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DOCUMENTOS que tienen alguna relación con los objetivos de esta página web.

Historia del Monasterio de Aritxeta-
Santa María de la Estrella.

San Asensio-La Rioja.

     La Virgen se apareció sobre una encina al lado de una fuente. Una capilla de pequeñas dimensiones fue el germen de este santuario de Nuestra Señora de Aritxeta.
     Desde la Alta Edad Media hubo culto a la Virgen de la Encina. Con la llegada de los Jeronimos comenzó a llamarse Monasterio de la Estrella. La Virgen se asienta en una encina que tiene grabada una estrella en la sección de las ramas cortadas: reúne así los emblemas de la Virgen de la Encina y de la Virgen de la Estrella.
     La ermita de la Virgen de la Encina, en el año 1.060, fue donada por el rey Sancho García de Navarra al obispo alavés de Armentia; pasó (1.088) a la jurisdicción del obispado de Calahorra, que lo cedió a los monjes Jerónimos de San Miguel de Morcuera (año 1.403).
     El Monasterio altomedieval se desarrolló en torno a un pequeño claustro de forma trapezoidal e irregular, adaptado al terreno en el lugar de la aparición.
     A partir de la bula del papa Martín V (1149), la Virgen de la Encina se constituyó en Monasterio de los Jeronimos. La fábrica fue renovada adaptándose a la planimetría de los edificios precedentes, que nos transmiten una estructura singurlar, desarrollada en torno al claustro. De esta época data el dormitorio de los monjes, formado por un gran salón rectangular dividido por tres pilastras cuadradas y arcos apuntados, en dos naves de cuatro tramos cubiertos con bóveda cuartipartita (siglo XV). En el muro sur se conservan algunas ménsulas, arranque de los nervios de la crucería de la bóveda del desaparecido claustro trapezoidal.
     Los monjes de la Morcuera, trajeron consigo a la Virgen de la Estrella. Se trata de una talla gótica de la Virgen sedente con niño, del siglo XIV, hoy en la iglesia de Briones.
Diego Fernández de Entrena, arcediano de Calahorra (1.422) emprendió la construcción de un nuevo monasterio en la línea de los cenobios de su época. El resultado fue un monasterio con la iglesia y con las dependencias monásticas distribuidas en torno a un claustro.
     La nueva iglesia se comenzó en el año 1.423 y se terminó en 1.430. Al sur, el claustro cuadrado, con seis tramos por cada lado, bóvedas cuartipartitas sobre ménsulas y pilastras; abierto al exterior mediante arcos apuntados. Dos salas al este; la del arco carpanel moldurado, posiblemente la sala capitular; al Oeste, una sala cuadrada cubierta con bóveda de terceletes debió de ser la entrada principal al Monasterio, hoy "Puerta de los Caballeros".
     La iglesia, de grandes dimensiones; en el presbiterio tuvo su tumba Diego Fernández de Entrena: es un sepulcro gótico de la primera mitad del XV (ahora se encuentra en el cementerio).
     A la fachada norte del dormitorio se trasladó la Fuente Santa (también conocida como "Fuente de Felipe II", enmarcada por dos columnas acanaladas con el tercio inferior decorado y frontón triangular, lleva empotrado un busto de caballero, posiblemente Felipe II. Obra manierista del siglo XVI.
     Los Reyes Católicos visitaron la Estrella. El monasterio se vio favorecido por el rey Felipe II. Se asegura que lo visitó y que estaba al corriente de las realizaciones en él de su pintor de corte, el riojano Juan Fernández de Navarrete, el Mudo.
     La desarmortización de Mendizabal (1.835) supuso la dispersión del patrimonio del monasterio, la destrucción de su fábrica y la depredación de sus ruinas.
     La sillería gótica del Monasterio de la Estrella pasó a la iglesia de San Esteban de Ábalos: sillería de finales del siglo XV, con respaldos góticos en la parte alta, salvo los tres centrales que llevan el escudo del monasterio.
     En 1.951, se instalaron los Hermanos de La Salle en las ruinas del monasterio, para levantar el noviciado de su Distrito de Bilbao. Tuvieron que reconstruir casi todo: la iglesia, totalmente destruida, el claustro que conservaba sólo el primer piso. La reconstrucción respetó escrupulosamente todos los restos antiguos, como el claustro cuadrado y el dormitorio del claustro trapezoidal; la iglesia, nueva, según las trazas de la primitiva.

     La ampliación moderna del monasterio, en la planta baja, reprodujo miméticamente las aperturas del claustro gótico, es decir, arcos apuntados entre contrafuertes; recorre esta iglesia las fachadas Sur y Este del recinto. El resto de la construcción es neogótico funcional que armoniza muy bien con las estructuras antiguas; también se crearon dos estructuras, simulando torreones, en los dos esquinazos de la fachada Sur y levantaron al Sur del prebisterio, una torre de planta cuadrada con cubo resaltado que termina en un campanario octogonal rematado en un almenado liso, que es el elemento más emblemático del cuarto Monasterio de la Estrella.
     Cuatro monasterios: primero, el cenobio altomedieval, la cueva y humildes edificios; el segundo, el Monasterio de los Jeronimos en torno al claustro trapezoidal; el Monasterio del Arcediano a partir del claustro cuadrado, el tercero; conoció su esplendor entre los siglos XV y XVII; después del terrible expolio del siglo XIX (que asoló el cenobio y afectó gravemente al patrimonio riojano, el cuarto, la reconstrucción de mediados de presente siglo que ha hecho del Monasterio de la Estrella en San Asensio un conjunto donde conviven en armonía elementos altomedievales, con otros tardomedievales, sobre un sustrato modernista. Éste es el convento de La Salle.

Texto: folleto del propio monasterio.

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Discurso de Jose Antonio Ardanza
Lehendakari del Gobierno Vasco
, en San Millán de la Cogolla en el homenaje a la lengua castellana. Año nov-1992

Jaun erregea, andere erregiñak, jaun andreok, majestades, autoridades, señoras y señores.

     Tomar hoy la palabra en nombre y representación de todos los pueblos que constituyen y simbolizan la pluralidad cultural de España, con el patrimonio y la utilización de lenguas distintas del castellano, representa para mí un gran honor. Apelo además en este recinto milenario, donde la lengua propia de mi pueblo, el euskera, actuó por así decirlo de partera en el alumbramiento del romance-castellano y le asistió como nodriza en sus primeros balbuceos constituye así mismo, un motivo de orgullo y de especial emoción. Participar finalmente en este acto en el que el homenaje a una lengua se concibe desde la vertiente de nuestra convivencia económica, desde la perspectiva en suma del enriquecimiento reciproco, es una razón añadida de profunda satisfacción.
(Foto: tomada de la prensa en el 2007)
     Pocos lugares como este del Monasterio de Yuso, en San Millán de la Cogolla, en efecto, podrían resultar más apropiados para homenajear el valor universal de la lengua castellana, sin que tal homenaje pudiera ser mal interpretado como un acto de olvido, o incluso de marginación, de las otras lenguas peninsulares, que la han acompañado y enriquecido desde su mismo nacimiento. Porque si en ningún sitio, mucho menos aquí en estas tierras del río Oja, caben olvidos o exclusiones, solo cabe aquí hablar de convivencia tranquila y de asociación provechosa.

     Justo tras esas montañas que nos quedan al oeste, es donde dejó el vascuence medieval riojano las huellas toponímicas más abundantes y duraderas, desde Ayabarrena y Ezcaray, hasta Cihuri. Es la lengua de los hombres del norte, incrustada aún hoy en las tierras que repoblaron tras la reconquista. La lengua sin duda de aquellos vascones que tropezando con el latín, contribuyeron a transformarlo en el nuevo y todavía vacilante romance-castellano. No es por ello casual, sino por el contrario muy significativo, que sea precisamente en las Glosas Emilianenses escritas en este monasterio, por un monje sin duda bilingüe, donde aparecen por primera vez en armoniosa compañía las primeras frases escritas del ya milenario vascuence y las mas antiguas expresiones del todavía balbuciente castellano.
Como son también expresivos de esa misma convivencia armónica y colaboración mutua entre las dos lenguas, los numerosos vestigios que aquel euskera medieval fue dejando en otros documentos de monasterios riojanos y en el candoroso cantor de Santa María, Gonzalo de Berceo.

     La lengua no es sin embargo una realidad abstracta e independiente, hace siempre referencia por su misma naturaleza a quien la habla, al hombre, de cuya personalidad forma parte indisoluble. Por ello no es tampoco casual que fuera aquí en estas nobles y abiertas tierras de La Rioja y más concretamente en el vecino municipio de Ojacastro donde el hombre vascoparlante gozó, por primera vez que sepamos, de lo que pudiéramos llamar “Fuero lingüístico oficial”. Ahí el Merino Mayor de Castilla reconoció en tiempo de Fernando III el Santo, que los lugareños tenían derecho a expresarse y a ser respondidos en vascuence en los actos de justicia, porque nos dice la vieja Fazaña o Sentencia riojana “ De Siso o Morial, que en verdad Fuero habían los de Oia Castro”.

     El lugar en que nos encontramos y la historia que recordamos me han obligado a hacer estas referencias, a la convivencia entre el euskera y el castellano. Otros muchos lugares de la península habrán sido escenarios de hechos similares, porque en todos los lugares la lengua va siempre ligada al hombre. Precisamente porque la lengua va siempre ligada al hombre, de los comportamientos de este, depende también la evolución de aquella, porque no son las lenguas las que conviven, sino los hombres, y los hombres son también y no las lenguas, los que se agreden y compiten entre sí. Los que en definitiva se reconocen o se niegan derechos, sus propios derechos humanos. Hubo un tiempo al parecer, y un lugar, el tiempo y el lugar al que me he estado refiriendo, en que diferentes lenguas pudieron convivir porque los hombres que las hablaban, quisieron convivir. No siempre ha sido así, ha habido también tiempos en que la arrogancia y la intolerancia de unos, aprovechándose de la inferioridad, la indefensión, y porque no decirlo incluso de la desidia de otros, han transtocado ese equilibrio armonioso y se han cebado en las lenguas de estos últimos, con el deseo de anular su signo mas elocuente, ese fuero que asiste a todo hombre, el fuero de agitar espiritualmente la lengua propia como si fuera el propio hogar, les ha sido a veces negado en razón de principios tan poco humanos como la abolición de toda diferencia y la imposición de la propia uniformidad.
Hoy nos toca a nosotros superar los efectos perniciosos y sobre todo restañar las profundas heridas de esos tiempos felizmente pasados.

     La armonía puede y debe volver a reinar entre nuestras lenguas, el respeto debe y puede imponerse a la agresión y al resentimiento. La idea del enriquecimiento reciproco, de la colaboración, de la convivencia en provecho mutuo, puede y debe sustituir a la de la competencia, pero para ello habremos de recuperar el espíritu que inspiró al antiguo habitante de Ojacastro, la lengua es siempre la lengua de un hombre, y todo hombre dispone de un fuero, el fuero de su propia lengua.

    Desde el hombre por tanto, desde la recuperación democrática de los derechos más íntimos e inalienables de la persona humana, me sumo hoy con ustedes a este homenaje de la lengua castellana y lo hago gozosamente en este lugar en el que hombres de otras lenguas supieron y quisieron colaborar a su alumbramiento y desarrollo.
Estoy convencido, de que es, ese mismo deseo de colaboración, de armonía y hasta el de generosidad, el que anida en todos los que aquí estamos, y que será ese deseo el que logre hacer de la convivencia armónica entre todas nuestras lenguas, el reflejo fiel del respeto y de la convivencia que estamos empeñados en consolidar entre todos los ciudadanos que las hablamos.

     Muchas gracias. Eskerrik asko.

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IGNACIO HIDALGO DE CISNEROS

El militar republicano a que no le gustaban las guerras

Ikusager publica las memorias de este aristócrata metido a comunista y que fue jefe de la aviación republicana.

En 1966 murió en la soledad del exilio rumano el militar Ignacio Hidalgo de Cisneros, jefe de la aviación republicana durante la guerra civil española. Homenajeado por las autoridades soviéticas, olvidado por las españolas. A su sepelio acudió su sobrino Ignacio, con quien tanto se quería. Y en el panteón de ilustres personalidades de Bucarest juró honrar la memoria de su tío: “Yo me hice dos propósitos. Traer sus restos a Vitoria, su ciudad natal, y publicar sus memorias. Las dos cosas las he cumplido”.
     Los restos descansan desde 1994 en el panteón familiar de Vitoria. Las memorias las acaba de reeditar la editorial Ikusager, después de años de olvido. Un libro esencial para entender de dónde venimos los españoles. Se titula Cambio de rumbo. Un título acertado porque refleja el viraje ideológico de un hombre de una trayectoria vital atípica. Nacido en el seno de una familia aristocrática y educado en la disciplina férrea del ordeno y mando de las academias militares, el aviador Hidalgo de Cisneros viró la brújula de su existencia para acabar siendo un destacado miembro del Comité Central del Partido Comunista.

Recuerdo de Canillas
La semana pasada presentaron estas memorias en Logroño en un acto cargado de emotividad. Porque Ignacio Hidalgo de Cisneros siempre guardó una deuda de profundo agradecimiento hacia La Rioja. Las raíces de su pensamiento y sus convicciones se hunden en nuestra tierra. Su madre, una rica terrateniente logroñesa, le llevaba todos los veranos al palacio de Canillas, así como a la hacienda de Cidamón. Y ahí, entre curas y chocolates, entre tertulias aburridas y polvos de rapé, comenzó a despertar su conciencia ante las desigualdades sociales. Unos tanto y otros tan poco, debió de pensar el crío, quien se mezclaba de igual a igual con la servidumbre y escuchaba arrobado las pláticas encendidas contra los señoritos de su amigo el “Tejero”, el bolchevique del pueblo.
     Pîloto de raza, hombre de acción, la autobiografía de Hidalgo de Cisneros representa un relato centelleante para comprender la historia de la primera mitad del siglo XX español. Estuvo en primera línea en todos los frentes y de todos ellos dejó constancia. Combatió en África; fue cabecilla de la fallida sublevación de Cuatro Vientos; defendió la II República. Conoció en persona a los personajes ilustres y menos ilustres de su época y los retrató con sinceridad y humor. De Franco dijo que fue un ser antipático desde que fue célula; de Mussolini, que parecía un cómico entrado en carnes; a Stalin le aconsejó que, por favor, cambiase de la mesa el vino ruso por un Rioja.

Dos hermanos en guerra
Su vida, marcada por el compromiso al ideario republicano, le enfrentó contra los principios de su propia clase. Su familia no aceptó que contrajese matrimonio sin pasar por los altares con una nieta divorciada de Maura. ¡Se trató de la primera boda civil de la República y todo un escándalo contra la moral cristiana! Pero fue en la Guerra Española, cuando el enfrentamiento alcanzó tintes cainistas. En la contienda, Ignacio combatió contra su querido hermano Paco. Cada uno alineado en un bando. Cada uno ocupando puestos de responsabilidad en el escalafón militar. Paco ganó; Ignacio perdió. Pero se perdonaron. “La actitud de los dos hermanos es un buen ejemplo a seguir en estos tiempos en que los enfrentamientos nacionalistas abundan por doquier”, afirma el sobrino Ignacio, alertando sobre la necesidad de aprender las lecciones del pasado para no repetir en el presente errores fatales. Incluso Paco Hidalgo de Cisneros, que llegó a ser director de la Academia General Militar de Zaragoza, movió hilos e influencias para rescatar a Ignacio del destierro. No lo logró. Su hermano nunca renunciaría ya a su nuevo rumbo. Fue una de las voces más escuchadas de la mítica Radio España Independiente y frecuentó el circulo de intelectuales exiliados, afines a su ideología. Algunos tan conocidos como Alberti. Quien le dedicó un soneto elogioso, que abre las memorias.
     A Ignacio Hidalgo de Cisneros se le nota en algunos momentos como arrastrado por el frenesí de los acontecimientos, como si se erigiese en héroe a su pesar; pero ni en las horas buenas ni en las horas malas perdió el optimismo y la vitalidad, dos cualidades que todos destacaron en su forma de ser. Le gustaba la buena mesa, la camaradería: era un bont vivant. Hombre cordial, cercano, no exigia de nadie más que fuese buena persona. Y como todo hombre bueno, fue un hombre moral. En la introducción, Tuñón de Lara, lo definió como “un militar humanista”, un militar a quien no le gustaban las guerras. Y debió ser verdad. En las memorias cuenta que en levantamiento de Cuatro Vientos, cuando se dirigieron con las avionetas a bombardear el Palacio Real, se echaron para atrás a otear niños en la plaza.
     Ricardo de la Cierva calificó Cambio de rumbo como el libro más divertido escrito sobre la guerra civil española por la frescura de su lenguaje. En sus páginas, Hidalgo de Cisneros no intenta justificar nada, ni pontificar; se limita a contar lo que vivió, sin el envaramiento de un escritor; con la espontaneidad y picardía de un chaval de Canillas. Las memorias terminan justo con la derrota del ejército republicano. No quiso proseguirlas relatando su experiencia en el exilio. Quizás para no ensanchar más la brecha abierta entre las dos Españas. Ignacio siempre abogó por la reconciliación. Sin renunciar a sus ideales, pero sin guardar rencor: “Nunca ha sido mi intención hacer un relato de los horrores de la guerra, pues estoy convencido de que no ganamos nada los españoles ahondando en la herida”, dejó escrito en sus memorias. Y sus últimas líneas se pueden leer como un preludio de la transición española: “Para mí es muy importante saber que en España hay una adhesión creciente y activa a lo fundamental de los ideales democráticos por lo que nosotros, al ser agredidos, tuvimos que combatir. La lucha por la democracia prosigue en otras circunstancias”.

José Mª Lander. La Rioja, 12 de junio de 2002.

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James R Jump: Por el español y la República
Por Jim Jump

     Estos poemas (que se encuentran en el libro, el cual se puede comprar en Logroño, local de Piedra de Rayo, c/ San Juan, 28, tlf. 941.23.53.55) fueron escritos en castellano y en inglés por un británico que dedicó su vida al estudio y a la enseñanza del idioma español, que se casó con una española , vivió años en España y que, en plena juventud, ofreció su vida para defender la democracia en España…
     Excepto dos, todos los poemas fueron creados en los últimos 15 años de la vida de mi padre…
     El fin de la dictadura permitió ofrecer el debido reconocimiento y homenaje en España al papel desempeñado por los brigadistas internacionales que vinieron a España, para defender la República española contra la rebelión militar del general Franco, respaldada por los fascistas,…
     Esta pusilanimidad (la no intervención de los gobiernos Inglés y Francés, en apoyo a la República, contrariamente a lo que habían hecho los gobiernos Italiano y Alemán, apoyando a Franco) llevó a Jump y a otros muchos a entrar en el Partido Comunista, semanas antes de que arribara desde Bilbao al puerto de Southampton un buque repleto de refugiados de la España republicana. A bordo llegaba su futura esposa.
     El barco de pasajeros Habana había sido requisado por el gobierno regional vasco para trasladar a casi 4.000 niños y niñas a un lugar seguro en Gran Bretaña… Una de las 120 señoritas encargadas de cuidar a los niños, junto con 95 profesores y 15 sacerdotes, era Cayetana Lozano Díaz, de 23 años… había huido de San Sebastián justo antes de que ésta cayera… uno de sus primos ya había sido ejecutado después de que los rebeldes tomaran Logroño, al comienzo de la guerra. Celestino Nalda Lozano, de 20 años, originario del pueblo de Lardero, cercano a Logroño, fue abatido a tiros el 19 de agosto de 1936. Su hermano de 32 años, Manuel, corrió su misma suerte en noviembre de ese año…
     La familia de Cayetana era de La Rioja, como se denomina hoy la provincia de Logroño. Su padre, Celestino Lozano, un granjero anarquista de Lardero, se casó con Rosa Díaz López, cuya familia procedía de Haro…Se trasladó a San Sebastián (donde nació Cayetana) para buscar trabajo, al igual que muchos otros riojanos que emigraron a las grandes ciudades a principios del siglo XX…
     Cayetana y James, el joven idealista inglés, tres años más joven que ella, se conocieron y se enamoraron en Worthing, donde se estableció una de las “colonias” para alojar a los niños refugiados… En Worting, James se ofreció voluntario para echar una mano en la colonia, donde sus conocimientos de español resultaban muy útiles… Al principio ella rechazó sus insinuaciones, pero la caída de Bilbao y después la de Santander, acabaron con los sueños de regresar pronto a su hogar… pero tuvo el efecto contrario en Jump y la “llamada de España” se fue haciendo cada vez más poderosa… Su vuelta a Londres se realizó en diciembre de 1938.
     James y Cayetana se casaron en 1940, estando ya reclutado por el ejército británico…
     Cayetana volvió a San Sebastián en 1950 y volvió a Inglaterra en el 53. Como profesor, mi padre disfrutaba de una largas vacaciones veraniegas, que pasábamos en San Sebastián en el apartamento que mi abuela tenía en calle Vergara, donde vivió hasta su muerte en 1974 a la edad de 82 años…
     Algunos veranos también viajábamos al sur, a Logroño y a La Rioja. Me subían a lomos de Perico, el burro de la granja de mis tías abuelas de Lardero
     Mi padre, tanto en San Sebastián como en La Rioja, parecía sentirse en casa, donde pertenecía. Le encantaba lo sociable que son por naturaleza los españoles, con quienes entablaba conversación y hacía amigos con facilidad.
     La ofensiva del Ebro apareció en 1975, el mismo año que falleció Franco. Vendieron la casa de Kent, y durante casi un año se alojaron en un hotel de El Espolón, la plaza arbolada del centro de Logroño, … por fin encontraron un amplio apartamento en la cara norte de El Espolón, con bonitas vistas a la plaza… Pasaron cinco años juntos en Logroño, hasta que su enfermedad convenció a Jump de volver a Inglaterra en 1983.
     Cayetana falleció a la edad de 87 años, en el año 2.000.
     Jump murió el 29 de noviembre de 1990 en el hospital de Southend, su ataud, envuelto en la bandera republicana española…

 

 

 

 

 

 

 

 

Texto y fotos del libro “Poemas de guerra y de paz” de James R Jump, edición de Jim Jump y la revista Piedra de Rayo.
1. Portada inglesa del libro.
2. El buque Habana con algunos de los 4.000 niños refugiados a bordo a su llegada a Southampton, el 23 de mayo de 1937.
3. James R Jump y Cayetana con niños vascos refugiados en Worthing, en 1937.
4. Cayetana (segunda fila, tercera por la izquierda) en la playa de Worthing con niños vascos en 1937 o 1938.
5. Jim Jump, hijo de James, en la presentación del libro en Logroño, el 12-12-2007.
6. Jim Jump, con su grupo musical y con el que actuó en Logroño, el viernes 14 y sábado 15 de marzo de 2008.

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Errioxanos euskerarekin

Son varios los riojanos de nacimiento, o bien llegados desde el País Vasconavarro, que en Logroño y La Rioja, han tenido y tienen relación con el euskera, por unos motivos u otros.

 

 

 

 

 

 


La ikastola de Oyón ha sido uno de los lugares (además de la situada en Lapuebla de Labarca y la situada en Lanciego), a donde se han dirigido, desde ya hace años, muchos jóvenes que viven en Logroño e inmediaciones a cursar sus estudios primarios.
Por otra parte, la creación de la asociación cultural Laminiturri, hizo que otro grupo de adultos estudiara esta lengua en su local, situado entonces en la calle Marqués de Vallejo, cercano a la catedral de Logroño, y esto desde el año 1998.
Con posterioridad, la propia Universidad Popular de Logroño, por el año 2000, inició clases de Euskera, además de otras lenguas.

En la actualidad la UPL, en el casco viejo logroñés, continua con estas clases, en tres niveles distintos, dos días a la semana.

Las personas que requieren más intensidad, al cerrarse el local de Laminiturri, se tiene que trasladar hasta la localidad cercana de Oyón (despues de estar dos años en el IES Sagasta), donde la asociación IKA, da clases de euskera en los locales municipales.

Las fotos que se presentan son solamente una muestra de este grupo de “Errioxanos”, que o bien en la UPL, o bien en Oyón, se esfuerzan en el conocimiento de este idioma, recalcando la pluralidad de las distintas lenguas que habitan en la Península Iberíca.

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Fuente de Iturrimurri en Haro

     Este es el comienzo de un artículo-documento, por realizar. La foto antigua que se presenta ha sido cedida por el hotel Ciudad de Haro, antes Iturrimurri, en ella se ve un tren de los de hace bastantes años (el saber de cuando, es una de las tareas a conseguir), pasando por la fuente de Iturrimurri en el municipio de Haro.

     Según nos comentan, el propio Espartero, cuando pasaba en tren por esta zona, hacía parar el tren para coger agua de esta fuente (tendremos que ver también el documento).

     Cuando se hace el paso elevado para evitar el ferrocarril, en 1974, se modifica la posición de la fuente, como vemos en la foto que se adjunta, puesto que las vías quedan a la izquierda, detrás de las columnas, por encima de las cuales pasa la

carretera de Vitoria a Logroño.

     La verdad, que el estado de la fuente deja mucho "que desear". Un poco de limpieza y cuidado no vendría mal a este espacio de ocio y recreo.
     Junto a la fuente se encuentra el "Parque Iturrimurri".
     Curiosamente el Ayuntamiento, llama al póligono industrial que se encuentra en sus inmediaciones "Fuente Ciega", una traducción "sui generis" como nos indicaba alguna persona.

     “En la ciudad jarrera se pueden contabilizar, en la actualidad al menos una docena de fuentes, aunque únicamente de los caños de dos de ellas mana agua. La mayoría tiene un gran valor artístico o conmemorativo. Sin embargo, su abandono las ha condenado al olvido e, incluso, muchas son utilizadas como decoración o jardinería urbana.
     Casos hay muchos pero, tal vez, el más significativo sea el de la fuente de Iturrimurri. Unas aguas que años atrás atrajeron a numerosos vecinos de la comarca ante la convicción de que tenían propiedades curativas. A día de hoy, tapada e invadida por el abandono, sólo conserva su recuerdo”. Merche Rodelgo – Haro. La Rioja, 21-11-2006.

      Iturrimurri.- Nombre de una fuente en los alrededores de Haro. Iturri es fuente y el sufijo tiene la forma antigua, por lo que el nombre se puede traducir por Fuente-ciudad, literalmente.
     Dado que no existió núcleo de población en su derredor, debe entenderse como fuente de la ciudad, de Haro, que es la más próxima, y no ciudad de las fuentes, como viene a significar el nombre berberisco de Tetuán, Titauin, plural de Tit, que es fuente ó manantial en los dialectos cheljas del Norte de Africa. Sin embargo, hay quien traduce Iturrimurri por, "fuente baja" (Guillermo Rittwagen. Nomenclator de denominaciones geográficas en la Rioja. 1920 – ver en esta página web)

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Paseos de Arrupia y Garay en Ojacastro, La Rioja
Texto: Folleto del Ayuntamiento de Ojacastro

INTRODUCCIÓN
     El municipio de Ojacastro está situado en el sector oeste de La Rioja y pertenece a la subcomarca de La Sierra "Alto Valle del Oja".
      Foto: Iglesia de Arbiza
     En la actualidad, el municipio de Ojacastro está formado por cinco núcleos de población, aunque su escudo representa 12 aldeas. Los núcleos habitados son: la villa de Ojacastro y las aldeas de Tondeluna, Arbiza, Uyarra y San Asensio de los Cantos (o Santasensio). Pertenecen también al municipio, aunque despobladas: Amunartia, Ulizarna y Zabárrula. Documentadas aunque desaparecidas aparecen Larrea, Escarza, Masoga, Espicia y Matalturra, y otras con alguna referencia, como Zarracucha.
     Hasta el siglo XIX estas aldeas se dividían en dos cuadrillas: la de Arrupia, que comprendía las de la margen izquierda del río Oja y la de Garay, que hacía lo propio con las de la margen derecha.
La villa de Ojacastro está formada por tres barrios: el de Abajo o del Pisón (de forma lineal), el de La Nuza, donde se halla La Antigua, anterior iglesia parroquial y Barrumbarro, con la actual iglesia y la plaza del Ayuntamiento.
     En 1752, el castastro del Marqués de la Ensenada recogía 142 casas habitadas, 21 inhabitadas y 56 arruinadas. Un siglo después, Madoz especificaba 179 casas habitadas. En la actualidad, son 241 los habitantes (1996), aunque en 1940 alcanzó su techo con 789 personas.
     El futuro de Ojacastro es alentador, ya que en la villa hay varias urbanizaciones previstas. Además, la masificación de Ezcaray y el empuje de su estación de esquí, inaugurada en 1976, pueden beneficiarle.

     MEDIO NATURAL

     HISTORIA
     Las primeras evidencias de la ocupación de Ojacastro se remontan a la época neolítica en forma de flechas de pedernal y un hacha pulimentada. En las cercanías de las aldeas de Zabárrula, Ulizarna y Arbiza, se han localizado hachas de piedra (llamadas piedras de rayo).
     En época romana, parece ser que hubo un asentamiento de tipo militar. Los Votos de San Millán, recogen en el año 939 los primeros testimonios escritos, en los que se menciona con una extensión: "Vallen de Ogga Castro de vértice montis usque ad Iberum flumen".
     En la época de la Reconquista, el valle quedó despoblado. En el siglo X el valle pertenecía al reino de Navarra, cuyo monarca, García Sánchez, llevó a cabo un política repobladora por la que llegaron monjes y colonos vascones. En 1074, pasa al reino de Castilla y su castillo queda abandonado.
     En Ojacastro se habló la lengua vasca durante siglos. En el Fuero que los reyes de Castilla otorgan a los habitantes de Ojacastro (año 1200) se concede utilizar el euskera en las institutuciones castellanas.
     Un siglo después (1312), Ojascastro encabeza a las Villas del Valle en el Fuero de Población concedido por Fernando IV en las Cortes de Valladolid. Este reconoce entre otras exenciones "que los homes e mugeres homicianos e malhechores que se vinieren a acoger en el dicho Valle ... sean defendidos e que ninguna Justicia non sea osada de entrar en el dicho Valle nin los pueda tomar nin sacar del".
     El último rey que confirmó el fuero fue Fernando VII, en Madrid, el 13 de diciembre de 1814. Pocos años después, las reformas liberales abolieron esta clase de privilegios.

     ECONOMÍA

     CONSTRUCCIONES DE INTERÉS
     El puente sobre el río Oja:

     El rollo o picota (primer tercio del siglo XVI):
     Es de fuste octogonal, sobre basa y tres gradas redondas, rematado por un nudo con cuatro cabezas y una pirámide con decoración de penetraciones y bolas. La picota era el símbolo de jurisdicción civil y criminal en los municipios; servía para exponer públicamente a los condenados por la justicia.


Casas
:
     Existen varias casas con portadas de medio punto y escudos, así como con aleros de madera labrada. Todas pertenecientes a los siglos XVI y XVII.      Ejemplos son la casa de los Merino (siglo XVIII - anteriormente perteneciente a los Urrutia-) o el antiguo palacio de Mariaca (siglo XVI).

     
     Iglesia      
     Parroquial de San Julián y Santa Basilisa:
     Edificio construido en sillería, de una sola nave y con dos capillas laterales, edificado en el siglo XVI sobre una iglesia románica anterior. Destaca en el exterior de la cabecera un gran escudo de los Velasco. Condes de Haro y Condestables de Castilla. La cabecera es de estilo Reyes Catolicos y ya estaba construida en 1502, la nave y las capillas son algo posteriores y la sacristía es barroca, de finales del siglo XVI o del XVII.


             
     Ermita de la Ascención en Santasensio:
     Se llamó primitivamente Monasterio de la Ascensión y fue donado en 1052 por el rey navarro D. García IV al Monasterio de Santa María la Real de Nájera, al que perteneció hasta la desamortización. Es de estilo románico ojival con dos arcos ligeramente apuntados. La planta del ábside es semicircular al interior (románico) y poligonal al exterior (gótico). Conserva pinturas sobe piedra.


     Nevera del Ángel:
     Construcción de carácter municipal utilizada para la fabricación de hielo. En el panel colocado en sus inmediaciones se aprecia el proceso de extracción del hielo.


FIESTAS Y TRADICIONES

TOPONIMIA
El termino "Ojacastro" proviene según los historiadores del vasco (estiman que el vascuence es la lengua autóctona de los primeros pobladores del valle), apoyándose en las grafías "Ogga" y "Oia" (bosque). Otros, sin embargo, como Madoz y Menéndez Pidal sostienen su origen latino, argumentando que el antiguo castillo existente toma el nombre del río Oja, llamado así por la abundante vegetación que arrastraría.
La segunda parte del nombre Ojacastro se tomó de CASTRO (fortaleza o castillo, de ubicación no precisa). Merino Urrutia se refiere a una fortificación militar en la Edad Antigua, alrededor de la cual surge la primitiva población. Govantes y Madoz hablan de un castillo que tomó el nombre del río. En los documentos, Ojacastro es llamado, sucesivamente, Oiacastro, Oliacastro, Oggacastro y Oxacastro.

TOPÓNIMOS DE LAS ALDEAS. Traducción del euskara:
Arrupia              = barranco
Garay                = alto
Amunartia          = entre dos cerros
Masoga-Masoa = bosque
Matalturria-Matalturra = fuente
Zabárrula           = ferrería
Arbiza               = sitio de nabos (arbi - nabo)
Barrena             = zona baja // sitio-zona de dentro
Urizarna-Ulizarna = pueblo viejo
Uyarra-Oyarra   = bosque
Escarza             = ezcarro (arce)
Larrea               = prado, pastizal
Un toponimo especial es Lamin-iturri (Laminiturri) o fuente de Las lamias o seres fantásticos (Lamia - sirena de sitios humedos del interior / mujer con pies de pato).

Junto al folleto principal se han elaborado otros tres folletos, con las siguientes denominaciones.

- Paseos de Arrupia: Sendero por las aldeas de Amunartia, Masoga, Matalturra y Zabarrula.
- Paseos de Arrupia: Sendero por las aldeas de Tondeluna y Arbiza.
- Paseo de Garay: Sendero por las aldeas de Ulizarna, Espicia, Larrea, Escarza, Uyarra y Santasensio.

Nota: Cada paseo de los mencionados contiene una descripción de los lugares por los que transcurre. El texto se ha copiado tal cual viene en el folleto, aunque encontramos algunos errores en la traducción de la toponimia de las aldeas.

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Interpretación de lo vasco en la Cultura Riojana

Luis Vicente ELIAS PASTOR
REVISTA DE FOLKLORE. Caja España - Fundación Joaquín Díaz
Año: 1990 - Tomo: 10ª - Revista nº: 114, Páginas: 192-196. Tema: Pensamiento / Etnias
(Homenaje a D. José J. Bta Merino Urrutia)


     La Rioja como región colindante al País Vasco y tierra situada entre los reinos de Navarra, Castilla y Aragón, ha tenido múltiples influencias de sus tierras vecinas.
     A lo largo de la historia muchos son los pueblos que se han instalado en los suelos riojanos, y son varias las pervivencias de sus culturas.
     Sobre la influencia de los pueblos se vierten diversas opiniones, y son los científicos y escritores los que han ido creando una opinión sobre el valor de estas aportaciones culturales. y también la tradición oral popular presenta una visión particular de estos fenómenos de aculturación.
     Centrándonos en las relaciones entre la cultura vasca y La Rioja, debemos ir desvelando las opiniones de los autores, ver los tópicos que sobre esas relaciones se producen, y sobre todo nuestra intención es expresar la importancia que tienen los trabajos etnográficos comparativos en este tema, ya que generalmente se presupone su existencia y se vierten opiniones erróneas.
     En la bibliografía riojana se observa una división entre los que valoran la importancia de la cultura vasca y los que la reducen a escasos puntos. Nuestra intención es exponer la situación y ver, por otro lado, cómo los datos científicos tienen poca relación con la mentalidad popular, que escasamente conoce el enlace entre la cultura vasca y La Rioja.
     Partiendo de fuentes antiguas, son varios los autores que reflejan el carácter vasco de La Rioja, basándose en datos históricos y en yacimientos arqueológicos. Entre estos autores surge la polémica de si los antiguos pobladores de La Rioja eran vascos o procedían de grupos celtas e iberos. Como exponente del carácter vasco de los berones (antiguos pobladores de La Rioja), podemos citar a A. Gil del Río, que en todas sus obras clasifica a «Ios berones como una de las primitivas tribus vascas que se asentaron en el norte de la Península Ibérica; concretamente, en la región riojana» (Gil del Río, A., 1981, 25).

     Esta opinión que defienden un grupo de escritores y científicos, no está muy de acuerdo con otros arqueólogos e historiadores, por lo que existe una polémica, como lo reflejan estas líneas de prólogo a una obra del escritor antes citado: «A Gil del Río no le perdonan sus detractores o impugnadores el que afirme, con sólidos argumentos, que los berones llegaron a la Cuenca del Ebro y luego se extendieron por el País Vasco y Cantabria, y que, por consiguiente, los vascos actuales conservan muchas analogías y semejanzas con los riojanos así en lo relacionado con el idioma primitivo -nuestra provincia está plagada de nombres patronímicos y toponímicos de abierta raíz euzkérica- como en sus características generales.
     El que, en cierto modo, nos consideremos vascos y que de siempre hemos venido manteniendo muy estrechas relaciones así en el orden económico, social, cultural y costumbrista -danzas y bailes- es, parece a algunos, algo así como una blasfemia, una especie de herejía» (Manzanares, A., 1981).

     Otros autores se inclinan por opiniones contrarias, basadas en la evolución histórica de la zona, afirmando que «estos acontecimientos históricos vienen a confirmar cómo La Rioja es una zona claramente ibérica, unida íntimamente a Navarra y Aragón y con vocación castellana» (García Prado, I., 1952), siendo el Ebro el límite de esas tierras.
     La polémica por este tema existe y los datos históricos son escasos; no obstante, hay otros campos en los que el problema se plantea.
     En lingüística, son muchos los ejemplos de términos vascuences en La Rioja; pero debemos valorar estos datos. El gran defensor de la importancia del vascuence en La Rioja ha sido don Juan Bautista Merino Urrutia, quien desde el análisis de la toponimia y de las fuentes escritas, demuestra que hasta la Edad Media se hablaba euskera en La Rioja. Son otros muchos los autores que hablan de la influencia vasca en el dialecto riojano, y sobre todo se basan en los abundantes topónimos vascos que existen en algunas comarcas de La Rioja.

     La mayor parte de la toponimia. vascuence se encuentra en la zona occidental de La Rioja, concretamente en las cuencas del río Oja y Tirón, siendo más escasa en las cabeceras del río Najerilla e Iregua, y prácticamente inexistente en el resto de La Rioja.
    Curiosamente, la toponimia de origen vasco es abundante, y no es habitual la presencia de esa lengua en otras manifestaciones dialectales. En un estudio lingüístico hecho sobre una población del valle del Najerilla, se da cuenta de la poca importancia de este tipo de términos: «Las únicas palabras de claro origen vasco y no generales en castellano común que encontramos en Anguiano son anavia, caparra, caparrón, perrochico, zagorra, que resultan muy pocas en comparación con las usadas en la zona de La Rioja Alta» (Echaide, A., 1972, 38.) No obstante, en esta comarca más occidental no son tan abundantes el número de palabras de origen vasco, y son muy prolijos los topónimos de origen vasco, como ya se citaba en el siglo XVIII cuando se habla de la designación vasca del monasterio de Arizta o de la Estrella en San Asensio, y se advierte «que no extrañe al lector esa voz vascongada, advierto de paso: que los reyes de Navarra de aquellos tiempos usaron del vascuence como de lengua propia y nativa, y de tal suerte estaba extendida por estas partes de La Rioja, que apenas hay lugar , monte o pago que no tenga su nombre vascongado, aunque ya muchos padecen corrupción y algunos han variado totalmente» (Anguiano, M., 1704,549). Según estos datos, la toponimia vasca en el siglo XVIII era abundante, aunque en los trabajos actuales no aparezca con tanta importancia (González Blanco, A., 1987).

     El análisis de la toponimia ha llevado a los estudiosos a buscar el origen de la palabra Rioja en el propio vascuence, haciéndola descender de erria, tierra; eguia, pan: errioja, hoja; rioxa, roja; rivergia, ribera; oyan, bosque; arrioxa, piedra; aunque otros autores, como Madoz o Govantes creen que no es preciso acudir al vascuence para explicar el origen del término Rioja.
     En una cierta época se produjo una fiebre de la etimología, buscando un origen vasco a muchas palabras que en muchos casos tenían otro origen, no llegando a ninguna conclusión, y aunque autores tan importantes como Pidal, Alarcos, Llorente, etc., hablan de los restos del vasco en La Rioja, vemos una desproporción entre la toponimia con la abundancia de vasquismos y el resto del habla con muy pocos datos.
     En algunos casos, partiendo exclusivamente de citas históricas y de algunos términos de la toponimia, se habla de la importancia de lo vasco en otras facetas de la cultura tradicional riojana. Curiosamente, son varios los autores que citan identidad y coincidencia entre manifestaciones musicales riojanas y vascas, y en otros casos se habla de similitud en las construcciones y en la arquitectura popular.

     Una de las personas que más ha trabajado por esclarecer la presencia vasca en La Rioja, nos dice, hablando de la comarca del río Oja: «En toda la cuenca se nota la influencia vasca, sedimento de la primitiva población que ha quedado impreso en su toponimia, en sus costumbres y en sus construcciones» (Merino Urrutia, J. Bautista, 1968, pág. 245), y son muchos los autores que hablan de esta relación. Así, volvemos a oir: «Por otro lado, la arquitectura y costumbres de la Rioja Alta tienen parecido con las del norte de España» (Ortiz Trifol, C., 1982, pág. 17).
     En la danza y música se habla también de relaciones culturales. «Las danzas (especialmente los danzadores de Anguiano y otras manifestaciones folklóricas de Santo Domingo de la Calzada, Briones, Viniegra, Albelda, Nájera, etcétera) son el mejor exponente de esa similitud con el País Vasco en las más curiosas facetas de su folklore» (Gil del Río, A., 1981, 123). Otros autores hacen partícipe de la influencia a las dos zonas vecinas: «La música riojana se halla entroncada a la vasca y a la castellana, y viceversa. Es decir, que realmente resulta difícil no encontrar en unas y otras manifestaciones elementos comunes. No se sabe si los pastores de la sierra, trashumantes, llevaron o trajeron. Hay, por ejemplo, una música tradicional vasca, concretamente, en Durango, que tiene toda la apariencia de corresponder a la zona de San Millán y la cuenca del Najerilla; como existen unas melodías en el valle navarro del Baztán, cuya similitud yo creo reconocer en Cervera del río Alhama» (Alonso, J. L., 1986, 45).
     Siguiendo con las danzas, Merino Urrutia compara las riojanas de «troquiaos» con las «ezpata-dantzas» de las vascongadas, y nos dice que «examinadas las danzas de los aros y de las espadas, recogidas en la capital, tienen evidente analogía, por su ritmo y giros, a las danzas comentadas de la cuenca del Oja, y tienen, como los anteriores, identidad con las vascongadas» (Merino Urrutia, J. Bautista, 1968,261).
     Esta pretendida relación cultural entre el País Vasco y La Rioja, cifrada en la músicadanza y en la arquitectura, se da en muy variados autores, y se hace sin ningún sustento científico. En general, el tópico de identificar manifestaciones culturales riojanas con similares vascas ha surgido de viajeros o de anécdotas sin base científica. En realidad, no se han realizado estudios comparativos que permitan asentar tales afirmaciones, pero en el mundillo cultural riojano y en la lectura de las obras de información se respiran varias corrientes.

     La primera es la de la importancia de las influencias vascas en La Rioja, basada en el origen vasco de las tribus pobladoras de la zona, y así se dice que «riojanos y vascongados tenemos desde antiguo muchos puntos de contacto, un parentesco histórico», según M. Ciriaquiain Gonzale.
    La segunda corriente es la de la primacía de las influencias castellanas en la cultura regional y una tercera, que prudentemente une las dos corrientes, referidas a Nájera: «La estructuración de sus calles y topología de sus viviendas participan tanto de la morfología de la ciudad castellana como de la marcada modalidad de los pueblos típicos riojanos, con ingerencias del norteño vivir de Vasconia» (Del Pan, I., 1953).
     Por último, también se observa el nacimiento de una opinión regionalista, «sosteniéndose el criterio de que los berones eran una de las distintas tribus vascuences que se asentaron en la región que constituye la actual Rioja, que se fusionaron con los celtas, creándose –incluso- una unidad étnica: el riojano» (Gil del Río, A., 1981, 38).

     Estas opiniones se mantienen y se esgrimen por distintos autores como ejemplo de relaciones y contactos culturales, entre regiones vecinas. Pero a excepción de los estudios históricos y de los lingüísticos, pocos datos se conocen de relaciones culturales entre La Rioja y el País Vasco, por lo que nosotros nos preguntamos a partir de qué tópicos surgen esas opiniones y por qué en dos campos muy concretos: el musical y el de la arquitectura popular.
     Aquí, a nivel personal, podemos decir que para el profano dos músicas pueden parecer similares y pertenecer a pueblos separados por miles de kilómetros, y además que se habla de la música porque es algo externo que pretendidamente todo el mundo conoce.
     Por lo que respecta a la arquitectura, veremos más adelante que se crean arquetipos de «casas tradicionales» sacados de calendarios, láminas, grabados o dibujos. En general, la arquitectura tradicional responde a los materiales que hay en la zona, la dedicación de los ocupantes de la vivienda y las condiciones climatológicas; por lo que hemos visto, hay casas serranas en todo el Sistema Ibérico, en los montes de León, en la Sierra de Francia o en las montañas de Avila, que son muy similares a las de las sierras riojanas, a las que se les atribuye caracteres «vascos».

     En el resto de las manifestaciones culturales que pretenden tener relación con el País Vasco ocurre igual, ya que no existe un estudio serio de cada uno de los temas. Cuando se habla de costumbres vascas localizadas en La Rioja, como las albadas, las cruces en las puertas, el temor a la lechuza o el respeto a los pozos negros, no podemos admitirlas como tales cuando son generalidades que se observan en todas las culturas mediterráneas. Lo mismo podemos decir de la pretendida identidad entre las brujerías, cuando se afirma «que la imagen de la brujería riojana se identifica con la vasco-navarra» (Gil del Río, A., 1975, 107).
     Estos datos son difícilmente aceptables, ya que no existen estudios comparativos que los sustenten, a excepción del autor citado y de poco más. Con admiración hemos leído un trabajo sobre la localidad riojana de Aldeanueva de Ebro en el que se establecen comparaciones con varias manifestaciones de cultura tradicional vasca, y con abundantes datos se citan relaciones e identidades tales como: «En la época en que los enterramientos se celebraban en el interior de la iglesia, se conserva el recuerdo del lugar que ocupaba la sepultura familiar y en tal lugar se encendían velas el día de «ánimas», de la misma forma que en el País Vasco se hace con las argizaiolak» (Vicuña Ruiz, F , 1977). El problema que se trasluce en estas líneas está en la ausencia de trabajos etnográficos que nos sirven de base para realizar las posibles comparaciones.

     Estas son las opiniones que hemos podido recoger en relación con el tema que nos ocupa y alrededor de él nos surgen algunas preguntas de dudosa respuesta.
     En primer lugar, cuál es la razón del corte tan brusco que se produce en la toponimia riojana, que separa los topónimos de origen vasco de los restantes.
     Otro aspecto que se observa es el de la abundancia de la toponimia vasca y la escasez de términos lingüísticos de habla coloquial que descienden de esa lengua.
     Y, por último, nos preguntamos por qué hay escasas referencias en la toponimia, en las leyendas o en los dictados tópicos, a los propios vascos. y aquí hablamos con la experiencia etnográfica personal, aparte de las opiniones de los autores citados anteriormente.

Con relación a este último aspecto, en La Rioja es habitual el atribuir hechos y obras a pueblos que en el pasado habitaron la región. Es común el oir que en tal cerro «habitaron los romanos o que éstos construyeron tal o cual puente»; de la misma forma, encontramos «el camino de los romanos» o en Entrena «el camino de los judíos». Son muchas «las cuevas de los moros», «la botica de los moros», y han sido muy buscados los tesoros que los moros dejaron en estas tierras, así como las imágenes sagradas que escondieron en nuestros montes.

Con respecto a los vascos, en la toponimia aparecen escasamente como grupos. Así, se cita un Valdevascones en Almarza y un Cogote de Vascones en Ledesma (González Blanco, A., 1987, 592) ; el resto de referencias son puntuales a personas determinadas, como la Cruz del Vizcaíno, en Trevijano de Cameros, o la Fuente del mismo nombre, que en muchos casos hacen referencia a personas concretas que por motivos laborales se trasladaron a La Rioja en épocas recientes.

Esta ausencia de referencias orales nos lleva a realizar una encuesta exhaustiva sobre el tema y a preguntarnos las razones, no siendo suficiente la razón de que se hacen referencias orales a los pueblos exógenos que dominan una región y escasas referencias al pueblo que la ocupa habitualmente.

En la zona de mayor incidencia de la toponimia vasca en la región, el valle alto del Oja, hemos intentado obtener algunos datos sobre la presencia euskalduna en la zona, y por información oral son muy escasas las informaciones obtenidas. Hay alguna referencia que trata de identificar a «los chuetes», población asentada en las aldeas de Ezcaray, con un pueblo de dudosa procedencia con escasa relación con el resto de los pobladores y con una fuerte endogamia. Pero intuimos que este curioso grupo humano es de otro origen, y su llegada a la región es más reciente, aunque en las encuestas hayamos oído que «eran desertores vascos, que huyeron a estas tierras para refugiarse», y esto se dice en base a que tenían otra lengua y otra indumentaria diferente a la de los pueblos de la comarca, que, por otra parte, siempre les rechazaron.

El problema está en la ausencia de trabajos sobre el tema, y las generalidades sobre la similitud entre costumbres vascas y riojanas no es de gran utilidad. En la actualidad estamos estudiando comparativamente costumbres del Sistema Ibérico con otras de las montañas de León y encontrarnos grandes coincidencias, ya que partimos de dos grupos humanos que aunque muy alejados viven en medios similares y con una actividad común: la trashumancia. Con relación al País Vasco, los estudios comparativos no se han realizado y creemos que con respecto a La Rioja, se debería partir de comparar, no los aspectos externos de la danza y la arquitectura sino las manifestaciones del derecho consuetudinario, tales como la propiedad comunal, los sistemas de herencia, los tipos de matrimonio, que son temas que nos podrían dar las pautas de la similitud cultural entre los dos pueblos.

Queremos también presentar aquí aquellas escasas manifestaciones culturales, que en algunas zonas de La Rioja se consideran de procedencia vasca. Con respecto a la arquitectura es bastante habitual en la región hablar de las construcciones de estructura de madera vista, «las improntas» o entramados que mantienen la segunda planta de las viviendas serranas son de origen vasco. Lo mismo hemos escuchado de los grandes aleros en las construcciones, a los que se les atribuye un origen similar.

En la alimentación tradicional hay algunos productos que se consideran introducidos por los vascos y en la comarca serrana se habla del bacalao como alimento en salazón, traído por los vascos. Como anécdota diremos que en la sierra de Cameros riojana, hemos oído que en los caseríos vascos tomaban la leche con sal, como medicina. Entre las virtudes que tradicionalmente se atribuyen a los vascos en nuestra tierra, está la laboriosidad y la fidelidad en la amistad, y entre los vicios, la gula.

Estos escasos ejemplos de conocimiento tradicional de un pueblo, que pudo ser el original en nuestra tierra, contrasta con la información que se posee de él en la segunda mitad de nuestro siglo, ya que la mayor parte de la emigración riojana se encaminó hacia los puestos de trabajo que ofrecía el País Vasco.

Con estos datos sólo queríamos esbozar un par de ideas. Por un lado, la escasa veracidad científica que se observa en las manifestaciones escritas, a la hora de hablar de las relaciones entre los vascos y La Rioja. y por otro la poca incidencia que en la cultura tradicional ha tenido la presencia vasca en nuestra región. Ambas se unen a la hora de proponer la realización de trabajos etnográficos conjuntos que sirvan de base para el estudio comparativo de la cultura tradicional vasco-riojana.

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REFERENCIAS

ALONS0, J. L.: En AGUIRRE, J. V., Introducción 8.1 folklore musical de La Rioja. Logroño, 1986.
ANGUIANO, Mareo: Compendio Historial de la Provincia de La Rioja, de sus santos y de sus milagros santuarios. Madrid, 1704. Reedición Consejería de Educación, Cultura y Deportes. Logroño, 1985.
ECHAIDE, Ana y SARALEGUI, Carmen: El habla de Anguiano. Instituto de Estudios Riojanos. Logroño, 1972.
GARCIA PRADO, J.: La Rioja como región geográfica. Barceo, nº 23, pág. 330. Logroño, 1952.
GIL DEL RIO, A. : La brujería y sus personajes en La Rioja. Logroño, 1975. El enigma de los berones. Zaragoza, 1981.
GONZALEZ BLANCO, A. : Diccionario de la toponimia actual de La Rioja. Instituto de Estudios Riojanos. Universidad de Murcia, 1987.
MANZANARES, A. : Prólogo a Gil del Río, A. El enigma de los berones.
MERINO URRUTIA, J. J. B.: El río Oja y su comarca. Logroño, 1968.
ORTIZ TRIFOL, C.: Toponimia Riojana: Temas Riojanos, nº 9. Logroño, 1982.
PAN , I. del : Aspecto etnográfico de La Rioja. Los pueblos riojanos : Causas naturales y humanas determinantes del lugar que ocupan y tipos de ellos. Berceo, nº 27, página 208. Logroño, 1953.
VICUÑA RUIZ, F. : Notas etnográficas de Aldeanueva de Ebro. Berceo, nº 93. Logroño, 1977.
BJBLIOGRAFIA DE  J. J. Bta MERINO URRUTIA relativa al tema.
El vascuence en La Rioja y Burgos. Problemas que plantea su toponimia. Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, V, 1949, 370-405.
El folklore en el valle de Ojacastro. Logroño, 1949. Vocabulario de palabras recogidas en el Valle de Ojacastro (Rioja). R.D.T.P. X, 1954, 323-330.
El vascuence hablado en Rioja y Burgos. R.I.E.V., XXVI, 1935.
El vascuence en el valle de Ojacastro (Rioja Alta). Bol. Soc. Geogra. LXXI, 1931, págs. 254-264.
Más sobre el vascuence en el valle de Ojacastro (Rioja Alta). Bol. Soc. Geogra. LXXII, 1932, págs.451-473.
El vascuence en La Rioja y Burgos. Ed. Amigos del País. San Sebastián, 1962.
Historia de la presencia del vascuence en La Rioja. ;Berceo, nº 87, 1974, págs. 237-244.
El río Oja y su comarca. Logroño, 1968
Artífices vascos en La Rioja.


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VASCUENCE Y ROMANCE
LINGÜÍSTICA 11
Mª Teresa Echenique Elizondo

Folleto: Lecciones de lingüística y dinámica didácticas del español.
Gobierno de La Rioja. Consejería de Cultura, Deportes y Juventud. 1992

VASCUENCE Y ROMANCE

I. Interferencias léxicas.

     La Península Ibérica no es un área compacta y uniformemente neolatina, y no lo es por la presencia de la lengua vasca, hecho que confiere a la historia de la lengua española caracteres peculiares.
     La relación existente entre vasco y románico tiene una larga andadura histórica y comienza en el momento en que la lengua vasca, vascuence, euskera/euskara, lengua vascongada, como prefiramos llamarla, entra en contacto con el mundo latino y queda inseparablemente trenzada a algunos de sus descendientes románicos, que, dicho sea de paso, han cambiado de nombre respecto al latín originario para pasar a convertirse en castellano, navarro, aragonés, occitano o francés, en tanto que el vascuence sigue conservando su denominación; o tal vez fuera mejor decir que denominamos vascuence o euskera tanto a la lengua que se hablaba en territorio vasco en la antigüedad como a su descendiente actual. En realidad, esto último viene casi a ser la contrapartida de la conclusión a la que llegó Giulano Bonfante al afirmar que ya en el siglo lI d.C. se hablaba italiano y no latín en la Península Itálica1. En realidad, es la suya una de las posturas extremas en la polémica aún no resuelta sobre el momento en que el latín pasó a convertirse en una Lengua Clásica, no vital, y dio paso a la formación de los diversos descendientes románicos2.
     Quiero decir con todo ello que, aunque en la teoría establezcamos una distinción tajante entre latín y románico (diferenciado este último en castellano, francés, etc.), continúa siendo objeto de debate para la Filología Románica determinar el momento aproximado en que el latín dejó de ser latín para convertirse en sus diferentes derivados románicos, aunque exista un acuerdo más o menos general en aceptar que la autonomía de los sistemas neolatinos se produjo hacia los siglos V-VI de nuestra era. La principal dificultad para resolver este problema estriba en el hecho de que la lengua escrita fue la latina y sólo a través de ella podemos ir vislumbrando la realidad románica3.
     Pues bien, es también sabido que la lengua vasca no se escribe como tal (salvo testimonios dispersos) hasta el siglo XVI, momento a partir del cual se crea una tradición escrita, que, pese a contar con variedades concretas bien delimitadas, se identifica sin dificultad con el vasco hablado hoy. No sabemos cómo era realmente el euskera anterior al siglo XVI, aunque por vía de reconstrucción podamos alcanzar a hacernos una idea prototípica de su armazón estructural. Por esta razón denominamos "vasco" a la lengua hablada durante más o menos 20 siglos, en tanto que distinguimos como latín y lenguas románicas a la lengua madre y sus descendientes. Hugo Schuchardt, en cambio, decidió zanjar la cuestión hablando sencillamente de vasco y románico, englobando en este último término, en realidad, a todo el elemento que quizá con más propiedad cabría diferenciar en latino-románico.
     Dado que vasco y románico poseen una historia que puede ser estudiada conjuntamente, diré que constituye éste un dominio privilegiado para el historiador de la lengua interesado por el cambio lingüístico y que, como tal, propugna una historia de la lengua centrada sobre hechos lingüísticos, pues sólo así la historia del funcionamiento de ambos sistemas quedará integrada en la historia general y en ella encontrará su sentido profundo4.
     En el período de latinización de Hispania, el euskera quedó impregnado de préstamos tomados del latín, como es bien sabido, por lo que nadie puede negar que el contacto vasco-latino debió ser intenso: el gran número de latinismos de la lengua vasca muestran, además, la antigüedad de su contacto5. En los últimos tiempos hay indicios que conducen a creer en una existencia de vida romana más asentada, al menos en la actual Guipúzcoa, por lo que no es descartable pensar que existió romanización en el País Vasco. Pues bien, si esta romanización fue más intensa de lo que se ha venido creyendo hasta ahora y si ya en época posterior las crónicas medievales (como sucede con las redacciones Rotense o ad Sebastianum de la Chronica Visegothorum de Alfonso III) nos dicen que los habitantes de la zona vasca habían poseído sus tierras "desde siempre", no será poco razonable pensar, como he defendido ya en otras ocasiones, que el romance ahí hablado haya surgido in situ6. Y, si ello fuera efectivamente así, querría decir que el contacto vasco-latino se habría prolongado, sin solución de continuidad, en el contacto vasco-románico. Ahora bien, aunque es cierto que, con la llegada del latín, el vascuence quedó impregnado de numerosos elementos latinos, no lo es menos que mantuvo intacta su estructura no indoeuropea y que la permeabilidad a la recepción del latinismo no significó en modo alguno pérdida de su condición tipológica intrínseca.

     INTERFERENCIAS LÉXICAS.

El resultado directo del contacto de lenguas es la interferencia, esto es, la penetración de rasgos de una lengua en otra, hecho que tiene lugar en los hablantes, como consecuencia de su familiaridad con más de un sistema lingüístico. Como expuso Weinreich en su trabajo pionero, el léxico es lo primero que se transfiere de una lengua a otra, y hay préstamo léxico cuando una lengua receptora adopta un signo lingüístico de otra.
Pensemos que el castellano ha integrado voces de otras lenguas, que hoy están plenamente asumidas. Galicismos como detalle, intriga, rango, interesante, no son ya sentidos como tales; otras como yate, líder turista, no llevan ya la marca de anglicismo, y qué decir de americanismos como patata, huracán o piragua. La absorción de vocablos procedentes de otros sistemas no ha supuesto la desintegración de la estructura lingüística del español, que ha seguido manteniendo plenamente su autonomía frente a las lenguas de las que ha ido tomando palabras; pero, eso sí, a través de esos préstamos podemos leer su historia lingüística: germanismos en el período visigótico, arabismos, galicismos y occitanismos después, italianismos en la época humanista y áurea, galicismo general a partir del siglo XVIII, para no hablar de otros influjos más actuales, todos los cuales nos permiten recorrer ampliamente los avatares históricos de nuestra lengua.
Pues bien el mismo proceso es observable en el caso de la lengua vasca, solo que, obviamente, su historia lingüística no ha revestido caracteres de una complejidad tal. A pesar de ello, son bien perceptibles los celtismos en el euskera7, así como los latinismos y romanismos de época posterior8; hay también arabismos, que, pese a haber penetrado a través del romance, no encuentran paralelo en el castellano actual9.
En esta ocasión me fijaré únicamente en las interferencias léxicas perceptibles desde el área romance, así como de antiguos romanismos sobrevivientes hoy en el área vasca.
No hay duda de que los atlas lingüísticos constituyen material precioso para el estudio del léxico, sobre todo del que guarda relación estrecha con el mundo inmediato, muy particularmente el relacionarlo con la cultura material. De él dijo Luis Michelena que "se trata de un dominio en que las palabras son inseparables de las "cosas" o, mejor acaso, de un ámbito en que éstas son indiscutiblemente anteriores, en el orden que sea, a aquéllas"¹º. Por lo que al Atlas Lingüístico y Etnográfico de Aragón, Navarra y Rioja (ALEANR) se refiere, basta asomarse a las páginas de los últimos números del Archivo de Filología Aragonesa (AFA) para comprender el impacto provocado y el aliento que ha logrado infundir a la dialectología. No ha sido menor su trascendencia para contemplar en toda su dimensión el léxico que constituye un verdadero cruce de caminos entre vasco y románico, que incluso llega a tener implicaciones para la propia dialectología vasca.
En el libro publicado recientemente por Rosa M.ª Castañer11, basado en los materiales del ALEANR, no hay prácticamente mapa en el que no se recoja, en algún punto, muestra de voces vascas o relacionadas con ella. Mostraré algunas.
-'Espacio entre dos casas' (mapa n.° 756). El pasillo estrecho que queda entre unas casas y otras de alta montaña conoce, junto a voces como calle, calleja, callejoncico, callejo, callizo, gallizo, callarizo, calderiza, etc. (cuya filiación románica resulta clara), hay en Navarra un considerable número de voces procedentes del euskera: etxarte, etxekarte (ambas son combinación de arte `entre' y etxe `casa'), etxetartea (etxe y tartea 'ranura' -y no `intervalo' o `coyuntura', como propone Castañer-), itxekertia. itxetartia. etxetartie. La misma voz vasca arte se integra en los vocablos arteka (Lecaroz), mokarte (Arcos), rekarte (Roncal), estarta (Goizueta).
- `Viga cumbrera' (mapa n.° 928). Al lado de puente, caballo, caballete, arnillo, etc., hay voces innegablemente vascas, tales como bizkarra`(del vasc. Bizcar “espalda” y, por evolución significativa, “caballete del tejado”), que aparece tanto en el Noroeste de Navarra como en la provincia de Zaragoza (Sos del Rey Católico, Salvatierra de Esca, lugares limítrofes), bizkerzura, astazaldi.
- `Cámara entre en cielo raso y el tejado' (mapa n.° 919). Junto a falsa, falsón, falsilla, falseta, cámara perdía, cámara ciega, desván, buhardilla... aparecen ganbatxoa, irugarrengotiya, voces claramente vascas.
- `Dintel' (mapa n.° 759). Además de los vocablos románicos más variados (dintel, lindar, umbral, lumbrar Timbrar; brirnbal, etc.) aparece ateburua, compuesto de vasc. ate `puerta' y buru(a) `cabeza'.

- `Ventana pequeña' (mapa n.° 807). La variedad léxica es notable en este caso: ventano, ventanica, ventanilla, ventaneta, ventanico, ventanillo, ventanuco, ventanal, finestra, finestreta, finestró, espillera, saetera, tronera, cuartillo, gorronera, mirallo, términos todos ellos románicos, a los que hay que sumar los de origen vasco, tales como leio, leo, leyotikiya, leozko, chirrimiste (vasc. zirrimizto 'rendija, resquicio, grieta', con palatalización vasca), zirritua.
En ocasiones, vascuence, romance y latín se dan la mano. Así sucede con `pared' (mapa n.° 1515), que conoce las formas paret, con ensordecimiento de /d/ final vinculada al catalán en Huesca, Zaragoza y Teruel, pero que, en área navarra, aparece como pareta (plural paretak), latinismo absorbido por el vasco en época antigua.
De todos estos datos puede concluirse sin dificultad que la lengua vasca ha sido una realidad presente en el proceso de creación de tales vocablos, que, en ocasiones, son muestra de derivación viva. Ha habido, pues, contacto de ambos sistemas allí donde se documentan, contacto que puede tener explicaciones diversas en las que no voy a entrar ahora. Todos estos préstamos no trascienden el umbral mínimo de la interferencia; no ha habido, en realidad, cambio semántico, sino tan sólo instrumentalización de un significante vasco como consecuencia del empleo de esta lengua, sin que se haya producido alteración del contenido lexemático primitivo.
Hay, en cambio, alguna conclusión, tentadora a primera vista, en la que sería conveniente no caer, como es la de pensar que si el euskera ha proporcionado al románico vocablos que denotan realidades concretas, ello debe ser interpretado como una característica de la propia lengua y su incapacidad para remontar vuelos léxicos más altos. Pero es que, en el criterio que emplearon los autores para seleccionar los vocablos del ALEANR, hay una evidente renuncia al lenguaje abstracto`, circunstancia que es aún más clara en la parcela de léxico seleccionada por Castañer. Esa es, y no otra, la razón de que las interferencias léxicas del euskera al castellano en las zonas estudiadas procedan, en su mayoría, del ámbito de la cultura material. Al margen de esta circunstancia, las peculiaridades del léxico romance actual de zona vasca son marcadas y pueden ofrecer explicaciones diversas. En ocasiones, la interferencia puede proceder de la transferencia de un valor de una palabra a otra máso menos equivalente: es el caso de esquina, que, en castellano de zona vasca, puede valer también para `borde' ("si la sopa está caliente, coge por la esquina"), acepción que tiene la palabra vasca ertze `esquina, orilla, borde'. Se puede decir que en este caso ha habido cambio semántico como consecuencia del contacto lingüístico. El nuevo sentido de esquina como `borde' se erige en emergente funcional de la voz vasca ertze a través de un proceso de fundamentación basado en la semejanza de las categorías lexemáticas trasvasadas. El nuevo sentido es concebible como categoría lexemática resultante de la intersección de otras dos categorías lexemáticas, la una castellana y la otra vasca. En este proceso transpositivo los términos conectados son equifuncionales, pertenecen al mismo paradigma categorial: se da un caso de transposición espacial; ertze contiene a “esquina” y esquina pasa a contener a “ertae”. Un rasgo distintivo sémico de la palabra vasca ha pasado al significante castellano, que conoce de este modo un proceso de extensión significativa, si bien con la particularidad de que esquina no implica la existencia de un ángulo (que sí encierra, por otra parte, la palabra vasca de origen latino-románico izkina); es decir, el euskera habría tomado el préstamo izkina para una de las acepciones de ertze, pero traslada al castellano esquina todos sus valores. Hay, pues, alteración del contenido lexemático primitivo (por ampliación) mediante procedimientos semánticos, con mantenimiento de la misma base léxica. Otras veces, hay creaciones romances exclusivas, como interina `asistenta' o linternero `fontanero', pero ellas constituyen un capítulo distinto, a saber, el del castellano dialectal, que en esta ocasión surge en zona vasca, pero no como consecuencia del contacto lingüístico.

No hay duda de que, desde el lado vasco, el número de préstamos léxicos tomados del romance representa un índice muy elevado. Seguramente la carencia en euskera de una terminología adecuada en relación con la técnica y otros avances de la vida moderna ha contribuido a ello notablemente, pero no es menos cierto que en los últimos tiempos esta situación ha variado de modo favorable y que la necesidad de designar realidades lingüísticas nuevas ha sido para la lengua vasca, como lo es universalmente, un reto que se ha resuelto con la renovación del propio léxico.

Por otra parte, como bien ha apuntado Etxeberria¹³, el grado de interferencia léxica varía considerablemente de unos hablantes a otros en relacion con el entorno social en el que se mueven, las circunstancias que motivan la conversación, el nivel de instrucción de los hablantes o factores varios.

Nos encontramos, en definitiva, ante unos hechos dados que proceden del pasado y que podemos analizar con mayor o menor resultado, como es, de un lado, el léxico de origen vasco incrustado en la diatopía romance o las voces castellanas que esmaltan por doquier el euskera, y, de otro, con el proceso de recuperación lingüística del vascuence, cuyas consecuencias léxicas no son aún cuantificables. Ha sido mi intención volver la mirada hacia las interferencias que proceden de época pasada.



1. Cf. BONFANTE, Giulano, "Quando si è cominciato a parlare italiano?", Festschrift W. von Wartburg, I. Tübingen, 1968, pp. 283-288.
2. Cf., para todo ello, VAANANEN, Veikko, "Le probléme de la diversification du latin", en Recherches et Récréations latino-romanes, Napoli, 1982, pp. 43-68, y ECHENIQUE, M.' Teresa, "Protohistoria de la lengua española", en MEMORIAE L. MITXELENA MAGISTRI SACRUM, Seminario de Filología Vasca Julio de Urkijo, San Sebastián, 1991, pp. 33-39.
3. Si bien es cierto que en este punto se ha producido un notable cambio de perspectiva después de la revisión metodológica llevada a cambio por WRIGHT, Roger, en Latín tardío y romance temprano en España y la Francia carolingia, Madrid, 1989(Liverpool, 1982). Cf. también, coordinado por el mismo autor, Latin and the Romance Languages in
the Early Middle Ages, London/New York, 1991.
4. Tal como fue expuesto por LAPESA, Rafael, en "Evolución sintáctica y forma lingüística interior en español", Actas del XI Congreso Internacional de Lingüística y Filología Románicas, Madrid, 1965, pp. 131-150, cuyo modo de abordar el estudio de la historia lingüística constituye cuerpo doctrinal de la mejor tradición filológica hispánica
5. Puede verse un resumen de todo ello en mi Historia lingüística vasco-románica, Madrid, 1987, 2a ed. Cosa bien distinta es, claro está, el empleo deliberado del latín en la lengua escrita; desde la primera obra escrita en vascuence, Prinzitiae Linguae Vasconutn, el latín
ha sido fuente de enriquecimiento del léxico a la que han acudido los diferentes autores vascos. Este empleo del latinismo como cultismo, no obstante, constituye un campo aparte del que me he ocupado en otro lugar("El latinismo en los autores vascos de los si
glos XVI 'y XVII,,, en prensa en las Actas del XIX Congreso Internacional de Lingüística y Filología Románicas, Santiago de Compostela, 1989).
6. Cf. mi Historia lingüística vasco-románica, pp. 74-77, y ahora "Vascorrománica: el romance autóctono del País Vasco", en prensa en las Actas del I Congreso de Dialectología Vasca, Seminario de Filología Vasca "Julio de Urquijo", San Sebastián, 1991.
7. Por citar un ejemplo, puede verse la forma de numeración(luirujogei 'sesenta'= hijo + hogei, `tres veintes', etc.), compartida también por el francés.
8. Que, en ocasiones, nos han dejado usos antiguos dccaldos cu luulauce, cunw queda bien reflejado en una obra como la de Joan Corominas(cf. mi "Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana-Diccionario Etimológico Castellano e Hispánico", en Joan
Corominas, Premio Nacional de las Letras Españolas 1989, Barcelona, 1990, pp. 55-69) o en casos menos conocidos, como puede ser el del euskera tamainan, aplicable tanto a la dimensión o tamaño de los objetos cuanto a cualidades de otro tipo, procedente del cast.
ant. tamaño y éste del lat. TAM MAGNV. Tamainan lleva la marca del caso inesivo, al igual que sucede en primeran `de primera', etc., ya que el contenido lexemático primitivo se ha ampliado mediante el procedimiento gramatical de su adición. Otro ejemplo pre
cioso nos lo proporciona ARRIAGA, Emiliano de, en su Lexicón bilbaíno, Madrid, 1960, 2." ed., quien aporta el siguiente uso para el Bilbao del siglo pasado: `ALCORDARSELE(Del e. acordar por el e. gogoatu.) Llegar a conocimiento o instinto(loc.) Edá ya tiene pues, pero no se le alcuerda [pues ya tiene edad para que le venga el juicio]. -Este perro chimbero buena casta ya es, pero no está alcordado entoavía [...pero aún no le ha venido el instintol"(pp. 18-19). Es bien conocida la acepción `recuperar el juicio' deacodaren el castellano antiguo.
9. Como es el caso de la voz alkandora `camisa', conocido por Berreo, por poner un ejemplo.
10. Cf. MICHELENA, Luis, prólogo a AGUD, Manuel, Elementos de cultura material vasca, San Sebastián, 1978, p. 6.
11. Estudio del léxico de la casa en Aragón, Navarra y Rioja, Zaragoza,
12. Cf. HOFFMANN, Nidia, "Interferencias del euskera en el habla de la Rioja peninsular y zonas de Navarra(según ALEANR)", en prensa en Cuadernos de Investigación Lingüística y Literaria, Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, San Sebastián.
13. En `Aspectos léxicos del español hablado en el País Vasco". Letras de Deusto, 40, 1988, p.

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VASCUENCE Y ROMANCE

II. Interferencias gramaticales


No hay que imaginar en ningún caso que el contacto vasco-románico, especialmente el vasco-castellano, haya tenido lugar en una atmósfera de exclusividad de ambos sistemas. Michelena, González Ollé, han subrayado la complejidad de la situación lingüística de tal contacto en otras épocas, muy especialmente en la medieval. Como ha descrito muy bien A. Várvaro', en cualquier punto del centro-norte peninsular debía haber hacia el siglo XII realidades lingüísticas diversas y variadas: junto al dialecto local (que hablaría la mayor parte de la población) estaría el castellano (variedad de lengua alta, que tendría sus propias normas); habría un castellano koiné y una koiné castellana, tal como caracterizaba a la contienda medieval², el latín (lengua del culto cristiano y de los documentos oficiales), el occitano de los comerciantes (con una variedad marcada y empleada en documentos oficiales junto a la koiné occitana general, a saber, el gascón), la lengua religiosa de la judería, el árabe coránico y el hablado (esto es, el hispanoárabe), el mozárabe de los inmigrados del Sur, y además, el euskera de los vascos inmigrados del Norte.
Cae de su peso que, para poner cierto orden en esta complejidad e interpretar debidamente los hechos, así como para emitir juicios científicamente honestos, hay que partir de una formación sólida en varios campos. Para poder discernir lo que es originario y propio del vascuence de lo que procede de otro u otros sistemas lingüísticos, es necesario conocer uno y otros. Así se explica que el estudio vasco-románico nos llegara de la mano de un gran romanista, magnífico conocedor también de la lengua vasca y preocupado por las consecuencias del contacto lingüístico entre sistemas tipológicamente distantes. Y es que Hugo Schuchardt dedicó una centena de trabajos a la influencia latino-románica en el euskera, dando comienzo a un campo de trabajo que ha contado después con continuadores varios. La concepción schuchardtiana del lenguaje se asentaba sobre el principio de que "es gibt keine völlig ungemischte Sprache" y, como muy bien expresó Michelena, "Vasconia, como área marginal, constituye una zona de refugio de prácticas, creencias, costumbres y técnicas de fecha muy diversa, como su lengua es puerto donde se han cobijado tantas palabras y expresiones latinas y romances caídas en desuso en los lugares de procedencia"³. La huella del elemento latino y románico en la lengua vasca que, por lo tanto, es tan sólo una de las dos caras de dicho intercambio lingüístico, pues puede servirnos simultáneamente para reconstruir la historia del propio latín o de las lenguas románicas circundantes, ha contado después con una serie de autores y títulos bien conocidos, siendo las referencias esporádicas también numerosas. Por lo general, tales referencias proceden de la conjunción de los métodos de la Historia lingüística y de la Lingüística histórica, aunque ha habido también algún intento de relacionar ambos sistemas desde tina concepción ucrónica, buscando semejanzas gramaticales fuera del tiempo histórico4. No hace falta decir que ambos enfoques son perfectamente válidos, y que lo único que varía o los distingue es la perspectiva del investigador.
Todo intento de situar en el eje temporal los hechos de lengua implica reconstrucción, basada en la documentación o en la comparación interna. En el caso vasco-románico, la finalidad perseguida es la de obtener la reconstrucción histórica, (de los cuatro tipos de reconstrucción: interna, comparativa, diacrónica e histórica, las tres primeras conducen a resultados ahistóricos, y sólo la cuarta permite la reconstrucción histórica), que facilita, en definitiva, la posibilidad de alcanzar el conocimiento histórico de los hechos (interés del historiador de la lengua).
Hay una serie de hechos fonéticos, morfológicos y sintácticos que configuran la evolución de los romances colindantes al vascuence y son, por otra parte, característicos de la misma lengua vasca. Hablamos, en estos casos, de interferencias gramaticales.
En el terreno fonético, además de fenómenos que remontan a épocas pasadas, como es la coincidencia en la simplicidad del vocalismo, la aspiración o sustitución por consonante labial de la /f-/ inicial latina o el tratamiento de ciertas consonantes nasales, resulta fácil observar otros hechos; es el caso de los márgenes silábicos implosivos, mal integrados en general en el sistema castellano por imposición culta a partir del siglo XVIII5, que no tienen articulación alguna, ni siquiera en hablantes cultos. Emiliano de Arriaga documenta este hecho para el Bilbao del siglo pasado6. Nos dice: "OSERVASIÓN. Hago ésta con el objeto de hacer notar que el bilbaíno que conserva reminiscencias del modo euskérico en su habla (casi dialecto), rechaza la gesticulación y violencia que hay que hacer con la boca para pronunciar algunas consonantes que por su colocación resultan duras. Así, oíamos no hace mucho a uno que leía en un periódico noticias del teatro de la guerra: Se oservó que el ejérsito marchaba en colunas co-patas... allí donde decía: Se observó que el ejército marchaba en columnas compactas". Hoy es habitual escuchar "eso hace mal efeto", "vete todo reto por ahí" o "un partido de fúbol', e incluso en algún caso se documenta como cacografía en la prensa: "En la fotografía, un aspeto del interior del tren" (tomado de El Diario Vasco, 24 de julio de 1984). Hay que decir que, en cualquier caso, esto último no es exclusivo del área vasca, sino que se documenta en la l engua hablada desde el Golfo de Vizcaya hasta el Noroeste peninsular y hunde sus raíces en la reforma ortográfica emprendida por la Real Academia Española en el siglo XVIII.
Por lo que a la sintaxis se refiere, en los últimos años han proliferado trabajos en los que se trata de relacionar vascuence y romance7. En algunos casos, se parte de la idea de influjo vasco sobre la lengua castellana, más perceptible en época antigua. Es cierto que en castellano antiguo están documentados usos de sustantivo sin actualizador: "mío alhabib est ad yana", `fezist estrellas e luna, e el sol para escalentar", que hoy podemos encontrar en castellano de zona vasca (recuerda Lapesa certeramente que hoy podemos elegir en castellano entre "extendió la mano" o "extendió una mano", pero no es posible "extendió mano".

Tirso pone en boca del vizcaíno Juancho: "Señor, el que está agraviado no tiene que hacer más que, en llegando, metes mano, y de un antuvión el diablo llevas"; en cambio, en castellano de zona vasca podemos escuchar "¿te gustan fresas?"). Como ya he expuesto en otro lugar', sin duda las semejanzas en el plano sintáctico entre vasco y castellano medieval se deben a que el tipo de lengua era más próximo en ambos casos, lo que se concretaba en ausencia de empleo de actualizadores, orden SOV, abundancia de pronombre pleonástico, empleo de construcciones absolutas. A partir del Siglo de Oro, en cambio, el castellano, convertido en español, ha cambiado de tipo lingüístico, se ha alejado (por un proceso de divergencia) del tipo representado por la lengua vasca, de ahí que ahora el castellano hablado por labios vascos resulte idóneo para la ridiculización (como sucede con la figura del vizcaíno en el teatro clásico). Esta divergencia entre castellano y vascuence en el paso de la lengua medieval a la clásica se vio favorecida, claro está, por el alejamiento geográfico, que distorsionó la contigüidad de origen. Y, a partir de este momento, el castellano de zona vasca sólo tiene importancia como capítulo dialectal, pues ya no habrá influjo vasco en la norma general castellana, como había sucedido en etapas anteriores.

De este modo, hay interferencia en casos de orden peculiar de las palabras, como "Tanto Herrera como Hinault se espera que tomen la salida hoy", "La ayuda internacional ha llegado de 21 países en 70 aviones, pero ni las medicinas ni los alimentos han tenido tiempo de abrir" (ambos ejemplos están tomados de la prensa local), orden de palabras que guarda estrecha relación con el euskera, que sitúa inmediatamente antes del verbo aquello que se quiere destacar (lo que Severo Altube denominó "elemento inquirido").

El capítulo de los clíticos merece atención y estudio especiales. Si bien es cierto que, de un lado, se encuentran abundantes casos de reduplicación pronominal (`Asimismo, manifiestas que la violencia tiene unas causas que hay que debilitarlas para poder extinguir a ETA', Egin, 14 de julio de 1985; y es frecuente escuchar ejemplos como "ya les han cogido a los que han robado el banco", etc.), de otro, lo que verdaderamente caracteriza a los vascos a la hora de hablar castellano es la omisión de clíticos allí donde serían imprescindibles en castellano general ("¿Has cogido el jersey. -Sí, ya he cogido", "¿Ya (te) has puesto la chaqueta? -Sí, ya he puesto"), hecho que se explica por la ausencia de análisis, en el hablante, de elementos que en la lengua vasca están integrados en las formas verbales como consecuencia de ser el euskera una lengua aglutinante.

Es, asimismo, sabido que en zona euskaldún se produce intensificación del adjetivo, adverbio u otras formas mediante su reiteración ("eran grandes, grandes", "allí, allí mismo"), como bien ha señalado Urrutia9, si bien es preciso añadir que tales reiteraciones van acompañadas de una entonación especial, sin la cual no se produciría el efecto intensificador. En otras ocasiones, la reiteración tiene una causa muy diferente, como lo muestra el ejemplo que proporciona Arriaga: 'A-VESES-AVESES: (c) Locución para indicar que se propone el hacer tal o cual cosa alternando, o sea primero uno y después el otro. (loc.) Fumaremos este sigarro a-veses-a-veses (una chupada tú y otra yo)-A-veses-a-veses anda el partido conservador y el fusionista en el teje maneje de las cosas de España... Así marchan ellas!"
Son clara transposición de la sintaxis vasca al castello estructuras como "estoy de hambre", "estoy de frío". El euskera utiliza, en estos casos, el ergativo o el partitivo, que se traduce regularmente por DE al castellano (o al francés): goseak hago, otzik (otzikan) nago.

De algún modo, aunque no -evidentemente- en el sentido recto, el romance que ahí se habla constituye un capítulo de la Dialectología en el País Vasco. Me parece cada vez más claro que este romance surgió allí mismo como continuación de la labor romanizadora, de manera que, al igual que sucede con todas las demás lenguas románicas peninsulares, hubo aquí un dialecto latino (consecuencia de la fragmentación latina, concretamente del latín de Occidente) que pasó a ser un dialecto románico autóctono. Seguramente ese dialecto románico forma parte del castellano general y no debe ser entendido como modalidad independiente (ni siquiera en su origen), pero no hay duda de su carácter peculiar, que a veces ha llegado a ser muy marcado (como testimonia Arriaga, quizá con exageración).

Es claro que cuanto acabo de exponer no es sino el resultado de un análisis parcial, en el que aparecen tan sólo unas pocas ideas de lo que podría ser un estudio más completo, que debería ser abordado antes de que la uniformación lingüística que nos invade acabe con las peculiaridades más marcadas de la zona de contacto vasco-románico. Tomaré prestadas unas palabras de nuestro Michelena para expresar, con mayor propiedad de la que yo sería capaz, el resumen y consecuencia final de todo cuanto he dicho.

Michelena, atento siempre al contacto lingüístico y sus consecuencias, escribía hace más de 30 años en el prólogo a la 2ª. edición de Arriaga: "En Vasconia y zonas vecinas el contacto entre romanistas y vascólogos puede ser tan fecundo como es estéril su alejamiento, fundado en prejuicios y limitaciones subjetivas y no en la realidad de los hechos que han de ser estudiados".

1. En "Storia della lingua: passato e prospettive di una categoria controversa(II)", Romanische Philologie, XXVI, 1973, p. 511.
2. Y ha sido magistralmente estudiado por LAPESA, Rafael, en "Contienda de normas lingüísticas en el castellano alfonsí", ahora en Estudios de historia lingüística española, Madrid, 1985, pp. 209-225. entre otros trabajos.
3. Cf. MICHELENA, Luis, Historia de la Literatura Vasca, Madrid, 1960, p. 20.
4. Cf. LOPEZ, Angel, "Concordancias gramaticales entre el castellano y el euskera", Philologica Hispaniensia in Honorem Manuel Alvar II, Madrid, 1985, pp. 391-405.
5. Cf. CATALÁN, Diego, "En torno a la estructura silábica del español de ayer y del español de mañana", ahora en El español. Orígenes de su diversidad Madrid, 1989, pp. 67104.
6. Cf. ARRIAGA, Emiliano de, Lexicón bilbaíno, Madrid, 1960, 2 a ed. p. 131.
7. Puede verse un resumen de todo ello en mi "Vascos y vascuence en textos españoles", Homenaje a Rafael Lapesa, Murcia, 1990, pp. 121-126.
8. Cf. ibídem.
9. Cf. URRUTIA, Hernán, "El español en el País Vasco: peculiaridades morfosintácticas", Letras de Deasto, 40, 1988, pp. 33-46.
10. Cf. ARRIAGA, Emiliano de, Ob: cit., p. 28.

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