentación del libro
en Logroño, el 12-12-2007.
6. Jim Jump, con su grupo musical y con el que actuó en Logroño,
el viernes 14 y sábado 15 de marzo de 2008.
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Son varios los riojanos de nacimiento, o bien llegados
desde el País Vasconavarro, que en Logroño y La Rioja,
han tenido y tienen relación con el euskera, por unos motivos
u otros.
La ikastola de Oyón ha sido uno de los lugares (además
de la situada en Lapuebla de Labarca y la situada en Lanciego),
a donde se han dirigido, desde ya hace años, muchos jóvenes
que viven en Logroño e inmediaciones a cursar sus estudios
primarios.
Por
otra parte, la creación de la asociación cultural
Laminiturri,
hizo que otro grupo de adultos estudiara esta lengua en su local,
situado entonces en la calle Marqués de Vallejo, cercano
a la catedral de Logroño, y esto desde el año 1998.
Con posterioridad, la propia Universidad Popular de Logroño,
por el año 2000, inició clases de Euskera, además
de otras lenguas.
En la actualidad la UPL, en el casco viejo logroñés,
continua con estas clases, en tres niveles distintos, dos días
a la semana.
Las personas que requieren más intensidad,
al cerrarse el local de Laminiturri, se tiene que trasladar hasta
la localidad cercana de Oyón (despues de estar dos años
en el IES Sagasta), donde la asociación IKA, da clases de
euskera en los locales municipales.
Las fotos que se presentan son solamente una muestra de este grupo
de “Errioxanos”, que o bien en la UPL, o bien en Oyón,
se esfuerzan en el conocimiento de este idioma, recalcando la pluralidad
de las distintas lenguas que habitan en la Península Iberíca.
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Fuente
de Iturrimurri en Haro
Este
es el comienzo de un artículo-documento, por realizar. La
foto antigua que se presenta ha sido cedida por el hotel Ciudad
de Haro, antes Iturrimurri, en ella se ve un tren de los de hace
bastantes años (el saber de cuando, es una de las tareas
a conseguir), pasando por la fuente de Iturrimurri en el municipio
de Haro.
Según nos
comentan, el propio Espartero, cuando pasaba en tren por esta zona,
hacía parar el tren para coger agua de esta fuente (tendremos
que ver también el documento).
Cuando se hace el
paso elevado para evitar el ferrocarril, en 1974, se modifica la
posición de la fuente, como vemos en la foto que se adjunta,
puesto que las vías quedan a la izquierda, detrás
de las columnas, por encima de las cuales pasa la
carretera
de Vitoria a Logroño.
La verdad, que el
estado de la fuente deja mucho "que desear". Un poco de
limpieza y cuidado no vendría mal a este espacio de ocio
y recreo.
Junto a la fuente se encuentra el
"Parque Iturrimurri".
Curiosamente el Ayuntamiento, llama
al póligono industrial que se encuentra en sus inmediaciones
"Fuente Ciega", una traducción "sui generis"
como nos indicaba alguna persona.
“En la ciudad
jarrera se pueden contabilizar, en la actualidad al menos una docena
de fuentes, aunque únicamente de los caños de dos
de ellas mana agua. La mayoría tiene un gran valor artístico
o conmemorativo. Sin embargo, su abandono las ha condenado al olvido
e, incluso, muchas son utilizadas como decoración o jardinería
urbana.
Casos hay muchos pero, tal vez, el
más significativo sea el de la fuente de Iturrimurri.
Unas aguas que años atrás atrajeron a numerosos vecinos
de la comarca ante la convicción de que tenían propiedades
curativas. A día de hoy, tapada e invadida por el abandono,
sólo conserva su recuerdo”. Merche Rodelgo –
Haro. La Rioja, 21-11-2006.
Iturrimurri.-
Nombre de una fuente en los alrededores de Haro. Iturri es fuente
y el sufijo tiene la forma antigua, por lo que el nombre se puede
traducir por Fuente-ciudad, literalmente.
Dado que no existió núcleo
de población en su derredor, debe entenderse como fuente
de la ciudad, de Haro, que es la más próxima,
y no ciudad de las fuentes, como viene a significar el
nombre berberisco de Tetuán, Titauin, plural de Tit, que
es fuente ó manantial en los dialectos cheljas del Norte
de Africa. Sin embargo, hay quien traduce Iturrimurri por, "fuente
baja" (Guillermo Rittwagen.
Nomenclator de denominaciones geográficas en la Rioja. 1920
– ver en esta página web)
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Paseos
de Arrupia y Garay en Ojacastro, La Rioja
Texto: Folleto del Ayuntamiento de Ojacastro
INTRODUCCIÓN
El municipio de Ojacastro está
situado en el sector oeste de La Rioja y pertenece a la subcomarca
de La Sierra "Alto Valle del Oja".
Foto:
Iglesia de Arbiza
En
la actualidad, el municipio de Ojacastro está formado por
cinco núcleos de población, aunque su escudo representa
12 aldeas. Los núcleos habitados son: la villa de Ojacastro
y las aldeas de Tondeluna, Arbiza, Uyarra y San Asensio
de los Cantos (o Santasensio). Pertenecen también
al municipio, aunque despobladas: Amunartia, Ulizarna y
Zabárrula. Documentadas aunque desaparecidas aparecen
Larrea, Escarza, Masoga, Espicia y Matalturra,
y otras con alguna referencia, como Zarracucha.
Hasta el siglo XIX estas aldeas se
dividían en dos cuadrillas: la de Arrupia,
que comprendía las de la margen izquierda del río
Oja y la de Garay, que hacía lo propio
con las de la margen derecha.
La villa de Ojacastro está formada por tres barrios: el de
Abajo o del Pisón (de forma lineal), el de La Nuza, donde
se halla La Antigua, anterior iglesia parroquial y Barrumbarro,
con la actual iglesia y la plaza del Ayuntamiento.
En 1752, el castastro del Marqués
de la Ensenada recogía 142 casas habitadas, 21 inhabitadas
y 56 arruinadas. Un siglo después, Madoz especificaba 179
casas habitadas. En la actualidad, son 241 los habitantes (1996),
aunque en 1940 alcanzó su techo con 789 personas.
El futuro de Ojacastro es alentador,
ya que en la villa hay varias urbanizaciones previstas. Además,
la masificación de Ezcaray y el empuje de su estación
de esquí, inaugurada en 1976, pueden beneficiarle.
MEDIO NATURAL
HISTORIA
Las primeras evidencias de la ocupación
de Ojacastro se remontan a la época neolítica en forma
de flechas de pedernal y un hacha pulimentada. En las cercanías
de las aldeas de Zabárrula, Ulizarna y Arbiza, se han localizado
hachas de piedra (llamadas piedras de rayo).
En época romana, parece ser
que hubo un asentamiento de tipo militar. Los Votos de San Millán,
recogen en el año 939 los primeros testimonios escritos,
en los que se menciona con una extensión: "Vallen
de Ogga Castro de vértice montis usque ad Iberum flumen".
En la época de la Reconquista,
el valle quedó despoblado. En el siglo X el valle pertenecía
al reino de Navarra, cuyo monarca, García Sánchez,
llevó a cabo un política repobladora por la que llegaron
monjes y colonos vascones. En 1074, pasa al reino de Castilla y
su castillo queda abandonado.
En Ojacastro se habló
la lengua vasca durante siglos. En el Fuero que los reyes de Castilla
otorgan a los habitantes de Ojacastro (año 1200) se concede
utilizar el euskera en las institutuciones castellanas.
Un siglo después (1312), Ojascastro
encabeza a las Villas del Valle en el Fuero de Población
concedido por Fernando IV en las Cortes de Valladolid. Este reconoce
entre otras exenciones "que los homes e mugeres homicianos
e malhechores que se vinieren a acoger en el dicho Valle ... sean
defendidos e que ninguna Justicia non sea osada de entrar en el
dicho Valle nin los pueda tomar nin sacar del".
El último rey que confirmó
el fuero fue Fernando VII, en Madrid, el 13 de diciembre de 1814.
Pocos años después, las reformas liberales abolieron
esta clase de privilegios.
ECONOMÍA
CONSTRUCCIONES
DE INTERÉS
El puente sobre el río Oja:
El rollo
o picota (primer tercio del siglo XVI):
Es de fuste octogonal, sobre
basa y tres gradas redondas, rematado por un nudo con cuatro cabezas
y una pirámide con decoración de penetraciones y bolas.
La picota era el símbolo de jurisdicción civil y criminal
en los municipios; servía para exponer públicamente
a los condenados por la justicia.
Casas:
Existen varias casas con portadas
de medio punto y escudos, así como con aleros de madera labrada.
Todas pertenecientes a los siglos XVI y XVII. Ejemplos
son la casa de los Merino (siglo XVIII - anteriormente perteneciente
a los Urrutia-) o el antiguo palacio de Mariaca (siglo
XVI).
Iglesia
Parroquial de San Julián y Santa
Basilisa:
Edificio construido en sillería,
de una sola nave y con dos capillas laterales, edificado en el siglo
XVI sobre una iglesia románica anterior. Destaca en el exterior
de la cabecera un gran escudo de los Velasco. Condes de Haro y Condestables
de Castilla. La cabecera es de estilo Reyes Catolicos y ya estaba
construida en 1502, la nave y las capillas son algo posteriores
y la sacristía es barroca, de finales del siglo XVI o del
XVII.
Ermita de la Ascención en Santasensio:
Se llamó primitivamente
Monasterio de la Ascensión y fue donado en 1052 por el rey
navarro D. García IV al Monasterio de Santa María
la Real de Nájera, al que perteneció hasta la desamortización.
Es de estilo románico ojival con dos arcos ligeramente apuntados.
La planta del ábside es semicircular al interior (románico)
y poligonal al exterior (gótico). Conserva pinturas sobe
piedra.
Nevera del Ángel:
Construcción de carácter
municipal utilizada para la fabricación de hielo. En el panel
colocado en sus inmediaciones se aprecia el proceso de extracción
del hielo.
FIESTAS Y TRADICIONES
TOPONIMIA
El termino "Ojacastro" proviene según
los historiadores del vasco (estiman que el vascuence es la lengua
autóctona de los primeros pobladores del valle), apoyándose
en las grafías "Ogga" y "Oia" (bosque).
Otros, sin embargo, como Madoz y Menéndez Pidal sostienen
su origen latino, argumentando que el antiguo castillo existente
toma el nombre del río Oja, llamado así por la abundante
vegetación que arrastraría.
La segunda parte del nombre Ojacastro se tomó de CASTRO (fortaleza
o castillo, de ubicación no precisa). Merino Urrutia se refiere
a una fortificación militar en la Edad Antigua, alrededor
de la cual surge la primitiva población. Govantes y Madoz
hablan de un castillo que tomó el nombre del río.
En los documentos, Ojacastro es llamado, sucesivamente, Oiacastro,
Oliacastro, Oggacastro y Oxacastro.
TOPÓNIMOS DE LAS
ALDEAS. Traducción del euskara:
Arrupia =
barranco
Garay =
alto
Amunartia =
entre dos cerros
Masoga-Masoa = bosque
Matalturria-Matalturra = fuente
Zabárrula =
ferrería
Arbiza =
sitio de nabos (arbi - nabo)
Barrena =
zona baja // sitio-zona de dentro
Urizarna-Ulizarna = pueblo viejo
Uyarra-Oyarra = bosque
Escarza =
ezcarro (arce)
Larrea =
prado, pastizal
Un toponimo especial es Lamin-iturri (Laminiturri) o fuente de Las
lamias o seres fantásticos (Lamia - sirena de sitios humedos
del interior / mujer con pies de pato).
Junto al folleto principal se han elaborado otros
tres folletos, con las siguientes denominaciones.
- Paseos de Arrupia: Sendero por las aldeas de Amunartia,
Masoga, Matalturra y Zabarrula.
- Paseos de Arrupia: Sendero por las aldeas de Tondeluna y Arbiza.
- Paseo de Garay: Sendero por las aldeas de Ulizarna, Espicia,
Larrea, Escarza, Uyarra y Santasensio.
Nota: Cada paseo de los mencionados contiene
una descripción de los lugares por los que transcurre. El
texto se ha copiado tal cual viene en el folleto, aunque encontramos
algunos errores en la traducción de la toponimia de las aldeas.
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Interpretación
de lo vasco en la Cultura Riojana
Luis Vicente ELIAS PASTOR
REVISTA DE FOLKLORE. Caja España - Fundación Joaquín
Díaz
Año: 1990 - Tomo: 10ª - Revista nº: 114, Páginas:
192-196. Tema: Pensamiento / Etnias
(Homenaje a D. José J. Bta Merino Urrutia)
La Rioja como región colindante
al País Vasco y tierra situada entre los reinos de Navarra,
Castilla y Aragón, ha tenido múltiples influencias
de sus tierras vecinas.
A lo largo de la historia muchos son los
pueblos que se han instalado en los suelos riojanos, y son varias
las pervivencias de sus culturas.
Sobre la influencia de los pueblos se vierten
diversas opiniones, y son los científicos y escritores los
que han ido creando una opinión sobre el valor de estas aportaciones
culturales. y también la tradición oral popular presenta
una visión particular de estos fenómenos de aculturación.
Centrándonos en las relaciones entre
la cultura vasca y La Rioja, debemos ir desvelando las opiniones
de los autores, ver los tópicos que sobre esas relaciones
se producen, y sobre todo nuestra intención es expresar la
importancia que tienen los trabajos etnográficos comparativos
en este tema, ya que generalmente se presupone su existencia y se
vierten opiniones erróneas.
En la bibliografía riojana se observa
una división entre los que valoran la importancia de la cultura
vasca y los que la reducen a escasos puntos. Nuestra intención
es exponer la situación y ver, por otro lado, cómo
los datos científicos tienen poca relación con la
mentalidad popular, que escasamente conoce el enlace entre la cultura
vasca y La Rioja.
Partiendo de fuentes antiguas, son varios
los autores que reflejan el carácter vasco de La Rioja, basándose
en datos históricos y en yacimientos arqueológicos.
Entre estos autores surge la polémica de si los antiguos
pobladores de La Rioja eran vascos o procedían de grupos
celtas e iberos. Como exponente del carácter vasco de los
berones (antiguos pobladores de La Rioja), podemos citar a A. Gil
del Río, que en todas sus obras clasifica a «Ios berones
como una de las primitivas tribus vascas que se asentaron en el
norte de la Península Ibérica; concretamente, en la
región riojana» (Gil del Río, A., 1981,
25).
Esta opinión
que defienden un grupo de escritores y científicos, no está
muy de acuerdo con otros arqueólogos e historiadores, por
lo que existe una polémica, como lo reflejan estas líneas
de prólogo a una obra del escritor antes citado: «A
Gil del Río no le perdonan sus detractores o impugnadores
el que afirme, con sólidos argumentos, que los berones llegaron
a la Cuenca del Ebro y luego se extendieron por el País Vasco
y Cantabria, y que, por consiguiente, los vascos actuales conservan
muchas analogías y semejanzas con los riojanos así
en lo relacionado con el idioma primitivo -nuestra provincia está
plagada de nombres patronímicos y toponímicos de abierta
raíz euzkérica- como en sus características
generales.
El que, en cierto modo, nos consideremos
vascos y que de siempre hemos venido manteniendo muy estrechas relaciones
así en el orden económico, social, cultural y costumbrista
-danzas y bailes- es, parece a algunos, algo así como una
blasfemia, una especie de herejía» (Manzanares,
A., 1981).
Otros autores se
inclinan por opiniones contrarias, basadas en la evolución
histórica de la zona, afirmando que «estos acontecimientos
históricos vienen a confirmar cómo La Rioja es una
zona claramente ibérica, unida íntimamente a Navarra
y Aragón y con vocación castellana» (García
Prado, I., 1952), siendo el Ebro el límite de esas
tierras.
La polémica por este tema existe
y los datos históricos son escasos; no obstante, hay otros
campos en los que el problema se plantea.
En lingüística, son muchos
los ejemplos de términos vascuences en La Rioja; pero debemos
valorar estos datos. El gran defensor de la importancia del
vascuence en La Rioja ha sido don Juan Bautista Merino Urrutia,
quien desde el análisis de la toponimia y de las fuentes
escritas, demuestra que hasta la Edad Media se hablaba euskera en
La Rioja. Son otros muchos los autores que hablan de la influencia
vasca en el dialecto riojano, y sobre todo se basan en los abundantes
topónimos vascos que existen en algunas comarcas de La Rioja.
La mayor parte de
la toponimia. vascuence se encuentra en la zona occidental de La
Rioja, concretamente en las cuencas del río Oja y Tirón,
siendo más escasa en las cabeceras del río Najerilla
e Iregua, y prácticamente inexistente en el resto de La Rioja.
Curiosamente, la toponimia de origen vasco es
abundante, y no es habitual la presencia de esa lengua en otras
manifestaciones dialectales. En un estudio lingüístico
hecho sobre una población del valle del Najerilla, se da
cuenta de la poca importancia de este tipo de términos: «Las
únicas palabras de claro origen vasco y no generales en castellano
común que encontramos en Anguiano son anavia, caparra, caparrón,
perrochico, zagorra, que resultan muy pocas en comparación
con las usadas en la zona de La Rioja Alta» (Echaide,
A., 1972, 38.) No obstante, en esta comarca más
occidental no son tan abundantes el número de palabras de
origen vasco, y son muy prolijos los topónimos de origen
vasco, como ya se citaba en el siglo XVIII cuando se habla de la
designación vasca del monasterio de Arizta o de la Estrella
en San Asensio, y se advierte «que no extrañe al lector
esa voz vascongada, advierto de paso: que los reyes de Navarra de
aquellos tiempos usaron del vascuence como de lengua propia y nativa,
y de tal suerte estaba extendida por estas partes de La Rioja, que
apenas hay lugar , monte o pago que no tenga su nombre vascongado,
aunque ya muchos padecen corrupción y algunos han variado
totalmente» (Anguiano, M., 1704,549). Según estos datos,
la toponimia vasca en el siglo XVIII era abundante, aunque en los
trabajos actuales no aparezca con tanta importancia (González
Blanco, A., 1987).
El análisis
de la toponimia ha llevado a los estudiosos a buscar el origen de
la palabra Rioja en el propio vascuence, haciéndola descender
de erria, tierra; eguia, pan: errioja, hoja; rioxa, roja; rivergia,
ribera; oyan, bosque; arrioxa, piedra; aunque otros autores, como
Madoz o Govantes creen que no es preciso acudir al vascuence para
explicar el origen del término Rioja.
En una cierta época se produjo una
fiebre de la etimología, buscando un origen vasco a muchas
palabras que en muchos casos tenían otro origen, no llegando
a ninguna conclusión, y aunque autores tan importantes como
Pidal, Alarcos, Llorente, etc., hablan de los restos del vasco en
La Rioja, vemos una desproporción entre la toponimia con
la abundancia de vasquismos y el resto del habla con muy pocos datos.
En algunos casos, partiendo exclusivamente
de citas históricas y de algunos términos de la toponimia,
se habla de la importancia de lo vasco en otras facetas de la cultura
tradicional riojana. Curiosamente, son varios los autores que citan
identidad y coincidencia entre manifestaciones musicales riojanas
y vascas, y en otros casos se habla de similitud en las construcciones
y en la arquitectura popular.
Una de las personas
que más ha trabajado por esclarecer la presencia vasca en
La Rioja, nos dice, hablando de la comarca del río Oja: «En
toda la cuenca se nota la influencia vasca, sedimento de la primitiva
población que ha quedado impreso en su toponimia, en sus
costumbres y en sus construcciones» (Merino Urrutia,
J. Bautista, 1968, pág. 245), y son muchos los autores
que hablan de esta relación. Así, volvemos a oir:
«Por otro lado, la arquitectura y costumbres de la Rioja Alta
tienen parecido con las del norte de España» (Ortiz
Trifol, C., 1982, pág. 17).
En la danza y música se habla también
de relaciones culturales. «Las danzas (especialmente los danzadores
de Anguiano y otras manifestaciones folklóricas de Santo
Domingo de la Calzada, Briones, Viniegra, Albelda, Nájera,
etcétera) son el mejor exponente de esa similitud con el
País Vasco en las más curiosas facetas de su folklore»
(Gil del Río, A., 1981, 123). Otros autores
hacen partícipe de la influencia a las dos zonas vecinas:
«La música riojana se halla entroncada a la vasca y
a la castellana, y viceversa. Es decir, que realmente resulta difícil
no encontrar en unas y otras manifestaciones elementos comunes.
No se sabe si los pastores de la sierra, trashumantes, llevaron
o trajeron. Hay, por ejemplo, una música tradicional vasca,
concretamente, en Durango, que tiene toda la apariencia de corresponder
a la zona de San Millán y la cuenca del Najerilla; como existen
unas melodías en el valle navarro del Baztán, cuya
similitud yo creo reconocer en Cervera del río Alhama»
(Alonso, J. L., 1986, 45).
Siguiendo con las danzas, Merino Urrutia
compara las riojanas de «troquiaos» con las «ezpata-dantzas»
de las vascongadas, y nos dice que «examinadas las danzas
de los aros y de las espadas, recogidas en la capital, tienen evidente
analogía, por su ritmo y giros, a las danzas comentadas de
la cuenca del Oja, y tienen, como los anteriores, identidad con
las vascongadas» (Merino Urrutia, J. Bautista, 1968,261).
Esta pretendida relación cultural
entre el País Vasco y La Rioja, cifrada en la músicadanza
y en la arquitectura, se da en muy variados autores, y se hace sin
ningún sustento científico. En general, el tópico
de identificar manifestaciones culturales riojanas con similares
vascas ha surgido de viajeros o de anécdotas sin base científica.
En realidad, no se han realizado estudios comparativos que permitan
asentar tales afirmaciones, pero en el mundillo cultural riojano
y en la lectura de las obras de información se respiran varias
corrientes.
La primera es la
de la importancia de las influencias vascas en La Rioja, basada
en el origen vasco de las tribus pobladoras de la zona, y así
se dice que «riojanos y vascongados tenemos desde antiguo
muchos puntos de contacto, un parentesco histórico»,
según M. Ciriaquiain Gonzale.
La segunda corriente es la de la primacía
de las influencias castellanas en la cultura regional y una tercera,
que prudentemente une las dos corrientes, referidas a Nájera:
«La estructuración de sus calles y topología
de sus viviendas participan tanto de la morfología de la
ciudad castellana como de la marcada modalidad de los pueblos típicos
riojanos, con ingerencias del norteño vivir de Vasconia»
(Del Pan, I., 1953).
Por último, también se observa
el nacimiento de una opinión regionalista, «sosteniéndose
el criterio de que los berones eran una de las distintas tribus
vascuences que se asentaron en la región que constituye la
actual Rioja, que se fusionaron con los celtas, creándose
–incluso- una unidad étnica: el riojano» (Gil
del Río, A., 1981, 38).
Estas opiniones se
mantienen y se esgrimen por distintos autores como ejemplo de relaciones
y contactos culturales, entre regiones vecinas. Pero a excepción
de los estudios históricos y de los lingüísticos,
pocos datos se conocen de relaciones culturales entre La Rioja y
el País Vasco, por lo que nosotros nos preguntamos a partir
de qué tópicos surgen esas opiniones y por qué
en dos campos muy concretos: el musical y el de la arquitectura
popular.
Aquí, a nivel personal, podemos
decir que para el profano dos músicas pueden parecer similares
y pertenecer a pueblos separados por miles de kilómetros,
y además que se habla de la música porque es algo
externo que pretendidamente todo el mundo conoce.
Por lo que respecta a la arquitectura,
veremos más adelante que se crean arquetipos de «casas
tradicionales» sacados de calendarios, láminas, grabados
o dibujos. En general, la arquitectura tradicional responde a los
materiales que hay en la zona, la dedicación de los ocupantes
de la vivienda y las condiciones climatológicas; por lo que
hemos visto, hay casas serranas en todo el Sistema Ibérico,
en los montes de León, en la Sierra de Francia o en las montañas
de Avila, que son muy similares a las de las sierras riojanas, a
las que se les atribuye caracteres «vascos».
En el resto de las
manifestaciones culturales que pretenden tener relación con
el País Vasco ocurre igual, ya que no existe un estudio serio
de cada uno de los temas. Cuando se habla de costumbres vascas localizadas
en La Rioja, como las albadas, las cruces en las puertas, el temor
a la lechuza o el respeto a los pozos negros, no podemos admitirlas
como tales cuando son generalidades que se observan en todas las
culturas mediterráneas. Lo mismo podemos decir de la pretendida
identidad entre las brujerías, cuando se afirma «que
la imagen de la brujería riojana se identifica con la vasco-navarra»
(Gil del Río, A., 1975, 107).
Estos datos son difícilmente
aceptables, ya que no existen estudios comparativos que los sustenten,
a excepción del autor citado y de poco más. Con admiración
hemos leído un trabajo sobre la localidad riojana de Aldeanueva
de Ebro en el que se establecen comparaciones con varias manifestaciones
de cultura tradicional vasca, y con abundantes datos se citan relaciones
e identidades tales como: «En la época en que los enterramientos
se celebraban en el interior de la iglesia, se conserva el recuerdo
del lugar que ocupaba la sepultura familiar y en tal lugar se encendían
velas el día de «ánimas», de la misma
forma que en el País Vasco se hace con las argizaiolak»
(Vicuña Ruiz, F , 1977). El problema que
se trasluce en estas líneas está en la ausencia de
trabajos etnográficos que nos sirven de base para realizar
las posibles comparaciones.
Estas son las opiniones
que hemos podido recoger en relación con el tema que nos
ocupa y alrededor de él nos surgen algunas preguntas de dudosa
respuesta.
En primer lugar, cuál es la razón
del corte tan brusco que se produce en la toponimia riojana, que
separa los topónimos de origen vasco de los restantes.
Otro aspecto que se observa es el de la
abundancia de la toponimia vasca y la escasez de términos
lingüísticos de habla coloquial que descienden de esa
lengua.
Y, por último, nos preguntamos por
qué hay escasas referencias en la toponimia, en las leyendas
o en los dictados tópicos, a los propios vascos. y aquí
hablamos con la experiencia etnográfica personal, aparte
de las opiniones de los autores citados anteriormente.
Con relación a este último aspecto,
en La Rioja es habitual el atribuir hechos y obras a pueblos que
en el pasado habitaron la región. Es común el oir
que en tal cerro «habitaron los romanos o que éstos
construyeron tal o cual puente»; de la misma forma, encontramos
«el camino de los romanos» o en Entrena «el camino
de los judíos». Son muchas «las cuevas de los
moros», «la botica de los moros», y han sido muy
buscados los tesoros que los moros dejaron en estas tierras, así
como las imágenes sagradas que escondieron en nuestros montes.
Con respecto a los vascos, en la toponimia aparecen
escasamente como grupos. Así, se cita un Valdevascones en
Almarza y un Cogote de Vascones en Ledesma (González
Blanco, A., 1987, 592) ; el resto de referencias son puntuales
a personas determinadas, como la Cruz del Vizcaíno, en Trevijano
de Cameros, o la Fuente del mismo nombre, que en muchos casos hacen
referencia a personas concretas que por motivos laborales se trasladaron
a La Rioja en épocas recientes.
Esta ausencia de referencias orales nos lleva a
realizar una encuesta exhaustiva sobre el tema y a preguntarnos
las razones, no siendo suficiente la razón de que se hacen
referencias orales a los pueblos exógenos que dominan una
región y escasas referencias al pueblo que la ocupa habitualmente.
En la zona de mayor incidencia de la toponimia
vasca en la región, el valle alto del Oja, hemos intentado
obtener algunos datos sobre la presencia euskalduna en la zona,
y por información oral son muy escasas las informaciones
obtenidas. Hay alguna referencia que trata de identificar a «los
chuetes», población asentada en las aldeas de Ezcaray,
con un pueblo de dudosa procedencia con escasa relación con
el resto de los pobladores y con una fuerte endogamia. Pero intuimos
que este curioso grupo humano es de otro origen, y su llegada a
la región es más reciente, aunque en las encuestas
hayamos oído que «eran desertores vascos, que huyeron
a estas tierras para refugiarse», y esto se dice en base a
que tenían otra lengua y otra indumentaria diferente a la
de los pueblos de la comarca, que, por otra parte, siempre les rechazaron.
El problema está en la ausencia de trabajos
sobre el tema, y las generalidades sobre la similitud entre costumbres
vascas y riojanas no es de gran utilidad. En la actualidad estamos
estudiando comparativamente costumbres del Sistema Ibérico
con otras de las montañas de León y encontrarnos grandes
coincidencias, ya que partimos de dos grupos humanos que aunque
muy alejados viven en medios similares y con una actividad común:
la trashumancia. Con relación al País Vasco, los estudios
comparativos no se han realizado y creemos que con respecto a La
Rioja, se debería partir de comparar, no los aspectos externos
de la danza y la arquitectura sino las manifestaciones del derecho
consuetudinario, tales como la propiedad comunal, los sistemas de
herencia, los tipos de matrimonio, que son temas que nos podrían
dar las pautas de la similitud cultural entre los dos pueblos.
Queremos también presentar aquí aquellas
escasas manifestaciones culturales, que en algunas zonas de La Rioja
se consideran de procedencia vasca. Con respecto a la arquitectura
es bastante habitual en la región hablar de las construcciones
de estructura de madera vista, «las improntas» o entramados
que mantienen la segunda planta de las viviendas serranas son de
origen vasco. Lo mismo hemos escuchado de los grandes aleros en
las construcciones, a los que se les atribuye un origen similar.
En la alimentación tradicional hay algunos
productos que se consideran introducidos por los vascos y en la
comarca serrana se habla del bacalao como alimento en salazón,
traído por los vascos. Como anécdota diremos que en
la sierra de Cameros riojana, hemos oído que en los caseríos
vascos tomaban la leche con sal, como medicina. Entre las virtudes
que tradicionalmente se atribuyen a los vascos en nuestra tierra,
está la laboriosidad y la fidelidad en la amistad, y entre
los vicios, la gula.
Estos escasos ejemplos de conocimiento tradicional
de un pueblo, que pudo ser el original en nuestra tierra, contrasta
con la información que se posee de él en la segunda
mitad de nuestro siglo, ya que la mayor parte de la emigración
riojana se encaminó hacia los puestos de trabajo que ofrecía
el País Vasco.
Con estos datos sólo queríamos esbozar
un par de ideas. Por un lado, la escasa veracidad científica
que se observa en las manifestaciones escritas, a la hora de hablar
de las relaciones entre los vascos y La Rioja. y por otro la poca
incidencia que en la cultura tradicional ha tenido la presencia
vasca en nuestra región. Ambas se unen a la hora de proponer
la realización de trabajos etnográficos conjuntos
que sirvan de base para el estudio comparativo de la cultura tradicional
vasco-riojana.
____________
REFERENCIAS
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Introducción 8.1 folklore musical de La Rioja. Logroño,
1986.
ANGUIANO, Mareo: Compendio Historial de la Provincia de La Rioja,
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ECHAIDE, Ana y SARALEGUI, Carmen: El habla de Anguiano. Instituto
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GIL DEL RIO, A. : La brujería y sus personajes en La Rioja.
Logroño, 1975. El enigma de los berones. Zaragoza, 1981.
GONZALEZ BLANCO, A. : Diccionario de la toponimia actual de La Rioja.
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370-405.
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Más sobre el vascuence en el valle de Ojacastro (Rioja Alta).
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El río Oja y su comarca. Logroño, 1968
Artífices vascos en La Rioja.
gorantz-arriba
VASCUENCE
Y ROMANCE
LINGÜÍSTICA 11
Mª Teresa Echenique Elizondo
Folleto: Lecciones de lingüística
y dinámica didácticas del español.
Gobierno de La Rioja. Consejería de Cultura, Deportes y Juventud.
1992
VASCUENCE Y ROMANCE
I. Interferencias léxicas.
La
Península Ibérica no es un área compacta y
uniformemente neolatina, y no lo es por la presencia de la lengua
vasca, hecho que confiere a la historia de la lengua española
caracteres peculiares.
La relación existente entre
vasco y románico tiene una larga andadura histórica
y comienza en el momento en que la lengua vasca, vascuence, euskera/euskara,
lengua vascongada, como prefiramos llamarla, entra en contacto con
el mundo latino y queda inseparablemente trenzada a algunos de sus
descendientes románicos, que, dicho sea de paso, han cambiado
de nombre respecto al latín originario para pasar a convertirse
en castellano, navarro, aragonés, occitano o francés,
en tanto que el vascuence sigue conservando su denominación;
o tal vez fuera mejor decir que denominamos vascuence o euskera
tanto a la lengua que se hablaba en territorio vasco en la antigüedad
como a su descendiente actual. En realidad, esto último viene
casi a ser la contrapartida de la conclusión a la que llegó
Giulano Bonfante al afirmar que ya en el siglo lI d.C. se hablaba
italiano y no latín en la Península Itálica1.
En realidad, es la suya una de las posturas extremas en la polémica
aún no resuelta sobre el momento en que el latín pasó
a convertirse en una Lengua Clásica, no vital, y dio paso
a la formación de los diversos descendientes románicos2.
Quiero decir con todo ello que, aunque
en la teoría establezcamos una distinción tajante
entre latín y románico (diferenciado este último
en castellano, francés, etc.), continúa siendo objeto
de debate para la Filología Románica determinar el
momento aproximado en que el latín dejó de ser latín
para convertirse en sus diferentes derivados románicos, aunque
exista un acuerdo más o menos general en aceptar que la autonomía
de los sistemas neolatinos se produjo hacia los siglos V-VI de nuestra
era. La principal dificultad para resolver este problema estriba
en el hecho de que la lengua escrita fue la latina y sólo
a través de ella podemos ir vislumbrando la realidad románica3.
Pues bien, es también sabido
que la lengua vasca no se escribe como tal (salvo testimonios dispersos)
hasta el siglo XVI, momento a partir del cual se crea una tradición
escrita, que, pese a contar con variedades concretas bien delimitadas,
se identifica sin dificultad con el vasco hablado hoy. No sabemos
cómo era realmente el euskera anterior al siglo XVI, aunque
por vía de reconstrucción podamos alcanzar a hacernos
una idea prototípica de su armazón estructural. Por
esta razón denominamos "vasco" a la lengua hablada
durante más o menos 20 siglos, en tanto que distinguimos
como latín y lenguas románicas a la lengua madre y
sus descendientes. Hugo Schuchardt, en cambio, decidió zanjar
la cuestión hablando sencillamente de vasco y románico,
englobando en este último término, en realidad, a
todo el elemento que quizá con más propiedad cabría
diferenciar en latino-románico.
Dado que vasco y románico poseen
una historia que puede ser estudiada conjuntamente, diré
que constituye éste un dominio privilegiado para el historiador
de la lengua interesado por el cambio lingüístico y
que, como tal, propugna una historia de la lengua centrada sobre
hechos lingüísticos, pues sólo así la
historia del funcionamiento de ambos sistemas quedará integrada
en la historia general y en ella encontrará su sentido profundo4.
En el período de latinización
de Hispania, el euskera quedó impregnado de préstamos
tomados del latín, como es bien sabido, por lo que nadie
puede negar que el contacto vasco-latino debió ser intenso:
el gran número de latinismos de la lengua vasca muestran,
además, la antigüedad de su contacto5. En los últimos
tiempos hay indicios que conducen a creer en una existencia de vida
romana más asentada, al menos en la actual Guipúzcoa,
por lo que no es descartable pensar que existió romanización
en el País Vasco. Pues bien, si esta romanización
fue más intensa de lo que se ha venido creyendo hasta ahora
y si ya en época posterior las crónicas medievales
(como sucede con las redacciones Rotense o ad Sebastianum de la
Chronica Visegothorum de Alfonso III) nos dicen que los habitantes
de la zona vasca habían poseído sus tierras "desde
siempre", no será poco razonable pensar, como he defendido
ya en otras ocasiones, que el romance ahí hablado haya surgido
in situ6. Y, si ello fuera efectivamente así, querría
decir que el contacto vasco-latino se habría prolongado,
sin solución de continuidad, en el contacto vasco-románico.
Ahora bien, aunque es cierto que, con la llegada del latín,
el vascuence quedó impregnado de numerosos elementos latinos,
no lo es menos que mantuvo intacta su estructura no indoeuropea
y que la permeabilidad a la recepción del latinismo no significó
en modo alguno pérdida de su condición tipológica
intrínseca.
INTERFERENCIAS
LÉXICAS.
El resultado directo del contacto de lenguas es la interferencia,
esto es, la penetración de rasgos de una lengua en otra,
hecho que tiene lugar en los hablantes, como consecuencia de su
familiaridad con más de un sistema lingüístico.
Como expuso Weinreich en su trabajo pionero, el léxico es
lo primero que se transfiere de una lengua a otra, y hay préstamo
léxico cuando una lengua receptora adopta un signo lingüístico
de otra.
Pensemos que el castellano ha integrado voces de otras lenguas,
que hoy están plenamente asumidas. Galicismos como detalle,
intriga, rango, interesante, no son ya sentidos como tales; otras
como yate, líder turista, no llevan ya la marca de anglicismo,
y qué decir de americanismos como patata, huracán
o piragua. La absorción de vocablos procedentes de otros
sistemas no ha supuesto la desintegración de la estructura
lingüística del español, que ha seguido manteniendo
plenamente su autonomía frente a las lenguas de las que ha
ido tomando palabras; pero, eso sí, a través de esos
préstamos podemos leer su historia lingüística:
germanismos en el período visigótico, arabismos, galicismos
y occitanismos después, italianismos en la época humanista
y áurea, galicismo general a partir del siglo XVIII, para
no hablar de otros influjos más actuales, todos los cuales
nos permiten recorrer ampliamente los avatares históricos
de nuestra lengua.
Pues bien el mismo proceso es observable en el caso de la lengua
vasca, solo que, obviamente, su historia lingüística
no ha revestido caracteres de una complejidad tal. A pesar de ello,
son bien perceptibles los celtismos en el euskera7, así como
los latinismos y romanismos de época posterior8; hay también
arabismos, que, pese a haber penetrado a través del romance,
no encuentran paralelo en el castellano actual9.
En esta ocasión me fijaré únicamente en las
interferencias léxicas perceptibles desde el área
romance, así como de antiguos romanismos sobrevivientes hoy
en el área vasca.
No hay duda de que los atlas lingüísticos constituyen
material precioso para el estudio del léxico, sobre todo
del que guarda relación estrecha con el mundo inmediato,
muy particularmente el relacionarlo con la cultura material. De
él dijo Luis Michelena que "se trata de un dominio en
que las palabras son inseparables de las "cosas" o, mejor
acaso, de un ámbito en que éstas son indiscutiblemente
anteriores, en el orden que sea, a aquéllas"¹º.
Por lo que al Atlas Lingüístico y Etnográfico
de Aragón, Navarra y Rioja (ALEANR) se refiere, basta asomarse
a las páginas de los últimos números del Archivo
de Filología Aragonesa (AFA) para comprender el impacto provocado
y el aliento que ha logrado infundir a la dialectología.
No ha sido menor su trascendencia para contemplar en toda su dimensión
el léxico que constituye un verdadero cruce de caminos entre
vasco y románico, que incluso llega a tener implicaciones
para la propia dialectología vasca.
En el libro publicado recientemente por Rosa M.ª Castañer11,
basado en los materiales del ALEANR, no hay prácticamente
mapa en el que no se recoja, en algún punto, muestra de voces
vascas o relacionadas con ella. Mostraré algunas.
-'Espacio entre dos casas' (mapa n.° 756). El pasillo estrecho
que queda entre unas casas y otras de alta montaña conoce,
junto a voces como calle, calleja, callejoncico, callejo, callizo,
gallizo, callarizo, calderiza, etc. (cuya filiación románica
resulta clara), hay en Navarra un considerable número de
voces procedentes del euskera: etxarte, etxekarte (ambas son combinación
de arte `entre' y etxe `casa'), etxetartea (etxe y tartea 'ranura'
-y no `intervalo' o `coyuntura', como propone Castañer-),
itxekertia. itxetartia. etxetartie. La misma voz vasca arte se integra
en los vocablos arteka (Lecaroz), mokarte (Arcos), rekarte (Roncal),
estarta (Goizueta).
- `Viga cumbrera' (mapa n.° 928). Al lado de puente, caballo,
caballete, arnillo, etc., hay voces innegablemente vascas, tales
como bizkarra`(del vasc. Bizcar “espalda” y, por evolución
significativa, “caballete del tejado”), que aparece
tanto en el Noroeste de Navarra como en la provincia de Zaragoza
(Sos del Rey Católico, Salvatierra de Esca, lugares limítrofes),
bizkerzura, astazaldi.
- `Cámara entre en cielo raso y el tejado' (mapa n.°
919). Junto a falsa, falsón, falsilla, falseta, cámara
perdía, cámara ciega, desván, buhardilla...
aparecen ganbatxoa, irugarrengotiya, voces claramente vascas.
- `Dintel' (mapa n.° 759). Además de los vocablos románicos
más variados (dintel, lindar, umbral, lumbrar Timbrar; brirnbal,
etc.) aparece ateburua, compuesto de vasc. ate `puerta' y buru(a)
`cabeza'.
- `Ventana pequeña' (mapa n.° 807).
La variedad léxica es notable en este caso: ventano, ventanica,
ventanilla, ventaneta, ventanico, ventanillo, ventanuco, ventanal,
finestra, finestreta, finestró, espillera, saetera, tronera,
cuartillo, gorronera, mirallo, términos todos ellos románicos,
a los que hay que sumar los de origen vasco, tales como leio, leo,
leyotikiya, leozko, chirrimiste (vasc. zirrimizto 'rendija, resquicio,
grieta', con palatalización vasca), zirritua.
En ocasiones, vascuence, romance y latín se dan la mano.
Así sucede con `pared' (mapa n.° 1515), que conoce las
formas paret, con ensordecimiento de /d/ final vinculada al catalán
en Huesca, Zaragoza y Teruel, pero que, en área navarra,
aparece como pareta (plural paretak), latinismo absorbido por el
vasco en época antigua.
De todos estos datos puede concluirse sin dificultad que la lengua
vasca ha sido una realidad presente en el proceso de creación
de tales vocablos, que, en ocasiones, son muestra de derivación
viva. Ha habido, pues, contacto de ambos sistemas allí donde
se documentan, contacto que puede tener explicaciones diversas en
las que no voy a entrar ahora. Todos estos préstamos no trascienden
el umbral mínimo de la interferencia; no ha habido, en realidad,
cambio semántico, sino tan sólo instrumentalización
de un significante vasco como consecuencia del empleo de esta lengua,
sin que se haya producido alteración del contenido lexemático
primitivo.
Hay, en cambio, alguna conclusión, tentadora a primera vista,
en la que sería conveniente no caer, como es la de pensar
que si el euskera ha proporcionado al románico vocablos que
denotan realidades concretas, ello debe ser interpretado como una
característica de la propia lengua y su incapacidad para
remontar vuelos léxicos más altos. Pero es que, en
el criterio que emplearon los autores para seleccionar los vocablos
del ALEANR, hay una evidente renuncia al lenguaje abstracto`, circunstancia
que es aún más clara en la parcela de léxico
seleccionada por Castañer. Esa es, y no otra, la razón
de que las interferencias léxicas del euskera al castellano
en las zonas estudiadas procedan, en su mayoría, del ámbito
de la cultura material. Al margen de esta circunstancia, las peculiaridades
del léxico romance actual de zona vasca son marcadas y pueden
ofrecer explicaciones diversas. En ocasiones, la interferencia puede
proceder de la transferencia de un valor de una palabra a otra máso
menos equivalente: es el caso de esquina, que, en castellano de
zona vasca, puede valer también para `borde' ("si la
sopa está caliente, coge por la esquina"), acepción
que tiene la palabra vasca ertze `esquina, orilla, borde'. Se puede
decir que en este caso ha habido cambio semántico como consecuencia
del contacto lingüístico. El nuevo sentido de esquina
como `borde' se erige en emergente funcional de la voz vasca ertze
a través de un proceso de fundamentación basado en
la semejanza de las categorías lexemáticas trasvasadas.
El nuevo sentido es concebible como categoría lexemática
resultante de la intersección de otras dos categorías
lexemáticas, la una castellana y la otra vasca. En este proceso
transpositivo los términos conectados son equifuncionales,
pertenecen al mismo paradigma categorial: se da un caso de transposición
espacial; ertze contiene a “esquina” y esquina pasa
a contener a “ertae”. Un rasgo distintivo sémico
de la palabra vasca ha pasado al significante castellano, que conoce
de este modo un proceso de extensión significativa, si bien
con la particularidad de que esquina no implica la existencia de
un ángulo (que sí encierra, por otra parte, la palabra
vasca de origen latino-románico izkina); es decir, el euskera
habría tomado el préstamo izkina para una de las acepciones
de ertze, pero traslada al castellano esquina todos sus valores.
Hay, pues, alteración del contenido lexemático primitivo
(por ampliación) mediante procedimientos semánticos,
con mantenimiento de la misma base léxica. Otras veces, hay
creaciones romances exclusivas, como interina `asistenta' o linternero
`fontanero', pero ellas constituyen un capítulo distinto,
a saber, el del castellano dialectal, que en esta ocasión
surge en zona vasca, pero no como consecuencia del contacto lingüístico.
No hay duda de que, desde el lado vasco, el número
de préstamos léxicos tomados del romance representa
un índice muy elevado. Seguramente la carencia en euskera
de una terminología adecuada en relación con la técnica
y otros avances de la vida moderna ha contribuido a ello notablemente,
pero no es menos cierto que en los últimos tiempos esta situación
ha variado de modo favorable y que la necesidad de designar realidades
lingüísticas nuevas ha sido para la lengua vasca, como
lo es universalmente, un reto que se ha resuelto con la renovación
del propio léxico.
Por otra parte, como bien ha apuntado Etxeberria¹³,
el grado de interferencia léxica varía considerablemente
de unos hablantes a otros en relacion con el entorno social en el
que se mueven, las circunstancias que motivan la conversación,
el nivel de instrucción de los hablantes o factores varios.
Nos encontramos, en definitiva, ante unos hechos
dados que proceden del pasado y que podemos analizar con mayor o
menor resultado, como es, de un lado, el léxico de origen
vasco incrustado en la diatopía romance o las voces castellanas
que esmaltan por doquier el euskera, y, de otro, con el proceso
de recuperación lingüística del vascuence, cuyas
consecuencias léxicas no son aún cuantificables. Ha
sido mi intención volver la mirada hacia las interferencias
que proceden de época pasada.
1. Cf. BONFANTE, Giulano, "Quando si è
cominciato a parlare italiano?", Festschrift W. von Wartburg,
I. Tübingen, 1968, pp. 283-288.
2. Cf., para todo ello, VAANANEN, Veikko, "Le probléme
de la diversification du latin", en Recherches et Récréations
latino-romanes, Napoli, 1982, pp. 43-68, y ECHENIQUE, M.' Teresa,
"Protohistoria de la lengua española", en MEMORIAE
L. MITXELENA MAGISTRI SACRUM, Seminario de Filología Vasca
Julio de Urkijo, San Sebastián, 1991, pp. 33-39.
3. Si bien es cierto que en este punto se ha producido un notable
cambio de perspectiva después de la revisión metodológica
llevada a cambio por WRIGHT, Roger, en Latín tardío
y romance temprano en España y la Francia carolingia, Madrid,
1989(Liverpool, 1982). Cf. también, coordinado por el mismo
autor, Latin and the Romance Languages in
the Early Middle Ages, London/New York, 1991.
4. Tal como fue expuesto por LAPESA, Rafael, en "Evolución
sintáctica y forma lingüística interior en español",
Actas del XI Congreso Internacional de Lingüística y
Filología Románicas, Madrid, 1965, pp. 131-150, cuyo
modo de abordar el estudio de la historia lingüística
constituye cuerpo doctrinal de la mejor tradición filológica
hispánica
5. Puede verse un resumen de todo ello en mi Historia lingüística
vasco-románica, Madrid, 1987, 2a ed. Cosa bien distinta es,
claro está, el empleo deliberado del latín en la lengua
escrita; desde la primera obra escrita en vascuence, Prinzitiae
Linguae Vasconutn, el latín
ha sido fuente de enriquecimiento del léxico a la que han
acudido los diferentes autores vascos. Este empleo del latinismo
como cultismo, no obstante, constituye un campo aparte del que me
he ocupado en otro lugar("El latinismo en los autores vascos
de los si
glos XVI 'y XVII,,, en prensa en las Actas del XIX Congreso Internacional
de Lingüística y Filología Románicas,
Santiago de Compostela, 1989).
6. Cf. mi Historia lingüística vasco-románica,
pp. 74-77, y ahora "Vascorrománica: el romance autóctono
del País Vasco", en prensa en las Actas del I Congreso
de Dialectología Vasca, Seminario de Filología Vasca
"Julio de Urquijo", San Sebastián, 1991.
7. Por citar un ejemplo, puede verse la forma de numeración(luirujogei
'sesenta'= hijo + hogei, `tres veintes', etc.), compartida también
por el francés.
8. Que, en ocasiones, nos han dejado usos antiguos dccaldos cu luulauce,
cunw queda bien reflejado en una obra como la de Joan Corominas(cf.
mi "Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana-Diccionario
Etimológico Castellano e Hispánico", en Joan
Corominas, Premio Nacional de las Letras Españolas 1989,
Barcelona, 1990, pp. 55-69) o en casos menos conocidos, como puede
ser el del euskera tamainan, aplicable tanto a la dimensión
o tamaño de los objetos cuanto a cualidades de otro tipo,
procedente del cast.
ant. tamaño y éste del lat. TAM MAGNV. Tamainan lleva
la marca del caso inesivo, al igual que sucede en primeran `de primera',
etc., ya que el contenido lexemático primitivo se ha ampliado
mediante el procedimiento gramatical de su adición. Otro
ejemplo pre
cioso nos lo proporciona ARRIAGA, Emiliano de, en su Lexicón
bilbaíno, Madrid, 1960, 2." ed., quien aporta el siguiente
uso para el Bilbao del siglo pasado: `ALCORDARSELE(Del e. acordar
por el e. gogoatu.) Llegar a conocimiento o instinto(loc.) Edá
ya tiene pues, pero no se le alcuerda [pues ya tiene edad para que
le venga el juicio]. -Este perro chimbero buena casta ya es, pero
no está alcordado entoavía [...pero aún no
le ha venido el instintol"(pp. 18-19). Es bien conocida la
acepción `recuperar el juicio' deacodaren el castellano antiguo.
9. Como es el caso de la voz alkandora `camisa', conocido por Berreo,
por poner un ejemplo.
10. Cf. MICHELENA, Luis, prólogo a AGUD, Manuel, Elementos
de cultura material vasca, San Sebastián, 1978, p. 6.
11. Estudio del léxico de la casa en Aragón, Navarra
y Rioja, Zaragoza,
12. Cf. HOFFMANN, Nidia, "Interferencias del euskera en el
habla de la Rioja peninsular y zonas de Navarra(según ALEANR)",
en prensa en Cuadernos de Investigación Lingüística
y Literaria, Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, San Sebastián.
13. En `Aspectos léxicos del español hablado en el
País Vasco". Letras de Deusto, 40, 1988, p.
gorantz-arriba
VASCUENCE Y ROMANCE
II. Interferencias gramaticales
No hay que imaginar en ningún caso que el contacto vasco-románico,
especialmente el vasco-castellano, haya tenido lugar en una atmósfera
de exclusividad de ambos sistemas. Michelena, González Ollé,
han subrayado la complejidad de la situación lingüística
de tal contacto en otras épocas, muy especialmente en la
medieval. Como ha descrito muy bien A. Várvaro', en cualquier
punto del centro-norte peninsular debía haber hacia el siglo
XII realidades lingüísticas diversas y variadas: junto
al dialecto local (que hablaría la mayor parte de la población)
estaría el castellano (variedad de lengua alta, que tendría
sus propias normas); habría un castellano koiné y
una koiné castellana, tal como caracterizaba a la contienda
medieval², el latín (lengua del culto cristiano y de
los documentos oficiales), el occitano de los comerciantes (con
una variedad marcada y empleada en documentos oficiales junto a
la koiné occitana general, a saber, el gascón), la
lengua religiosa de la judería, el árabe coránico
y el hablado (esto es, el hispanoárabe), el mozárabe
de los inmigrados del Sur, y además, el euskera de los vascos
inmigrados del Norte.
Cae de su peso que, para poner cierto orden en esta complejidad
e interpretar debidamente los hechos, así como para emitir
juicios científicamente honestos, hay que partir de una formación
sólida en varios campos. Para poder discernir lo que es originario
y propio del vascuence de lo que procede de otro u otros sistemas
lingüísticos, es necesario conocer uno y otros. Así
se explica que el estudio vasco-románico nos llegara de la
mano de un gran romanista, magnífico conocedor también
de la lengua vasca y preocupado por las consecuencias del contacto
lingüístico entre sistemas tipológicamente distantes.
Y es que Hugo Schuchardt dedicó una centena de trabajos a
la influencia latino-románica en el euskera, dando comienzo
a un campo de trabajo que ha contado después con continuadores
varios. La concepción schuchardtiana del lenguaje se asentaba
sobre el principio de que "es gibt keine völlig ungemischte
Sprache" y, como muy bien expresó Michelena, "Vasconia,
como área marginal, constituye una zona de refugio de prácticas,
creencias, costumbres y técnicas de fecha muy diversa, como
su lengua es puerto donde se han cobijado tantas palabras y expresiones
latinas y romances caídas en desuso en los lugares de procedencia"³.
La huella del elemento latino y románico en la lengua vasca
que, por lo tanto, es tan sólo una de las dos caras de dicho
intercambio lingüístico, pues puede servirnos simultáneamente
para reconstruir la historia del propio latín o de las lenguas
románicas circundantes, ha contado después con una
serie de autores y títulos bien conocidos, siendo las referencias
esporádicas también numerosas. Por lo general, tales
referencias proceden de la conjunción de los métodos
de la Historia lingüística y de la Lingüística
histórica, aunque ha habido también algún intento
de relacionar ambos sistemas desde tina concepción ucrónica,
buscando semejanzas gramaticales fuera del tiempo histórico4.
No hace falta decir que ambos enfoques son perfectamente válidos,
y que lo único que varía o los distingue es la perspectiva
del investigador.
Todo intento de situar en el eje temporal los hechos de lengua implica
reconstrucción, basada en la documentación o en la
comparación interna. En el caso vasco-románico, la
finalidad perseguida es la de obtener la reconstrucción histórica,
(de los cuatro tipos de reconstrucción: interna, comparativa,
diacrónica e histórica, las tres primeras conducen
a resultados ahistóricos, y sólo la cuarta permite
la reconstrucción histórica), que facilita, en definitiva,
la posibilidad de alcanzar el conocimiento histórico de los
hechos (interés del historiador de la lengua).
Hay una serie de hechos fonéticos, morfológicos y
sintácticos que configuran la evolución de los romances
colindantes al vascuence y son, por otra parte, característicos
de la misma lengua vasca. Hablamos, en estos casos, de interferencias
gramaticales.
En el terreno fonético, además de fenómenos
que remontan a épocas pasadas, como es la coincidencia en
la simplicidad del vocalismo, la aspiración o sustitución
por consonante labial de la /f-/ inicial latina o el tratamiento
de ciertas consonantes nasales, resulta fácil observar otros
hechos; es el caso de los márgenes silábicos implosivos,
mal integrados en general en el sistema castellano por imposición
culta a partir del siglo XVIII5, que no tienen articulación
alguna, ni siquiera en hablantes cultos. Emiliano de Arriaga documenta
este hecho para el Bilbao del siglo pasado6. Nos dice: "OSERVASIÓN.
Hago ésta con el objeto de hacer notar que el bilbaíno
que conserva reminiscencias del modo euskérico en su habla
(casi dialecto), rechaza la gesticulación y violencia que
hay que hacer con la boca para pronunciar algunas consonantes que
por su colocación resultan duras. Así, oíamos
no hace mucho a uno que leía en un periódico noticias
del teatro de la guerra: Se oservó que el ejérsito
marchaba en colunas co-patas... allí donde decía:
Se observó que el ejército marchaba en columnas compactas".
Hoy es habitual escuchar "eso hace mal efeto", "vete
todo reto por ahí" o "un partido de fúbol',
e incluso en algún caso se documenta como cacografía
en la prensa: "En la fotografía, un aspeto del interior
del tren" (tomado de El Diario Vasco, 24 de julio de 1984).
Hay que decir que, en cualquier caso, esto último no es exclusivo
del área vasca, sino que se documenta en la l engua hablada
desde el Golfo de Vizcaya hasta el Noroeste peninsular y hunde sus
raíces en la reforma ortográfica emprendida por la
Real Academia Española en el siglo XVIII.
Por lo que a la sintaxis se refiere, en los últimos años
han proliferado trabajos en los que se trata de relacionar vascuence
y romance7. En algunos casos, se parte de la idea de influjo vasco
sobre la lengua castellana, más perceptible en época
antigua. Es cierto que en castellano antiguo están documentados
usos de sustantivo sin actualizador: "mío alhabib est
ad yana", `fezist estrellas e luna, e el sol para escalentar",
que hoy podemos encontrar en castellano de zona vasca (recuerda
Lapesa certeramente que hoy podemos elegir en castellano entre "extendió
la mano" o "extendió una mano", pero no es
posible "extendió mano".
Tirso pone en boca del vizcaíno Juancho:
"Señor, el que está agraviado no tiene que hacer
más que, en llegando, metes mano, y de un antuvión
el diablo llevas"; en cambio, en castellano de zona vasca podemos
escuchar "¿te gustan fresas?"). Como ya he expuesto
en otro lugar', sin duda las semejanzas en el plano sintáctico
entre vasco y castellano medieval se deben a que el tipo de lengua
era más próximo en ambos casos, lo que se concretaba
en ausencia de empleo de actualizadores, orden SOV, abundancia de
pronombre pleonástico, empleo de construcciones absolutas.
A partir del Siglo de Oro, en cambio, el castellano, convertido
en español, ha cambiado de tipo lingüístico,
se ha alejado (por un proceso de divergencia) del tipo representado
por la lengua vasca, de ahí que ahora el castellano hablado
por labios vascos resulte idóneo para la ridiculización
(como sucede con la figura del vizcaíno en el teatro clásico).
Esta divergencia entre castellano y vascuence en el paso de la lengua
medieval a la clásica se vio favorecida, claro está,
por el alejamiento geográfico, que distorsionó la
contigüidad de origen. Y, a partir de este momento, el castellano
de zona vasca sólo tiene importancia como capítulo
dialectal, pues ya no habrá influjo vasco en la norma general
castellana, como había sucedido en etapas anteriores.
De este modo, hay interferencia en casos de orden
peculiar de las palabras, como "Tanto Herrera como Hinault
se espera que tomen la salida hoy", "La ayuda internacional
ha llegado de 21 países en 70 aviones, pero ni las medicinas
ni los alimentos han tenido tiempo de abrir" (ambos ejemplos
están tomados de la prensa local), orden de palabras que
guarda estrecha relación con el euskera, que sitúa
inmediatamente antes del verbo aquello que se quiere destacar (lo
que Severo Altube denominó "elemento inquirido").
El capítulo de los clíticos merece
atención y estudio especiales. Si bien es cierto que, de
un lado, se encuentran abundantes casos de reduplicación
pronominal (`Asimismo, manifiestas que la violencia tiene unas causas
que hay que debilitarlas para poder extinguir a ETA', Egin, 14 de
julio de 1985; y es frecuente escuchar ejemplos como "ya les
han cogido a los que han robado el banco", etc.), de otro,
lo que verdaderamente caracteriza a los vascos a la hora de hablar
castellano es la omisión de clíticos allí donde
serían imprescindibles en castellano general ("¿Has
cogido el jersey. -Sí, ya he cogido", "¿Ya
(te) has puesto la chaqueta? -Sí, ya he puesto"), hecho
que se explica por la ausencia de análisis, en el hablante,
de elementos que en la lengua vasca están integrados en las
formas verbales como consecuencia de ser el euskera una lengua aglutinante.
Es, asimismo, sabido que en zona euskaldún
se produce intensificación del adjetivo, adverbio u otras
formas mediante su reiteración ("eran grandes, grandes",
"allí, allí mismo"), como bien ha señalado
Urrutia9, si bien es preciso añadir que tales reiteraciones
van acompañadas de una entonación especial, sin la
cual no se produciría el efecto intensificador. En otras
ocasiones, la reiteración tiene una causa muy diferente,
como lo muestra el ejemplo que proporciona Arriaga: 'A-VESES-AVESES:
(c) Locución para indicar que se propone el hacer tal o cual
cosa alternando, o sea primero uno y después el otro. (loc.)
Fumaremos este sigarro a-veses-a-veses (una chupada tú y
otra yo)-A-veses-a-veses anda el partido conservador y el fusionista
en el teje maneje de las cosas de España... Así marchan
ellas!"
Son clara transposición de la sintaxis vasca al castello
estructuras como "estoy de hambre", "estoy de frío".
El euskera utiliza, en estos casos, el ergativo o el partitivo,
que se traduce regularmente por DE al castellano (o al francés):
goseak hago, otzik (otzikan) nago.
De algún modo, aunque no -evidentemente-
en el sentido recto, el romance que ahí se habla constituye
un capítulo de la Dialectología en el País
Vasco. Me parece cada vez más claro que este romance surgió
allí mismo como continuación de la labor romanizadora,
de manera que, al igual que sucede con todas las demás lenguas
románicas peninsulares, hubo aquí un dialecto latino
(consecuencia de la fragmentación latina, concretamente del
latín de Occidente) que pasó a ser un dialecto románico
autóctono. Seguramente ese dialecto románico forma
parte del castellano general y no debe ser entendido como modalidad
independiente (ni siquiera en su origen), pero no hay duda de su
carácter peculiar, que a veces ha llegado a ser muy marcado
(como testimonia Arriaga, quizá con exageración).
Es claro que cuanto acabo de exponer no es sino
el resultado de un análisis parcial, en el que aparecen tan
sólo unas pocas ideas de lo que podría ser un estudio
más completo, que debería ser abordado antes de que
la uniformación lingüística que nos invade acabe
con las peculiaridades más marcadas de la zona de contacto
vasco-románico. Tomaré prestadas unas palabras de
nuestro Michelena para expresar, con mayor propiedad de la que yo
sería capaz, el resumen y consecuencia final de todo cuanto
he dicho.
Michelena, atento siempre al contacto lingüístico
y sus consecuencias, escribía hace más de 30 años
en el prólogo a la 2ª. edición de Arriaga: "En
Vasconia y zonas vecinas el contacto entre romanistas y vascólogos
puede ser tan fecundo como es estéril su alejamiento, fundado
en prejuicios y limitaciones subjetivas y no en la realidad de los
hechos que han de ser estudiados".
1. En "Storia della lingua: passato e prospettive
di una categoria controversa(II)", Romanische Philologie, XXVI,
1973, p. 511.
2. Y ha sido magistralmente estudiado por LAPESA, Rafael, en "Contienda
de normas lingüísticas en el castellano alfonsí",
ahora en Estudios de historia lingüística española,
Madrid, 1985, pp. 209-225. entre otros trabajos.
3. Cf. MICHELENA, Luis, Historia de la Literatura Vasca, Madrid,
1960, p. 20.
4. Cf. LOPEZ, Angel, "Concordancias gramaticales entre el castellano
y el euskera", Philologica Hispaniensia in Honorem Manuel Alvar
II, Madrid, 1985, pp. 391-405.
5. Cf. CATALÁN, Diego, "En torno a la estructura silábica
del español de ayer y del español de mañana",
ahora en El español. Orígenes de su diversidad Madrid,
1989, pp. 67104.
6. Cf. ARRIAGA, Emiliano de, Lexicón bilbaíno, Madrid,
1960, 2 a ed. p. 131.
7. Puede verse un resumen de todo ello en mi "Vascos y vascuence
en textos españoles", Homenaje a Rafael Lapesa, Murcia,
1990, pp. 121-126.
8. Cf. ibídem.
9. Cf. URRUTIA, Hernán, "El español en el País
Vasco: peculiaridades morfosintácticas", Letras de Deasto,
40, 1988, pp. 33-46.
10. Cf. ARRIAGA, Emiliano de, Ob: cit., p. 28.
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