Acta de Nacimiento:

En
la Villa de Ezcaray, a las ocho de la mañana
del día tres de Marzo de mil ochocientos setenta
y ocho, ante D. Eusebio Navas Soto, Juez municipal y D.
Tomás Martínez García Secretario, compareció
D. Eleuterio Azcárate, natural de Villamañan,
término municipal del mismo nombre, provincia de Leon,
de treinta y tres años de edad, médico titular de
esta Villa, domiciliado en esta Villa, calle Mediana, número
cinco, presentando, con objeto de se inscriba en el Registro civil
un niño; y al efecto, como Padre del mismo declaró:
Que dicho niño nació
en casa del declarante, el día veinte
y ocho de Febrero (28-02-1878) a las ocho de la mañana.
Que es hijo legitimo del declarante D. Eleuterio Azcárate
y de Dª Justa Gómez natural de esta
Villa, termino municipal de la misma, provincia de Logroño
y domiciliada en esta villa.
Que es nieto por linea
paterna de D. Juan Azcárate, natural de Leon (1),
y domiciliado en el de su naturaleza, y de Dª Joaquina
Pérez, natural de Leon, temino municipal de
idem., provincia de idem.,domiciliada que fue en el de su naturaleza,
ya difunta, y por linea materna de D. Joaquín Gómez,
natural de Fresneda de la Sierra y domiciliado que fue en esta Villa,
ya difunto, y de Dª Faustina García, natural de esta
Villa.
Y que al espresado niño se
le puso el nombre de Gumersindo.
(1) «La familia Azcárate, tiene
raíces foráneas y no aparece por León hasta
el año 1770. En esta fecha Juan Lorenzo de Azcárate
abandona su hogar navarro y se instala en León como Contador
de Cuentas Reales. Le acompaña su sobrino Tomás. Uno
y otro procedían de Azcárate, un pueblo que se levanta
al pie del monte Aralar, a unos cuarenta kilómetros de Pamplona.
Fotos: Actual hotel Azcárate, anterior
palacio de la familia Azcárate y placa que indica la antigüedad
del edificio.
gorantz-arriba
Nacido en Ezcaray (La Rioja) el 28-02-1878.
Era Coronel y jefe militar de la Casa del Gobierno de Euskadi.
Murió fusilado por las tropas franquistas.
Jefe del Regimiento Ciclista de Alcalá de Henares, al estallar
la guerra fue ascendido a coronel y enviado a Bilbao, como militar
profesional, para instruir a las milicias vascas.
Conocía a Franco, del que había sido profesor en la
Academia Militar.
“Conozco a Franco. Fue discípulo mío en la Academia.
No me perdonará que le haya traicionado y me fusilará”
solía comentar.
Visto en Internet: Galería de militares
republicanos en el GCE: sbhac.net/Republica/Personajes
Cartas
en capilla.
Carta que remite a Juan Ajuriaguerra, desde
la cárcel de Larrínaga.
Bilbao 18-12-1937
Sr. D. Juan Ajuriaguerra
Querido Ajuriaguerra: Llegó lo que tenía que llegar.
Dios lo ha querido. Bendito sea Dios.
Ya sabe usted como muero; bien preparado: eso es lo esencial.
No he dejado de ser leal un momento, y leal muero. Viva la Republica.
Le incluyo una carta para mi mujer e hijas. Por si no entiende la
dirección, es la siguiente: 39, Rue Peyroboubill. Biarritz.
Un abrazo fuerte para los cuatro que con usted están en la
celda.
Un abrazo fuerte también; mandeselo por escrito, para quien
usted sabe. Muero queriéndole mucho; el bien lo sabe. Que
no se olvide de mi mujer y mis nenas.
Que los vascos tengan lo que se merecen.
Un abrazo cordial, fuerte, fuerte, noble y leal de su buen amigo.
Gumersindo Azcárate.
La carta adjunta mandesela a mi mujer, escribiéndola usted
con cierta precaución, para que no reciba la noticia de repente.
Remitido por el Museo del Nacionalismo Vasco

Gumersindo Azcárate Gómez,
coronel de Infantería, ya citado, a su esposa:
“Queridisima Presen de mi alma: Ten valor y serenidad. Yo
te aseguro que estoy completemante tranquilo, satisfecho. He ganado
la batalla definitiva; la salvación de mi alma. Díos
me llama. Voy a él gozoso. Desde el cielo velaré por
ti y por esas dos hijitas de nuestro corazón. Sabes que no
he hecho más que bien en este mundo, quizás sea esto
el premio a mi manera de ser… Besos, infinitos besos a nuestros
dos tesoros, nuestras hijitas del alma. Que recen mucho por su padre
y ser felices las tres. Yo lo soy al morir leal”.
Foto de una de las cartas escritas en capilla
por el coronel Azcárate.
Memoria de la Guerra de Euskadi.
Revista Defensa. Extras. Cuaderno
nº 10. Los años negros (I). Director: Vicente
Talón.
gorantz-arriba
BOPV de 8 de febrero de 1937, nº 123
Orden ratificando en su cargo de inspector del Ejército de
operaciones de Euzkadi a don Gumersindo Azcárate
Gómez, en su nuevo empleo de coronel.
Gobierno Vasco de la II República / Presidencia y Defensa
gorantz-arriba
Memoria de la Guerra de Euskadi.
Revista Defensa. Extras. Cuaderno nº 10. Los años
negros (I)
Director: Vicente Talón.
Después de un año
de trabajo, buscando información de Gumersindo Azcárate,
por fin, Ramón García, en un repaso de sus documentos
archivados, encuentra esta revista donde localizamos no solamente
una foto de Gumersindo, sino otros documentos y diverso texto sobre
el riojano, que exponemos a continuación:
Salvo los capturado
de un modo fortuito ya al final de la campaña de Santander,
en Santoña y Laredo, fueron muy pocos los responsables políticos
vascos que cayeron en manos de las tropas de Franco… Muy distinta
fue, en cambio, la suerte de los mandos militares –de carrera
o milicianos- gran parte de los cuales acabaron presos y fusilados…;
… el coronel Gumersindo Azcárate quien, siendo jefe
del Regimiento Ciclista de Alcalá de Henares,
resultó gravísimamente herido al oponerse a sus oficiales,
sublevados, y que luego fue inspector del Ejercito vasco;…
…Contra este estamento la represión fue singularmente
dura ya que alcanzó a toda suerte de mandos e, inclusive,
a simples soldados, milicianos y gudaris así como a numerosos
agentes de los cuerpos de Orden Público.
Foto: "Tacho" Amilibia, José
Antonio Aguirre y el coronel Azcárate (con uniforme y gorra).
Este último fue pasado por las armas.
…
Sobre la suerte de los jefes del Cuerpo de Ejercito vasco, Juan
Ajuriaguerra informó al lendakari Aguirre, desde
la cárcel de Larrínaga, el 19 de
diciembre de 1937: Prometí a los coroneles Azcárate
e Irezábal y a los comandantes Lafuente y Bolaños,
a quienes pude visitar en capilla, que te escribiría comunicándote
su fusilamiento. Con ellos fue fusilado también Arenillas.
Fue verdaderamente emocionante ver los firmes, serenos y tranquilos
que estaban todos ellos; más parecía que iban a una
fiesta que a su ejecución, aquí es formidable ver
a los chicos que bromean y se ríen de la muerte.
El diario “Euskadi”,
por su parte, dijo sobre ese dramático suceso: “En
una de las celdas están hacinados el coronel Gumersindo
Azcárate –un militar que supo honrar el uniforme-
y algunos jóvenes gudaris cuyo valor les había llevado
a ocupar grados de oficiales… En aquella celda, donde la República
tiene siempre un puesto de honor, Azcárate entretenía
a sus compañeros de infortunio contándoles algún
sucedido… No parecía impresionarle mucho su anunciada
sentencia de muerte que los periódicos facciosos habían
dado a conocer… Rápidamente la tertulia se deshizo.
Se oyó el chirriar del cerrojo y violentamente un soldado
fascista abrió la puerta para dejar paso a un oficial. Un
requeté –juventud salvaje, instintos cavernarios- rugió:
“Que salga el teniente coronel Gumersindo Azcárate”.
Y el aludido con gran energia le contestó:”¿Cómo
decís teniente coronel!... Yo soy un coronel legítimo
y leal al único Gobierno. Al de la República…”
Con gran tranquilidad terminó
de ponerse el uniforme, se ató los cordones de una de sus
botas, mientras que con una extraña serenidad fue despidiéndose
de sus compañeros. Cuando hubo abrazado a todos los gritó
con energia: “¡Viva la Republica!”. Aquel grito
hizo que en toda la prisión se oyese un eco extraño,
entre la sorpresa de los guardianes, que no podían ocultar
su rabia. El coronel Azcárate fue llevado
hasta una sala donde le presentaron un pliego para su firma. Era
su sentencia de muerte. Firmó con gran tranquilidad y preguntó
al fascista: “¿Quién lo ha ordenado?”.
“El generalísimo Franco”. Con un gran desprecio
y al mismo tiempo con lástima, dijo: “Decidle que le
perdono”. Confesó y comulgó y ante un grupo
de fascistas manifestó una vez más su fe en la República.
Frente a los sargentos de requetés,
que como honor fascista constituía el piquete encargado de
fusilarles, el coronel Azcárate dijo: “En
estos momentos es para mí un orgullo ser elegido de Dios”.
Y cuando ya faltaban unos segundos gritó a los del piquete:
“Rezar por mí como yo rezaré por vosotros ante
el Juez Supremo”…
gorantz-arriba
25-08-2008
Estimado amigo,
Ante todo reciba un cordial saludo. He leido con interés
su trabajo dedicado al teniente coronel Azcárate y he detectado
un error, la foto que incluyen, en la que se ve un oficial del Ejército
de la República junto al lendakari Aguirre, no es de Azcárate.
Se trata de Joaquín Vidal Munarriz, jefe del batallón
de montaña Garellano con guarnición en Bilbao.
Atte. se despide
Guillermo Tabernilla. Asociación Sancho de Beurko.// www.sanchobeurko.org
DIARIO
DE UN GUDARI CONDENADO A MUERTE
RAFAEL DE GARATE
GUMERSINDO DE AZKARATE .
Coronel del Ejército Español . El buen ladrón.
pags 115-121
Podría
tener 55 años. Aparentaba 70. Canijo, senil, arrugado. Cuando
hablaba se frotaba las manos, como pintan a los judíos.
Era nacido en Ezcaray, Logroño.
Le sorprendió la Guerra civil como Teniente Coronel del
Regimiento Ciclista de Alcalá de Henares. Fue fiel a su juramento
a la República y, en contra de las órdenes del Capitán
general de Madrid, se sostuvo y se salió con la suya.
El gobierno y el Ejército de
Euzkadi necesitaban de asesores profesionales, Madrid nos mandó
algo, poco, y entre ello el recién ascendido Coronel Azcárate.
O el golpe al caer prisionero fué
fuerte y se derrumbó, o su valía era muy pequeña.
Fué Jefe Militar de la Casa del Gobierno de Euzkadi. Quizá
me equivoque y en el machito fuera bueno, pero ahora, caído,
con la «cuerda al cuello», me daba la impresión
de que aquel hombre era mucho menos que cualquiera de nosotros.
- Vd. -le decía- se ve que está acostumbrado a los
asistentes de gorra. Solo no sabe ni atarse la bragueta, ni poner
en su sitio la camisa. Ni meterse las zapatillas.
Se sonreía enseñando
los huecos de tres o cuatro dientes que le faltaban, según
decía, desde el día que cayó prisionero y le
rompieron la dentadura de un puñetazo.
Al tocar diana me ponía junto
a él.
- ¡Venga, viejo coronel !, ¡que
no se diga que un carcamal como Vd., ha guiado el Ejército
de Euzkadi ! Mira qué forma de atarse los pantalones, puñeta.
Le daba cuatro toques y lo dejaba como nuevo. Por él, hubiera
parecido un mendigo.
Tenía un miedo espantoso. En
cuanto se olfateaba la tragedia preguntaba nerviosamente a todos
: -¿Qué se dice?, ¿qué se dice?
-¡Que para nosotros no va nada!-
le contestábamos invariablemente. ¡Parece mentira que
no confíe en su colega General Franco, quien ha dicho que
sólo serán castigados los que tienen las manos manchadas
de sangre!¡Hola, dudar así de un militar español!
Vd. va a la calle echando chispas, y con aumento de sueldo.
- Yo le conozco a Franco -decía-
fué discípulo mío en la Academia ; es egoísta,
va a por lo que quiere.
Jugábamos al mus, Era una pena
; se dejaba ver las cartas ; le hacíamos trampas hasta los
compañeros.
Le sublevaba tremendamente cuando
a la hora del recuento de presos nos tenían medio firmes
diez minutos.
-Y, usted Don Coronel, ¿cuántas
veces habrá tenido en el patio al batallón media hora
al sol, mientras se afeitaba en el cuarto de banderas?
Son las 8. Hoy también hay
romería vasca ; digo, limpieza. Se habla de peces gordos.
No ha tocado silencio y las puertas
están abiertas. Voy por las celdas. Siempre se entera uno
de algo, de lo que flota en el ambiente.
Peces gordos, peces gordos. Yo soy
más bien flaco, 70 kilos, Capitán. ¡Por encima
de mi hay un montón!¡Cómo te aferras al tanto
por ciento!
Entro en mi sala. La gente está
en plan de dormir. Azcárate, como todos los días,
me pregunta : - Rafael.¡Rafael! ¿Qué se dice?..,
¿qué se dice? - parece el saguchito que espera al
gato.
Estoy harto de decirle : Camarada
Coronel, que Franco no mata más que a asesinos, - Vd. nunca
ha matado un pollo con todas las estrellas que tiene ¿-verdad
? Pues, hala, a dormir tranquilo.
El está tumbado, en pijama,
me mira y se sonríe como un conejo.
-Vamos a ver - le digo mientras me
voy desnudando. -Vd. como buen militar español, supongo que
de guerras, estrategias y todas esas cosas no entenderá ni
castaña, pero de cabarets, de esos aparejos que fuman y van
por la mañana a casa, en eso será un entendido. Pero,
¿a que no ha visto Vd. espectáculo como éste?
En calzoncillos, mostrando los hermosos pelos de mis piernas no
tan hermosas, envuelto en un pedazo de tela de colorines, que me
han enviado de casa : estaba precioso.
-¡María de la O!- le
canto - y muevo mi jacarandoso cuerpo ¡Ele, mi cuerpo!
Sonreía. Un poco forzado, pero
sonreía. Pensaba sin duda, como así me contaba en
ocasiones, en las bacanales que armaban en Africa con las pobres
medio esclavas debajo del látigo hispano. Pensaba - tambien
lo sé por él - en aquellos tiempos en que, cuando.
un militar iba por la acera, el nativo, el árabe, el patriota
que había subyugado solamente con un pequeño gesto
del invasor, tenía que salir a la calzada, dejar el paso
libre...
«¡Que desgrasiadita gitana
tú eres!»...
Bidaburu, mi amigo, mi hermano, mi
compañero de colchón durante muchos años. Mondragonés,
chaparro, nervudo, peludo, medio oso, con fuerza de animal...!¡Acabó
muriendo tuberculoso!... Bidaburu, digo, estaba tumbado a mi lado
mientras yo hacía el indio, y me coge por el tobillo y me
hace señas de que me agache.
-¡Que -le sacan a ése
!;¡ atontado, cállate!
-¡No se me han doblado las rodillas
de milagro! Lo único que puedo decir es :
-¡Bueno, a dormir... si Dios
quiere ! Azcárate creo que lo adivina.
-Ocurre algo raro, Vds. estan más
abatidos que nunca - dice a Andini.
EL BUEN LADRON
De Teología
no sé nada, de Historia Sagrado, justo, justo, lo que aprendí
a los 14 años. Tengo miedo a esos temas.
El buen ladrón, según
el Evangelio, dijo a Jesús cuando estaba a su derecha en
la cruz :
« Señor, acuérdate
de mí cuando estés en tu Reino. »
Este momento, con la serenidad que dan 23 años, libre de
ataduras de este mundo, con una fuerte convicción de que
la Patria necesita de nuestra muerte, y sobre todo, después
de haber pasado estos momentos con « El buen ladrón
», cómo recitaba a su modo las oraciones, cómo
hablaba del «otro Reino.», lo voy a relatar tal como
lo viví. Es el episodio, más bonito, más hermoso,
más duro de mi existencia.
Resuenan los pasos por el corredor.
Abren nuestra puerta. Los cuerpos están tensos, duros, paralizados.
- ¡Gumersindo Azcárate
Gómez! - llaman.
- Me lo suponía - contesta
lentamente.
Salto rápido y me aproximo
a él para ayudarle a incorporarse y vestir, como todos los
días.
-Gracias, Rafael -me dice con dulzura-
Hoy no necesito a nadie. Hoy me vestiré solo. No importa
que gaste todas mis reservas. He llegado a la meta.
Se levanta, se apoya en la pared.
-¡Por favor!- dice mirando a
los guardianes - vean que soy un poco torpe de movimientos. Dénme
tiempo para vestirme.
Los guardianes asienten con la cabeza.
La sangre ya no circula.
Se está poniendo los pantalones
:
-¡Señor!¡Virgen
Santísima! Toda mi vida he sido un golfo. Durante años
he dejado la religión. Eso sí :¡la Virgen existe!¡
En medio del torbellino de mi vida, diariamente, he tenido un recuerdo
para ella!
Aquel hombre, aquella piltrafa humana
se agigantaba mientras hablaba. Ya no es aquel arrugado al cual
mis compañeros no se atrevieron a decirle la tremenda verdad
de esta noche porque no confiaban en su reacción.
Escribo mientras habla. En un momento
de angustia tiro mi diario al rincón ; Andini me dice autoritario
: «Sigue escribiendo:
-¡Franco, pobre Franco, fué
discípulo mío en la Academia!¡Seguro que no
morirá con la conciencia tan tranquila como la mía
!... No me merezco esta hermosa muerte. Durante toda mi vida no
he hechó más que cuidar de mi cuerpo, de los placeres,
de vivir ; nada de caridad, de amor al prójimo. Sólo
mandar, ordenar, vivir. ¡ Señor, Señor ! ¿
por qué me das esa dicha de ser de los elegidos ? ¡Podría
haber muerto como he vivido !... Se pone tieso mientras se ata la
camisa.
Le miro, le miramos. Escribo sus oraciones.
Esto es un coloso. La transfiguración., la muerte próxima,
el sentido del deber. El buen ladrón que se arrepiente. ¡
Es verdad ! Ha crecido.
Luego diría Andini y... el
que no crea, peor para él : -¡Si este hombre nos dice
que le sigamos, lo hacemos sin rechistar ! ¡Seguro!
A este hombre le partirán el
pecho mañana al amanecer. ¡Y habla de amor, de perdón!
Estoy junto a él. Tumbado.
He dejado de escribir. Con los brazos sobre la almohada sujetándome
la cabeza, le observo. En su tranquilidad, en sus ojos alégres,
transfigurados, leo ; no lo dice, leo. Lo expresa como solamente
lo hace un hombre que media hora atrás era una piltrafa y
ahora, lo repito, es un coloso, y morirá dentro de unas horas.
-¡Dios existe!¡La justicia
Divina existe! ¡La Virgen está en el cielo! ¡Me
anima en este momento!¡Soy feliz!
¡La Patria!¡El sacrificarse
por ella como lo hacemos por nuestros hijos pequeñitos es
fácil! Así lo comprendieron Rizal, Bolívar,
Martí, Arana, Goiri y todos los que mueren por la patria.
Todos ellos, ejecutados, tuberculosos,
o en la miseria, tuvieron el gozo dichoso que tengo yo ahora. ¡Locos!
¡Locos son esos pobres que se aferran a la vida : los de la
vida fácil! El retorcido, el que se esconde, el que se agarra
siempre al carro triunfal. ¡Pobres : el Reino de Dios no puede
ser para aquel que no ha hecho nada para ganarlo!
Sin hablar, con los ojos, me decía
todo eso mi amigo, éste que todavía esta mañana
le ponía yo las zapatillas bien calzadas y le ataba los botones
de la bragueta.
Se ha sentado, se calza. En un rato
calla. No respiramos. El corazón se ha parado.
-Podéis estar seguros de que
no odio a nadie. A vosotros, queridos compañeros de estos
días, os agradezco el afecto que me habéis tenido,
el que me habéis arropado por encontrarme solo, que, al fin
soy un extraño para vosotros !
Mira a la puerta.
-¡Así morimos los que
nos llaman-rojos!¡Fuí leal a la República y
al juramento que hice a ella, a mis ideales, a mi honor.
Se pone la chaqueta.
-¡Andini! por favor -le dice-
¡Levántese!
Le abraza.
- No es momento de hacer comedia.
En este compañero saludo a todos. ¡¡¡Hasta
la eternidad!!!
En el momento de salir por la puerta,
los guardias de asalto le agarran de cada brazo.
Le vemos erguido, militar, majestuoso.
Suavemente, pero con firmeza, les
dice :
-¡Hagan el favor de soltarme,
que todavía soy el Coronel Azcárate.
Lo hacen, electrizados.
Desaparece... para siempre. ¡El
buen ladrón se va hacia el Reino de Jesús.!
¡Qué facil lo pone...
con su ejemplo!
Desolación y consuelo. ¡Que
bárbaro!¡Que lección! Pequeño, esmirriado,
senil, abúlico. En unos minutos, grande, terso, joven, enérgico.
El sentido militar, el del deber,
la satisfacción de entregarse totalmente. ¡Sí,
Andini, sí, como decías : nos tocan «Marchen»,
y le seguimos.
No podemos dormir. Continúa
la caza, se oye el chirriar de los cerrojos, la monótona
y asustada voz del funcionario que tartamudea, los nombres. Pero
salen 5, 8, 23... a enfrentarse antes de salir el sol, fuertamente
amarrados, con los fusiles de la Guardia Civil.
Rezamos por él. Las catacumbas,
los prisioneros cristianos debiaron pasar estos momentos.
Cuatro de la madrugada. Por la estrecha
ventanilla llega el rumor de los que se van para siempre. En nuestra
celda se oye el zumbido de las moscas.
Se van oyendo voces, se discute.
En este día 18
de diciembre de 1.937 fueron pasados por las armas lo que pudiéramos
llamar el Estado Mayor del Ejército de Euzkadi.
¿Su delito? Sin duda, el haber
perdido. Por lo que se ve, no hay perdón. Lo mismo hacían
Amílcar Barca, Atila o los «colonizadores» del
Oeste americano con los patriotas indios. El que pierde, paga.
Los coroneles Azcárate e Irezábal,
el Comandante de Estado Mayor Lafuente, el capitán Bolaños,
todos ellos militares profesionales, y el médico bilbaino
José Luis Arenillas, Director General de Sanidad
de Euzkadi, todos ellos y otros más, hasta 14, pagaron
hoy con su vida el haber estado en el bando más débil.
También está Victor Pardo. Fue capitán de mi
batallón y había sido hacía unos años
alférez de complemento. También lo consideraron militar.
Hoy, día 18, es sábado
; por lo tanto tenemos la casi seguridad de que por lo menos viviremos
un par de días más.
Sábados y domingos son fiesta
para los verdugos y sus esbirros. ¡Dos días, qué
hermosos van a ser! ¿No hay, por «mala-ventura»,
más días en la semana para clarear las filas? Además
¿no nos darán vacaciones ahora que se aproxima la
Navidad?
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AZCÁRATE GÓMEZ,
Gumersindo (1878 - 1936)
Teniente Coronel de Infantería y jefe del Batallón
Ciclista con destino en Alcalá de Henares. Se mantuvo a las
órdenes del Gobierno, pese a ser herido por oficiales que
trataron de obligarlo a sublevarse.
Marchó a Bilbao como inspector del Cuerpo del Ejercito Vasco.
Fue capturado por los sublevados y fusilado.
Había formado parte del gabinete militar de Azaña.
Primo de los siguientes.
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AZCÁRATE Y FLÓREZ, Justino.
(1903 - 1989)
Nació en Madrid el 29 de junio de 1903. Abogado y político
leonés.
Militó en el Partido Reformista de Melquíades Álvarez.
El 28 de junio de 1931 fue elegido diputado a Cortes por León
por la “Agrupación al Servicio de la República”,
que inspiraron Ortega y Gasset, Marañón y Pérez
de Ayala. Fue subsecretario del Ministerio de Justicia, siendo Fernando
de los Ríos titular del departamento, en el primer Gobierno
Provisional de la República. Posteriormente ocupó
el cargo de Subsecretario de Gobernación con Rico Avello
al frente del Ministerio en el Gobierno de transición que
compuso Martínez Barrio en otoño de 1933. Al desaparecer
la “Agrupación al Servicio de la República”
participó en la constitución del Partido Nacional
Republicano presidido por Felipe Sánchez-Román.
Al estallar la guerra civil fue nombrado ministro de Estado en el
Gobierno presidido por Diego Martínez Barrio -Gobierno que
sólo duró unas horas- sin llegar a tomar posesión
del cargo, por encontrarse en León que estaba en poder de
los nacionales.
Detenido en Burgos, fue trasladado a Valladolid donde quedó
encarcelado hasta septiembre de 1937 que fue canjeado por el líder
falangista Raimundo Fernández Cuesta. Al recobrar la libertad,
se marchó de España, participando en París
en la campaña por la “Paz Civil” con el profesor
Mendizábal y Madariaga, dedicándose a trabajar en
promocionar canjes, indultos y conmutaciones de penas de muerte.
Exiliado a Venezuela, regresó a España en 1977, ocupando
el cargo de senador por designación real en las primeras
Cortes constituyentes (1977-1979) convocadas después de la
muerte de Franco, y senador de UCD por León (1979-1982).
Falleció en Caracas (Venezuela) el 18 de mayo de 1989.
AZCÁRATE Y FLOREZ, Pablo. (1890 - 1971)
Hermano del anterior.
Formado en la Institución Libre de Enseñanza. Jurisconsulto
y diplomático. Catedrático de Derecho Administrativo
en las Universidades de Santiago y Granada. Inició su carrera
diplomática como Embajador de España en Londres.
Trató de solicitar ayuda de Gran Bretaña para la España
republicano, no logrando tener éxito.
Concluida la guerra civil, perdió la cátedra y se exilió
a Gran Bretaña y Suiza . Secretario del Comité de Conciliación
para Palestina de la ONU entre 1949 y 1952. Desde el exilio ayudó
a los republicanos españoles.
Escribió varios libros, como “La Liga de Naciones y minorías
nacionales”, “Julián Sáenz del Río”,
“La intervención nazi-fascista en la guerra de España”,
“Wellington y España” y “La guerra del 98”.
Murió en Ginebra (Suiza) en el año 1971.
Visto en Internet: http://www.generalisimofranco.com
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